Vivir en tiempos de crisis


El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se creó en 1950. A través de sus oficinas, establecidas en 132 países y territorios, apoya a personas que se han visto forzadas a abandonar sus hogares a causa de conflictos y otras circunstancias. Actualmente, tanto en Ucrania como en los países vecinos se esfuerza en proteger a las personas desplazadas tras el 24 de febrero, en colaboración con distintas administraciones y organizaciones civiles. Lo que sigue es una entrevista sobre la situación y sobre las actividades que está realizando ACNUR con su representante en Japón, Karen Madeleine Farkas.

Karen M. Farkas, representante de ACNUR en Japón, entrevistada por el Seikyo Shimbun | Foto: Seikyo

ACNUR viene operando en Ucrania desde 1994. Ante el agravamiento de la situación, ¿cuál es su principal ocupación actualmente?

Ahora mismo hay 116 empleados de ACNUR en Ucrania que se dedican a actividades de apoyo y atienden distintas situaciones en colaboración con otras oficinas en los Estados vecinos.

Por un lado, más de 3,6 millones de personas han huido del país en busca de refugio, mientras que aún hay unos 6,5 millones de personas que permanecen en el país por diversos motivos, y se cree que 12 millones de personas llegarán a necesitar asistencia. ACNUR está instalando en Ucrania y en los países vecinos alojamientos provisionales donde acoger a los evacuados, proporcionando mantas, sacos de dormir, hules, alimentos y materiales de auxilio para proteger la vida. Además, estamos ofreciendo servicios de orientación psicológica a personas con traumas, así como servicios de orientación jurídica a quienes solicitan protección internacional.

Otra importante labor que desarrollamos consiste en identificar a las personas evacuadas y entender dónde busca amparo cada una. No son pocos los casos en los que los miembros de una familia se encuentran evacuados por separado, por lo que, a través de comprobar y cotejar su identidad en cada punto de acogida, ayudamos a que estas familias se puedan reencontrar. Habiendo muchas personas que buscan refugio fuera del país, también nos comunicamos y coordinamos de antemano con las oficinas de los países vecinos, solicitando la preparación de la acogida.

Además de apoyo material, hemos oído que también empezarán a ofrecer apoyo económico.

Hasta ahora, cuando los desplazados alcanzaban números elevados a causa de conflictos, era habitual disponer de los llamados «campos de refugiados», donde se entregaban materiales de ayuda preparados con las donaciones recibidas de gobiernos y organizaciones de distintos países. Sin embargo, en los últimos años han aumentado las personas que se evacúan a zonas urbanas y no siempre se está adoptando el formato de campamentos en los lugares de acogida. Con ello, también está cambiando la forma de apoyarlas.

Son diversas las circunstancias en las que se hallan los desplazados: hay quienes han buscado amparo en casas de familiares, por lo que no se producen gastos de manutención, pero necesitan costear los gastos educativos de los hijos; hay personas que no tienen familia por lo que no se generan gastos educativos, pero no tienen donde vivir y necesitan ayuda para mantenerse. En cada caso, las necesidades son distintas.

Otro motivo es que muchos desplazados se encuentran «desplazándose» precisamente en estos instantes. Tener que transportar mantas y utensilios sin ayuda, en un momento en el que deben alejarse cuanto antes del lugar del conflicto armado en busca de refugio, supone una enorme carga. En este sentido, el apoyo económico ofrece a las personas desplazadas la opción de «escoger» ellos mismos lo que necesitan, haciendo que este tipo de autonomía les permita recuperar su «dignidad».

El 90 % de los desplazados de Ucrania son mujeres, niñas y niños y personas mayores…

En esta crisis humanitaria son muchas las personas que se están solidarizando con los desplazados y accediendo a colaborar con sentido de benevolencia. Sin embargo, desgraciadamente, no podemos negar que también hay personas que buscan aprovecharse de esta situación inestable. Tenemos que ser conscientes de que existen ambos tipos de personas.

A menudo, los desplazados no están familiarizados con la geografía del lugar en el que se encuentran y, una vez fuera del país, incluso pueden no conocer el idioma. Así que no son pocos los casos en los que, aprovechándose de tales circunstancias, hay quienes fingen prestar ayuda con la intención de secuestrar, tratar o explotar sexualmente a los desplazados. Especialmente, muchas niñas y niños se encuentran solos debido a que las familias han priorizado la seguridad de los hijos y los han desplazado aun sin haberlos podido acompañar por distintos motivos.

Para que estos niños no se vean afectados, ACNUR también está comprometido en redoblar esfuerzos para la identificación y la seguridad de los desplazados, además de solicitar a los gobiernos de los países vecinos que proporcionen un techo seguro y amparo para los refugiados.

Hace poco, la Soka Gakkai ha realizado una donación a ACNUR como ayuda para la asistencia humanitaria. Los medios de comunicación informan de que municipalidades de distintas regiones de Japón están considerando la acogida de refugiados desde Ucrania.

Estamos profundamente agradecidos a la Soka Gakkai por continuar tendiéndonos su mano en estos momentos de máxima dificultad.

Si no fuera por el apoyo de tantas personas no sería posible seguir prestando ayudas como las que he comentado. Es enormemente reconfortante y esperanzador ver cómo, desde los gobiernos hasta las municipalidades, empresas y organizaciones, se está ampliando la red de ayuda y solidaridad en Japón.

Lamentablemente, es una situación difícil y no será fácil que los refugiados de Ucrania puedan volver a tener una vida normal pronto. En tal sentido, deseamos seguir contando con un amplio apoyo de la sociedad internacional, no solo a través de la ayuda urgente que estamos recibiendo en estos momentos, sino también en los ámbitos de la educación, idiomas, salud y empleo, hasta que los desplazados puedan recuperar su vida cotidiana.

¿Cómo debemos hacer frente al problema de los refugiados?

En los últimos años, las personas que se han visto obligadas a desplazarse a causa de los conflictos han ido en aumento, y su número se ha duplicado en los últimos diez años, superando los 84 millones en junio de 2021. Los niños que han nacido en condición de refugiados han alcanzado el millón. Bajo esta realidad, el Pacto Mundial sobre los Refugiados adoptado por la ONU en 2018 dispone que cualquier organismo de la sociedad civil, como las autonomías o las organizaciones religiosas, así como los medios de comunicación, tienen sus particulares funciones.

Por ejemplo, estamos muy agradecidos a iniciativas como las que lleva a cabo la Universidad Soka, acogiendo a estudiantes refugiados de Siria y otros lugares.

Hoy, son muchas las personas que reflexionan sobre la situación en la que se encuentran los desplazados y refugiados, percibiendo de cerca lo que significa abandonar el hogar y verse perseguido, y muestran su disposición a colaborar. Deseamos que, a través de que se hable del problema de los refugiados con el entorno, o de que se sepa que en Japón también viven personas refugiadas, se expanda la red de personas que emprenden acciones. Esperamos que esta crisis pueda ser la oportunidad para hallar una salida al problema de los refugiados en el mundo.

Karen Madeleine Farkas, de nacionalidad australiana, trabaja para ACNUR desde 1982. En Suiza ejerció como examinadora, directora administrativa de recursos humanos, comisaria de asuntos financieros y directora de asuntos financieros y de la Oficina de Asuntos Generales, entre otras responsabilidades. También ha estado a cargo de la atención de situaciones de emergencia en República Democrática de Congo, Irak, República de Macedonia del Norte, República de Sudáfrica, entre otros. En 2020 se incorporó a su puesto actual.

(Traducción del artículo publicado el 25 de marzo de 2022 en el Seikyo Shimbun).

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