Nuestra poderosa determinación resuena en todo el universo (3/3)


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El Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente (Ongi kuden) señala: Namu o nam es una palabra sánscrita.[24] Aquí significa dedicar la vida, es decir, a la Persona y a la Ley. Desde el punto de vista de la Persona, la dedica al buda Shakyamuni; desde el punto de vista de la Ley, la dedica al Sutra del loto. «Dedicación» significa dedicarnos al principio de la verdad eterna e invariable de la enseñanza teórica, y «vida» significa que nuestra vida dedicada a ese principio se base en la sabiduría de la verdad o enseñanza esencial, que opera de acuerdo con las circunstancias cambiantes. En esencia, uno consagra su vida a Nam-myoho-renge-kyo..
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Un comentario [de Dengyo] afirma: «Lo que concuerda con las circunstancias cambiantes, lo que es invariable, son lo que está en calma y resplandece a cada instante de la vida».[25]

NAM SIGNIFICA «DEDICAR LA VIDA»

Este pasaje del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente esclarece el principio de «dedicar la vida», mediante el cual transformamos nuestra mente o determinación interior y brillamos como entidades de la Ley Mística.

El Daishonin comienza explicando que la palabra sánscrita namas –de la cual deriva la adaptación fonética japonesa de namu o nam– se tradujo al chino empleando caracteres que significan «devoción» o «dedicar la vida», y se interpretan como seguir algo como guía y base fundamental. Es decir, creer en algo con todo nuestro ser y corazón.

Continúa diciendo que a lo que debemos «dedicar la vida» es a la Persona y a la Ley. Para nosotros, practicantes del budismo Nichiren, esto quiere decir consagrar nuestra existencia a Nichiren Daishonin –el Buda del Último Día de la Ley–, al Gohonzon y a Nam-myoho-renge-kyo.

Después, analiza los dos ideogramas chinos que forman la palabra japonesa kimyo, cuyo significado es «dedicar la vida», con el fin de explicar la práctica de nuestra fe.

ALINEAR NUESTRA VIDA CON LA LEY MÍSTICA

Comienza diciendo: «”Dedicación” [ki, de kimyo] significa dedicarnos al principio de la verdad eterna e invariable de la enseñanza teórica [la primera mitad del Sutra del loto]».[26] «Dedicarnos al principio de la verdad eterna e invariable» significa aceptar la verdad suprema y consagrarse a ella. Es decir, fusionar nuestra vida con Myoho-renge-kyo, la ley fundamental que subyace a toda vida y al universo.

La forma más básica de hacerlo es abrazar la fe en el Gohonzon y entonar Nam-myoho-renge-kyo. De esa forma, «dedicamos» nuestra vida a la Ley Mística. Además, todo lo que hacemos en aras del kosen-rufu, basados en nuestro juramento y espíritu de búsqueda, constituye la práctica budista de dedicar la vida a la Ley Mística.

A continuación, el Daishonin escribe: «”Vida” [myo, de kimyo] significa que la propia existencia dedicada a ese principio se basa en la sabiduría de la verdad de la enseñanza esencial [segunda mitad del Sutra del loto], que opera de acuerdo con las circunstancias cambiantes».[27] La «sabiduría de la verdad que opera de acuerdo con las circunstancias cambiantes» es la sabiduría de buda que aflora en respuesta a la realidad siempre cambiante. Es una función del estado de budeidad.

Basar nuestra vida «en la sabiduría de la verdad […] que opera de acuerdo con las circunstancias cambiantes» significa encarnar la forma de vida de un Bodisatva de la Tierra, alineada con la Ley Mística. De ese modo, podemos activar sin límite nuestra vitalidad y nuestra sabiduría de buda, hacer nuestra revolución humana y mejorar nuestra vida.  También podemos superar todos los obstáculos y las adversidades, y convertir lo que hoy nos hace sufrir y nos causa dolor en fuente de esperanza y de victoria.

Esta conducta creadora de valor es lo que caracteriza una vida basada en la «sabiduría de la verdad que opera de acuerdo con las circunstancias cambiantes», y lo que nos permite vivir con genuina alegría y plenitud.

LA ORGANIZACIÓN QUE CONCUERDA CON EL PROPÓSITO DEL BUDA

Como hemos visto, el pasaje antes citado del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente explica que «dedicar la vida» (kimyo) consiste en «dedicar» y «basar» nuestra existencia. Dedicar la vida a la Ley significa basarla en la Ley. Esto conlleva manifestar el estado eterno de budeidad y hacer surgir una fuerza ilimitada a través de entonar Nam-myoho-renge-kyo. El estado de vida inseparable de la Ley eterna no puede ser destruido por nada; es libre e irrestricto, pase lo que pase.

