En este número, rebosante de expectativas hacia la juventud, dedicamos esta sección a entrevistar a tres jóvenes de la SGEs que desempeñan actividades cuyo propósito es contribuir a una transformación positiva de la sociedad desde sus respectivos entornos.
En primer lugar, gracias por aceptar estas entrevistas.
TOM, sabemos que dedicas parte de tu tiempo libre a la limpieza de las playas de tu ciudad. Por favor, háblanos de ello.
Efectivamente, desde hace años participo en jornadas de limpieza de playas organizadas por diferentes entidades. La actividad consiste en llegar al punto de encuentro, donde los organizadores están esperando con todo el material necesario (bolsas, guantes, etc.) y, durante una hora, recoger todo el plástico, toallitas y colillas que se encuentran por la playa. Cuando termina la hora, se junta toda la basura para separarla, y en ese momento se ve el impacto que tiene el esfuerzo colectivo. La actividad no solo sirve para limpiar las playas, que es un trabajo que nunca acaba, sino que también ayuda a concienciar a las personas de la importancia de proteger nuestro litoral.
Es admirable. ¿Cómo empezaste a realizar esta actividad?
Hace años sentía mucha ecoansiedad. Cuando empecé a practicar el budismo Nichiren en la Soka Gakkai, comencé a buscar la forma de sobrepasar la sensación de impotencia y tomar acción.
Limpiar playas puede parecer una acción insignificante, pero hacerlo ha puesto en marcha muchas cosas en mi vida: tras muchas horas de oración, hace dos años decidí cursar un posgrado en Gestión Ambiental. No ha sido fácil porque el español no es mi lengua materna, pero conseguí finalizarlo y ahora mi gran meta es encontrar un trabajo en el ámbito de la sostenibilidad.
Enfrentamos retos que a veces resultan abrumadores, pero mi práctica budista diaria me ayuda a mantener el espíritu de lucha y a enfocarme en lo que puedo hacer yo.
¿Hay algún pasaje de la orientación de Daisaku Ikeda que haya sido particularmente relevante para ti en este camino?
En el volumen 15 de La nueva revolución humana, Sensei escribe sobre un caso de grave contaminación por mercurio en Minamata (Japón) en los años setenta. Relatando la ardua lucha de la población y de los miembros locales de la Soka Gakkai para revertir la situación, hasta llegar a que las empresas implicadas pagaran una reparación a las víctimas, dice allí: «La contaminación ambiental es una manifestación de la función demoniaca que amenaza la existencia de la humanidad, y que, de forma gradual pero sin pausa, está irguiendo su siniestra cabeza. Espero que todos sean conscientes de que nuestro propósito es luchar contra esta injusticia y proteger la vida. También deseo recordarles que el budismo brinda el medio para solucionar este problema».[1]
Este pasaje me impactó porque me enseñó que, hace más de cincuenta años, Sensei ya estaba luchando por nuestro medio ambiente, y me alentó a levantarme también yo, en el lugar donde estoy.
LOURDES, cuéntanos en qué consiste tu trabajo, por favor.
Desde hace nueve años me dedico a representar a actrices y actores, acompañándolos en su recorrido artístico y contribuyendo de manera activa a que concreten sus metas en el campo de las artes visuales y escénicas.
Qué estimulante. ¿Cómo llegaste a esta profesión?
Siempre he tenido un vínculo muy especial con el teatro; de hecho, de pequeña me ayudó a superar un mutismo selectivo. Supongo que eso influyó en que, con veintiséis años, me planteara dedicarme de manera profesional a la mediación artística. Entonces no tenía contactos en la industria, pero estaba determinada a intentarlo. Mi pareja de ese momento era actor y quería cambiar de representante; necesitaba a alguien que negociara su siguiente contrato, y yo me ofrecí. Ese fue el comienzo.
Los inicios fueron muy duros porque no obtenía beneficios económicos suficientes para vivir exclusivamente de ello y tuve que compatibilizar esta actividad con otro trabajo muy exigente. Además, mi entorno no compartía mi decisión; mi familia me aconsejaba que me dedicara al derecho, aquello en lo que me había formado, pero no me desalenté y seguí adelante.
Eres, evidentemente, una persona valiente. De hecho, el coraje constituye una de las cualidades del buda. ¿Podrías hablarnos del modo en que se relacionan tu práctica budista en la SGEs y tu desempeño profesional?
