Nuestra lucha conjunta como Bodisatvas de la Tierra (1/3)


Una esperanza para transformar esta época de sufrimientos


Publicamos una nueva entrega de la serie de disertaciones de Daisaku Ikeda titulada Iluminando el mundo con el budismo del sol.

El escritor y poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) escribió: «Esta tierra es de donde manan mis goces, y este sol el que mis dolores alumbra».[1]

Con el mundo como escenario, interpretamos la danza de nuestra misión. Con el sol como camarada, irradiamos la luz de la esperanza a todos. Así vivimos los miembros de la Soka Gakkai.

Lo importante es desplegar el poder que existe en lo profundo de nuestro ser y seguir avanzando con sabiduría y fortaleza.

En este momento, el mundo se ve ante una tremenda crisis debido a la pandemia sin precedentes de COVID. Pero incluso la peste negra –la epidemia que causó estragos en Europa en el siglo XIV–, una vez superada, dio paso al Renacimiento, un período trascendental de florecimiento y revitalización cultural. La historia de la humanidad muestra que podemos responder a cada crisis con valor y sabiduría, para elevarnos a nuevas alturas.

Creo firmemente que, por intensa que sea la oscuridad, el budismo del sol podrá iluminar a la humanidad con su radiante luz.

UN MOVIMIENTO POPULAR QUE ESTÁ UNIENDO AL MUNDO

Hoy, hay miembros activos de la Soka Gakkai en cada lugar del planeta. Ellos están desafiándose con confianza, difundiendo la filosofía de esperanza y renovación del budismo Nichiren. Con la cabeza alta y voces elevadas en canciones de victoria indómita, están haciendo avanzar con frescura nuestro incomparable movimiento ciudadano.

Sin duda, Nichiren Daishonin estará aplaudiendo a esta comunidad de personas anónimas, de Bodisatvas de la Tierra, equiparable a la asamblea del Sutra del loto. ¡Cuán felices de ver nuestro desarrollo estarían los maestros Makiguchi y Toda!

UNA ORGANIZACIÓN DEDICADA A FORJAR VALORES HUMANOS

La Soka Gakkai se fundó el 18 de noviembre de 1930. En esa fecha se publicó el primer tomo de una obra capital escrita por Makiguchi Sensei, Soka Kyoikugaku Taikei (El sistema pedagógico de la creación de valor), la culminación de su filosofía educativa compilada con el apoyo de su fiel discípulo Josei Toda. Ese mismo día, se dio a conocer públicamente el nombre Soka Kyoiku Gakkai (literalmente, «Sociedad pedagógica para la creación de valor», precursora de la Soka Gakkai). Al inicio de esta gran obra, que cristaliza la lucha conjunta de maestro y discípulo, se lee: «La “educación creadora de valor” define a un sistema metodológico para formar individuos capaces de crear valor, lo cual constituye el propósito de la vida».[2]

Así pues, la educación Soka o creadora de valor es un sistema que permite cultivar en las personas la capacidad de generar valor. Con este fin, aspira a elevar y enriquecer la personalidad de cada sujeto.[3] Y como la felicidad yace en la creación de valor, la pedagogía Soka está consagrada a nutrir personas que trabajen en bien de la felicidad de las demás y de la suya propia. Es decir, el foco está puesto siempre en los seres humanos.

VIVIR UNA EXISTENCIA COLABORATIVA

En Jinsei Chirigaku (Geografía de la vida humana),[4] su innovadora obra de juventud, el maestro Makiguchi expresó la idea de que el rumbo futuro del género humano debía apuntar a lo que llamó una «competencia humanística». A diferencia de otras formas de competencia, «los objetivos de la competencia humanística no se centran en el interés particular de quienes la emprenden, sino que procuran mejorar y cuidar la vida propia y la ajena en forma simultánea. En otras palabras, consiste en elegir caminos provechosos que obren en bien de los demás a la vez que nos beneficien a nosotros; significa participar conscientemente en una vida colaborativa».[5]