«En esencia, uno consagra su vida a Nam-myoho-renge-kyo». El profundo significado del daimoku de Nam-myoho-renge-kyo es que activa el estado de budeidad, lo hace fluir enérgicamente en la vida de la gente común.

El Daishonin también cita un comentario del gran maestro Dengyo que afirma: «Lo que concuerda con las circunstancias cambiantes, lo que es invariable, son lo que está en calma y resplandece a cada instante de la vida». «En calma» significa que todos los fenómenos quedan comprendidos en cada instante de la vida, mientras que «resplandece» significa que un instante vital ilumina todos los fenómenos. Lo que concuerda «de acuerdo con las circunstancias cambiantes» y lo que «es invariable» es lo que «está en calma» y «resplandece» en un instante vital; tanto uno como otro son funciones inherentes a Nam-myoho-renge-kyo.

Cuando perseveramos en la fe, la práctica y el estudio, y dedicamos la vida al juramento de lograr el kosen-rufu junto a la Soka Gakkai –la organización que concuerda con el propósito del Buda–, desplegamos al máximo nuestro potencial único y exuberante, y hacemos que todo brille a nuestro alrededor. Así, podemos cumplir nuestra misión y, a la vez, poner en juego libremente nuestra capacidad innata.

EL DESEO CONSTANTE DE AYUDAR A LOS SEMEJANTES A LOGRAR LA ILUMINACIÓN

El capítulo «Duración de la vida» (16.o) del Sutra del loto termina con estos versos: «Mi pensamiento constante es cómo hacer para que los seres vivos / accedan al Camino insuperable / y adquieran rápidamente el cuerpo de un buda».[28] El Buda piensa a cada instante cómo hacer para que los seres ingresen en el Camino insuperable y manifiesten la iluminación.

El Daishonin escribe: «”Este pensamiento” que “en todo momento tengo en mente”[29] es un instante de pensamiento o un instante vital que abarca los tres mil aspectos, y que existe originalmente en los budas y en todos los seres de manera intrínseca».[30]

Todos los budas y todos los seres vivientes albergan el mismo deseo innato: que ellos mismos y los demás construyan una vida feliz. Ese es el pensamiento que palpita en lo más hondo de su ser. Dedicar la vida a la Ley Mística significa tomar conciencia de este pensamiento y consagrarse a él.

Ser inseparable de la Ley Mística es un modo de vivir permeado del deseo benevolente del Buda, que es empoderar a todas las personas para la felicidad.

DESPLEGAR UN PODER Y UN POTENCIAL SIN LÍMITES

En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente se lee: «Si en cada instante vital condensamos los dolores y los desvelos de millones de kalpas [en nuestra práctica para nosotros mismos y para los demás], a cada momento surgirán en nosotros los tres cuerpos del Buda,[31] de los cuales estamos eternamente dotados».[32] Con este pasaje grabado en mi alma, luché al máximo y triunfé en cada contienda, como fiel discípulo del maestro Toda desde la época de mi juventud.

«Condensar en cada instante vital los dolores y los desvelos de millones de kalpas» significa dedicar nuestra vida, momento a momento, a hacer realidad el anhelo del Buda. «Dedicar la vida» a la Ley Mística es esforzarnos con esa seria y sincera determinación.

Cuando «nos basamos» en la Ley Mística, desplegamos nuestra sabiduría de buda y corporificamos en nuestras acciones el comportamiento del Buda. Podemos manifestar, en nosotros mismos, «los tres cuerpos del Buda, de los cuales estamos eternamente dotados». Es lo que afirma la enseñanza de Nichiren Daishonin.

LA BÚSQUEDA DEL ESPÍRITU HUMANO

El año próximo será el quincuagésimo aniversario de mi diálogo con el eminente historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975).

La clave para resolver los numerosos problemas globales que afrontamos –la guerra, la pobreza, la discriminación y la destrucción ambiental– yace en que cada uno supere su egoísmo y su forma egocéntrica de vivir. Tal fue la conclusión de ese gran académico que consagró su existencia al estudio histórico de la civilización humana.

En nuestro intercambio, hablamos sobre la importancia de vencer el egoísmo y sobre la necesidad de una religión que permita a la gente, en el mundo actual, fusionarse con la «realidad espiritual suprema» del universo. Coincidimos en que el verdadero papel de la religión era ayudarnos a transformar nuestros deseos egoístas y a elevar nuestro yo inferior y pequeño, para que se manifieste como un yo superior y abarcador de la totalidad.

