Civilización Global Agosto 2010

3,20

Disponibilidad: Hay existencias

Dedicamos este número de agosto de Civilización Global a publicar diversos ensayos de Daisaku Ikeda dedicados a artistas, jóvenes y hombres y a un especial del Departamento Futuro. “No desesperen cuando las cosas no marchan como habían planeado. No se depriman ni se compadezcan de su propia situación. Sean pacientes y perseveren, echando sólidas raíces y creando la causa para que surjan circunstancias más afortunadas en el futuro.” La juventud es una época de impaciencia, y en su ensayo dirigido a los jóvenes Daisaku Ikeda nos recuerda, a la gente joven y a la gente adulta, que la fe consiste en “echar raíces de felicidad en el suelo de nuestra realidad actual” y en cultivar la seguridad de que es sólo cuestión de tiempo para que asomen brotes que anuncian “la llegada de una primavera de éxitos y triunfos”. Vivimos en una época difícil y compleja, es verdad, pero tampoco fue fácil la vida de las generaciones anteriores que sufrieron una guerra o la falta de libertad. En todo caso, para todas las personas y todas las circunstancias, lo más crucial es que no nos dejemos abatir ni derrotar, jamás. “Sean sabios y fuertes, y amplíen su capacidad” nos exhorta Ikeda. La juventud es una época turbulenta emotiva y físicamente, pero hay profesiones que perpetúan esta turbulencia y la mantienen de forma casi permanente. Es el caso del arte: a la necesidad de ponerse constantemente en discusión para conservar la capacidad de crear, se añade la precariedad laboral que el arte casi siempre impone a los artistas. En el ensayo dirigido al Departamento de Artistas, Ikeda recuerda como Tsunesaburo Makiguchi, el fundador de la Soka Gakkai, recalcaba el valor de la belleza, que consideraba directamente vinculado a la felicidad. “Siempre, aun durante la guerra, cuando la barbarie era moneda corriente, él mantuvo su aprecio por las artes y la cultura.” Y añade: “En la vida creativa palpita un gozo insuperable, que da origen al poder unificador del arte, a tono con la Ley fundamental del universo.” Para quien práctica el budismo de Nichiren Daishonin, el arte está muy cerca de la vida diaria. “Cuando trabajamos al máximo para hacer florecer nuestra vida, ella en sí misma se convierte en una inspiradora obra de arte.” El espíritu de búsqueda y la determinación de no dejarse vencer jamás por las circunstancias nos permiten ampliar la vida y abrazar a otros en un esfuerzo constante por cultivar la amistad y la confianza de que “brotarán altos árboles de paz, que ninguna tormenta logrará derribar.” En el ensayo sobre Ikeda rememora la época en que empezó a planear la idea de fundar, algún día, un museo de bellas artes para contribuir a crear un arte humanístico para la nueva época, y a unir a los pueblos del mundo a través de promover el intercambio cultural. “Vislumbré que, algún día, haría sentir orgullosos a nuestros miembros con ese museo que pondría al alcance del pueblo tesoros artísticos de todo el globo.” Este proyecto es hoy una realidad reconocida y apreciada en todo el mundo. “Vivimos en una época en que crece la alienación entre personas” nos advierte Ikeda en el ensayo dirigido al Departamento de Hombres. “Los hombres que brillan como el oro son individuos capaces de brindar aliento cálido y abierto, más que aquellos que permanecen en silencio retraídos atrás de un aire de dignidad.” A brillar entonces, como el oro, o como el sol del verano. ¡Feliz lectura!

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