Me emociona la parte humana que hay detrás de este trabajo. Es un oficio de muy difícil acceso y también es muy complicado mantenerse en él, debido a su intermitencia. Además, como las personas que nos dedicamos al arte solemos ser muy sensibles, la implicación emocional con mis representadas y representados me resulta imprescindible y aquí es donde la práctica me permite profundizar en mi fe y extraer sabiduría. Sobre esa base, puedo mantener diálogos de corazón a corazón y alentarles a que vean más allá de sus circunstancias: a que, a través de los obstáculos que enfrentan día a día en la profesión, creen valor y transformen las derrotas en oportunidades de victoria. Quiero que se sientan respaldados de manera sólida y me vean como una aliada leal que confía en su ilimitado potencial y en que lograrán sus objetivos.
Hay unas palabras de aliento que me inspiran especialmente en el desarrollo de mi labor: «Ayudar a otros a descubrir su potencial es una meta que se logra mediante la interacción de vida a vida. Si queremos contribuir al crecimiento de las personas debemos dedicarnos con todo nuestro ser y aplicarnos con pasión al diálogo. Solo siendo sinceros y entusiastas podemos legar a conmover la vida de los demás».[2]
Qué hermoso… gracias. Para concluir, ¿te gustaría compartir alguna determinación para el futuro?
A día de hoy, llevo ya años dedicándome en exclusiva a la profesión. La agencia tiene un buen ritmo y cada año el volumen de trabajo aumenta. En poco tiempo hemos conseguido que actores y actrices que no habían tenido oportunidades o que arrastraban situaciones de estancamiento profesional consigan contratos e incluso reciban premios y reconocimientos. Mi determinación, desde la profunda gratitud a la confianza que depositan en mí, es seguir impulsando sus carreras artísticas basada en mi práctica budista.
FEDERICA, eres masajista, oficio al que te dedicas junto a tu marido. ¿Cómo llegaste a practicarlo?
Desde pequeña sentía que quería ayudar y cuidar de los demás, pero no encontraba el camino. El recorrido ha sido largo: tengo una carrera en Italiano para la Intermediación Cultural y de Empresa, y un máster en Gestión y Administración de Empresas. He trabajado como profesora de italiano, intérprete, comercial de publicidad en un periódico, camarera, cocinera y niñera, y nada me satisfacía del todo. En esta constante búsqueda, llegué también a tener una tienda de tés, infusiones y terapias naturales, y participé en diferentes seminarios y cursos. Fue en 2018, cuando llegó la práctica budista a mi vida, que todo empezó a cobrar forma hasta que, en 2020, llegué a crear mis sesiones de masaje relajante y de respiración. ¡Por fin encontré el medio para cuidar de los demás!
Enhorabuena. ¿Podrías hablarnos un poco más sobre ese vínculo entre tu práctica budista y tu actividad laboral?
La práctica budista y las actividades de la Soka Gakkai han sido el motor para descubrir mi vocación real y extraer la sabiduría para avanzar en mi proyecto de vida. Gracias al daimoku y a la determinación, mi marido y yo hemos construido la armonía necesaria para poder trabajar juntos y demostrar a nuestras familias que este es nuestro camino.
Empezamos intentando crear valor a partir del cuidado del cuerpo; hoy nos hace muy felices y nos da estabilidad económica. Cada sesión es única, siempre llena de aprendizaje, y nos permite tener cada día diálogos increíbles.
A través del estudio budista, ¿has encontrado algún escrito o pasaje que haya sido particularmente relevante en este camino?
Siempre que lo he necesitado, leyendo La nueva revolución humana, materiales publicados en el sitio web de la Soka Gakkai o la revista Civilización Global he encontrado el aliento perfecto para seguir avanzando. En particular, me acompaña y me sigue inspirando un pasaje que dice: «En la fe es importante la continuidad y la perseverancia. Pero esto no significa hacer hoy lo mismo que ayer. Pues eso sería asumir la fe como un simple hábito. El significado real de mantener la continuidad en la fe reside en enfrentar nuevos retos cada día, con una renovada determinación».[3] Con esto presente, todos los días renuevo mis determinaciones.
El nuevo reto que he emprendido este año con mi marido es una formación para convertirnos en profesores de yoga. Queremos ampliar nuestros conocimientos para tener más herramientas para poder seguir atesorando a las personas a través del cuidado del cuerpo. Encontrar el curso y la escuela que cumpliese todas nuestras necesidades ha sido una gran prueba real para nosotros. Seguiré orando, estudiando y determinando para lograr todos mis objetivos. Sé que, si de verdad quiero alentar a los demás, el único camino es el daimoku y la fe absoluta en el Gohonzon para poder iluminar mi entorno a través de mi revolución humana, mis pruebas reales y mi felicidad absoluta.
[1] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 15 y 16, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2019, pág. 18 (adaptado).
[2] ↑ Véase https://www.sokaglobal.org/es/resources/daily-encouragement/may-5.html.
[3] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana. Volúmenes 25 y 26, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2022, pág. 458.