Del volumen 30 de La nueva revolución humana
A las 20.30 horas del 16 de mayo de 1981, mientras pensaba en el desarrollo del kosen-rufu en Europa, Shin’ichi llegó al aeropuerto de Frankfurt. Visitaba Alemania Occidental después de dieciséis años. (Pág. 224)[1]
Al día siguiente, 17 de mayo, Daisaku Ikeda se encontró y dialogó con intelectuales destacados de diversas disciplinas, como Gerhard Olschow –experto en protección del medio ambiente– y Josef Derbolav –especialista en pedagogía y filosofía griega– de la Universidad de Bonn, o N. A. Khan, especialista en otorrinolaringología de la Universidad Libre de Berlín. Creía firmemente que los problemas que enfrentaba la humanidad estaban estrechamente interrelacionados, y con sus diálogos anhelaba transmitir ampliamente la profunda mirada del budismo del Daishonin sobre la vida y encontrar conjuntamente soluciones a los problemas comunes. También era consciente de que las sugerencias y las ideas que podían proporcionar estos intercambios serían limitados, pero «tenía la confianza y la esperanza de que sus iniciativas incentivaran a muchos jóvenes a seguir su ejemplo y que alumbraría el camino a seguir en bien de la humanidad» (pág. 225).
Por la tarde, en una reunión de intercambio que contó con la participación de miembros de Alemania, los Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Noruega, Austria e Italia, el maestro Ikeda se dedicó con esmero a responder a todo tipo de preguntas de los jóvenes: sobre el divorcio, cada vez más frecuente en Occidente; sobre la importancia y el sentido de practicar dentro de una organización; y sobre la situación política de Alemania, que seguía dividida en bloques occidental y oriental. A la vez, aprovechó la ocasión para aclarar que el punto de partida y de llegada del budismo es y será siempre el ser humano, independientemente de la ideología vigente:
Cualquiera que sea el ideal de un sistema social, resultará inconsistente, un castillo de arena, si no hay concomitantemente una transformación profunda en el fuero interno del ser humano (pág. 227).
Como si quisiera refrendar sus palabras con la acción, al día siguiente, tras visitar la casa de Johann Wolfgang von Goethe, Ikeda Sensei salió de Alemania Occidental y partió hacia la República Popular de Bulgaria, país comunista.
Llegó a Sofía el 20 de mayo, por invitación de Lyudmila Zhivkova, presidenta del Comité Cultural búlgaro. El país estaba celebrando el 1300.º aniversario de su fundación y Sensei participó en diversas actividades culturales organizadas para la ocasión. Además, se encontró con el presidente del Comité de Ciencia y Progreso Técnico, Nacho Papazov, quien le expresó el deseo de establecer intercambios con la Universidad Soka; con el ministro de Educación, Alexander Fol; y el presidente del Consejo de Estado, Todor Zhivkov. También recibió un doctorado honoris causa en Educación y Sociología por la Universidad de Sofía; se trataba del tercero que le era otorgado.
Tras cinco días sembrando en el suelo búlgaro semillas de confianza, que florecerían unos años después, el 25 de mayo llegó a Viena para encontrarse con miembros austriacos; con el sociólogo Bryan Wilson; con el director de la Ópera Estatal de Viena, Egon Seefehlner; y con el viceministro de Educación y Artes, Fred Sinowatz. También visitó la casa de Beethoven, donde este había residido en el momento de mayor desesperación por su sordera, y donde había logrado trascender la tentación del suicidio gracias a la música. Allí, superando la desesperanza, Beethoven había compuesto su obra más famosa, el Himno a la alegría –que, por cierto, desde 1985 es el himno oficial de la Unión Europea–. Ante su ejemplo, Ikeda Sensei reflexionó: «Tomar conciencia de nuestra propia misión nos da fuerza para poder superar cualquier prueba y revés que la vida nos depara. Cuando tenemos una misión a la cual consagrar la vida, surge en nosotros ilimitada valentía» (pág. 246).