Unos treinta años después, en El sistema pedagógico de la creación de valor, Makiguchi Sensei habló de un proceso en tres etapas, que avanza progresivamente de una vida dependiente, a una vida autónoma, y, de esta, a una vida de contribución.[6] Esta última, la vida de contribución, no es otra que la forma de vida de los bodisatvas, la esencia de la práctica altruista expuesta en el budismo Mahayana.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Makiguchi declaró: «No existen budas egoístas, que acumulen beneficios personales sin trabajar en bien de los semejantes. No es posible lograr la budeidad a menos que llevemos a cabo la práctica del bodisatva».[7] Pronunció estas palabras unos seis meses antes de que el gobierno militar de Japón lo encarcelara junto con Toda Sensei en el contexto de una campaña de represión religiosa.

«¡Es momento de que surjan personas capaces de acometer una gran creación de valor, personas que encarnen la postura de los Bodisatvas de la Tierra…!». Esta es la visión que Makiguchi Sensei trabajó para hacer realidad desde su juventud, y que tomó mayor nitidez tras fundar la Soka Gakkai.

UNA ASAMBLEA DE BODISATVAS SIN PARANGÓN

El 18 de noviembre de 1944, el maestro Makiguchi falleció en una fría celda en la cárcel. En torno a esas fechas, por significativa coincidencia, su sucesor Josei Toda, quien había estado leyendo con todo su ser el Sutra del loto en su propia celda, despertó a su identidad como Bodisatva de la Tierra.

«¡Todos somos Bodisatvas de la Tierra, y hemos elegido nacer en esta época impura del Último Día de la Ley para cumplir nuestro juramento de lograr el kosen-rufu!». Gracias a esta revelación de Toda Sensei, la Soka Gakkai asumió su verdadero papel como organización de valores humanos dedicados a la práctica del bodisatva, cumpliendo así el deseo de Makiguchi desde su fundación.

Asimismo, como resultado de ello, en un lazo directo con Nichiren Daishonin –«el único que tomó la iniciativa y emprendió la labor de los Bodhisattvas de la Tierra»,[8] la Soka Gakkai se desarrolló como una comunidad armoniosa y perdurable de Bodisatvas de la Tierra, siempre dedicada a lograr el kosen-rufu mediante la propagación benevolente de la Ley Mística.

En esta entrega, comenzaremos por estudiar un pasaje de Sobre las cinco guías para la propagación, que nos permitirá reafirmar en qué sentido los Bodisatvas de la Tierra están singularmente dotados para guiar a las personas a la iluminación en la época atribulada del Último Día de la Ley.

(Continuar leyendo la parte 2/3).


[1]GOETHE, Johann Wolfgang von: «Fausto» en Obras completas, Escena IV, Madrid: Ediciones Aguilar, 1964, tomo III, pág. 1319.

[2]MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Soka Kyoikugaku Taikei (El sistema pedagógico de la creación de valor), en Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), Tokio: Daisanbunmei-sha, 1982, pág. 13.

[3]Ib.

[4]Tsunesaburo Makiguchi publicó esta obra en octubre de 1903, a los 32 años. A diferencia de los estudios geográficos tradicionales, refleja ideas únicas sobre las interconexiones entre el ambiente local y natural, y la vida humana, postulando una prolífica relación simbólica entre la naturaleza y las personas.

[5]MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), Tokio: Daisanbunmei-sha, 1996, pág. 399.

[6]MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Soka Kyoikugaku Taikei (El sistema pedagógico de la creación de valor), op. cit., 1982, pág. 185.

[7]MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), vol. 10, Tokio: Daisanbunmei-sha, 1987, pág. 151. (Discurso pronunciado en la quinta reunión general de la Soka Kyoiku Gakkai, el 22 de noviembre de 1942.)

[8]El verdadero aspecto de todos los fenómenos, en END, pág. 406.

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