El profesor Toynbee se mostró de acuerdo con el punto de vista fundamental del budismo, como «sistema universal de leyes de la vida», adecuado para representar la «realidad espiritual suprema».[33]

La Ley Mística es el principio fundamental que subyace al universo y a la vida, precisamente lo que el profesor Toynbee señaló con la expresión «realidad espiritual suprema».

Cuando dedicamos nuestra vida a la Ley Mística, rompemos el cascarón de ese yo inferior, gobernado por el deseo y sofocado por el sufrimiento. Asumimos las aflicciones de los demás como propias, y volvemos a ese yo superior que anhela la felicidad de uno y de los demás en la misma medida. Esta idea fundamental –la filosofía de la revolución humana– es lo que el mundo actual reclama imperiosamente.

«¡CONVERTIRNOS EN ETERNOS VENCEDORES!»

En el poema «Jóvenes, escalen la montaña del kosen-rufu del siglo XXI», escribí:

La fe significa no temer a nada,
¡convertirnos en eternos vencedores!
Se encuentra en los actos que forjan
personas de humanismo extraordinario
y que unen a la gente, la sociedad y la Ley budista.

«Convertirnos en eternos vencedores» es construir una identidad fuerte, invencible, resiliente, que sea inseparable de la Ley Mística eterna.

Unimos «a la gente, la sociedad y la Ley budista» cuando ejercemos libremente la «sabiduría de la verdad que opera de acuerdo con las circunstancias cambiantes», de acuerdo con el «principio de la verdad eterna e invariable» y damos espléndidas pruebas tangibles en el ámbito social.

Las «personas de humanismo extraordinario» son las que cumplen «el juramento compasivo del Buda [cuyo pensamiento constante es la iluminación de todos]»[34], decididas a posibilitar la felicidad de ellas mismas y de todos los semejantes.

Desafiarse en inseparabilidad de maestro y discípulo da alas a los jóvenes, para que remonten vuelo hacia un desarrollo dinámico sin límites.

Ustedes y yo estamos siempre unidos, cada vez que entonamos Nam-myoho-renge-kyo, que es un poderoso rugido de león, con el juramento de avanzar en pos del kosen-rufu.

UN PASO TRAS OTRO, HACIA UNA NUEVA CUMBRE DEL KOSEN-RUFU

Ahora, haciendo flamear el estandarte de la verdad de la Ley Mística y aspirando al eterno futuro del Último Día, marchemos hacia la meta de una nueva cumbre del kosen-rufu, la paz y la felicidad de todo el género humano. ¡Les pido que concreten ese ascenso paso a paso, cada vez con más ánimo y fortaleza, junto a mí y a nuestros camaradas del mundo!

¡Hagamos resonar en todo el universo el canto triunfal de nuestra firme decisión y la alegre oda a la vida de la Soka!

(Traducción del artículo publicado en la edición de noviembre de 2021 de Daibyakurenge).


[24] Namu o su variación fonética nam deriva del sánscrito namas.

[25]OTT, pág. 3. Este texto es una compilación de las enseñanzas orales de Nichiren Daishonin sobre el Sutra del loto, expuestas durante sus años en el monte Minobu. Fueron registrados y recopilados en dos volúmenes por su discípulo y sucesor Nikko Shonin.

[26 OTT, pág. 3.

[27]Ib.

[28]En el gongyo, el pasaje es el siguiente: «Mai ji sa ze nen. I ga ryo shujo. Toku nyu mu-jodo. Soku joju busshin».

[29]Aquí se ha cambiado la traducción del último pasaje del capítulo «Duración de la vida» para expresar el significado de la enseñanza del Daishonin sobre él. La traducción original dice: «Mi pensamiento constante es…».

[30]On the Eighteen Perfections (Sobre las dieciocho perfecciones), en WND-2, pág. 909.

[31]Los tres cuerpos se refieren al cuerpo del Dharma, al cuerpo de la recompensa y al cuerpo manifiesto. El cuerpo del Dharma es la verdad o Ley fundamental con respecto a la cual está iluminado un buda. El cuerpo de la recompensa es la sabiduría necesaria para percibir la Ley. Y el cuerpo manifiesto es la conducta compasiva que lleva a cabo un buda para guiar a las personas a la felicidad.

[32]OTT, pág. 214.

[33]Véase TOYNBEE, Arnold y Daisaku IKEDA: Elige la vida, Guadalajara y Rivas-Vaciamadrid: Instituto Ikeda y Ediciones Civilización Global, 2022, pág. 395.

[34]Preguntas y respuestas referidas a abrazar el «Sutra del loto», en END, pág. 65.

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