Reafirmándose en su propia misión, siguió el viaje hacia su siguiente destino: Pisa, Italia. Cuando llegó, se alegró de la cantidad de jóvenes que habían surgido en los veinte años pasados desde su primera visita. Durante su permanencia en la Toscana, se encontró con Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma, pero sobre todo se dedicó a orientar y a responder a las preguntas de la juventud:
Sentía que tal vez no tendría oportunidad de encontrarse nuevamente con ellos, y no podía desaprovechar un solo instante. Cada momento era, para él, un serio desafío. (Pág. 252)
En la tierra de Dante Alighieri, Ikeda Sensei y los jóvenes dialogaron sobre la justicia, la muerte y el renacimiento italiano. Alentó a cada uno a «asumir la responsabilidad del kosen-rufu y levantarse solo, sin depender de nadie» (pág. 253), y a lanzarse a diálogos valientes: «El diálogo tiene el poder de unir a las personas y crear una nueva era» (pág. 255).
De ahí continuó hacia Milán, donde visitó la editorial Mondadori y se reunió con el director de La Scala, Carlo Maria Badini, y el alcalde de la ciudad, Carlo Tognoli. Tras dialogar también allí con los miembros más jóvenes, el 5 de junio voló a Marsella.
Nada más llegar se dirigió al Centro Cultural Europeo de la Soka Gakkai, en la localidad de Trets, donde lo esperaban responsables de trece países europeos. Al día siguiente, un histórico 6 de junio, tras reunirse con el alcalde de Trets, Jean Feraud, se dirigió de nuevo hacia el Centro Cultural para conmemorar el 20.º aniversario del kosen-rufu en Europa en un curso estival. Ante miembros locales y quinientos representantes de dieciocho países, Ikeda Sensei proclamó:
Hoy, 6 de junio, marca el inicio de este curso de capacitación a partir del cual alzaremos el vuelo hacia el siglo XXI, y a su vez, es el natalicio del presidente fundador de la Soka Gakkai Tsunesaburo Makiguchi. ¿Qué les parece si designamos esta jornada tan significativa como «Día de Europa» y hacemos que cada año sea un punto de partida en el que renovamos nuestro compromiso de avanzar juntos nuevamente? (Pág. 262)
Ese día, con el monte Sainte-Victoire de fondo, el maestro Ikeda quiso reafirmar la convicción de los primeros dos presidentes de la Soka Gakkai, que «el camino hacia la paz se encontraba más allá de la competencia militar, política y económica» (pág. 262) y que era el momento de establecer lo que Makiguchi había llamado «competencia humanista» (pág. 262). Esa era la clave para la victoria verdadera.
Casi sin descanso, el 10 de junio Sensei viajó a París, donde se encontró con René Huyghe, miembro de la Academia Francesa, y con Alain Poher, presidente del Senado. Posteriormente, en un encuentro organizado para conmemorar el 20.º aniversario del kosen-rufu en Francia, sorprendió a los miembros animándolos a trazarse metas con las miras puestas en 2001. Estaba convencido de que «cuando trazamos objetivos, en el firmamento de nuestro porvenir brilla el sol y sale un hermoso arcoíris de esperanza» (pág. 272). Al mismo tiempo, reafirmó la importancia de la unión en la organización y de las reuniones de diálogo:
Si continúan estas reuniones todos los meses, durante años, sin falta se generará allí una fuerza que impulsará la unión y el avance. En la reiteración de estos esfuerzos que no son precisamente llamativos y pasan muchas veces desapercibidos suele estar la causa de las grandes victorias; son como las olas que terminan degradando las rocas hasta convertirlas en arena a fuerza de golpearlas con su continuo vaivén. (Pág. 274)
El 16 de junio, Ikeda Sensei partió hacia Nueva York. Había permanecido en Europa justo un mes, dándolo todo en sus diálogos, convencido de que «esa era la manera más segura de dar apertura a una nueva era del kosen-rufu» en el continente» (pág. 274).
¿Qué les parece si […] hacemos que cada año [el 6 de junio] sea un punto de partida en el que renovamos nuestro compromiso de avanzar juntos nuevamente?
6 DE JUNIO · DÍA DE MAESTRO Y DISCÍPULO DE EUROPA
Las novedades relacionadas con la celebración del 6 de junio en la Soka Gakkai de Europa se irán reflejando en el sitio web: https://www.6thjune.eu/
[1] ↑ Este y los siguientes números de página se refieren a IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vol. 30, parte I, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2021.