A continuación se transcribe el mensaje enviado por Daisaku Ikeda a la reunión de la sede central para responsables en la que se celebró el inicio del «Año del avance y de los valores humanos», en el Auditorio Toda de Sugamo, Tokio, el 11 de enero pasado.
[…] EN ENERO DE 1945, Josei Toda, encarcelado en la penitenciaría de Sugamo, se enteró de que su maestro Tsunesaburo Makiguchi, también preso por sus convicciones, había fallecido [el 18 de noviembre del año anterior]. Desde las honduras de su pesar y de su indignación, el Toda Sensei se puso en pie como un indómito campeón de la Ley Mística.
Cuando salió de la cárcel, portando el gran juramento de su mentor, decidió cambiar su antiguo nombre Jogai («fuera del castillo») por uno nuevo: Josei («el sabio del castillo»). En un Japón arrasado por la guerra y en ruinas, se levantó a reconstruir el castillo de la Soka Gakkai, cuya misión es lograr el kosen-rufu.
Han transcurrido setenta y cinco años desde entonces. En esta primera reunión del «Año del avance y de los valores humanos», colmado de la más profunda gratitud a los maestros Makiguchi y Toda, quiero ofrecer una de mis obras caligráficas para que sea exhibida en el Auditorio Toda de Sugamo, este magnífico recinto del maestro y los discípulos. Los trazos dicen: «El castillo de valores humanos de la Soka». La inscribí, cierto año, el primer día de la primavera de acuerdo con el antiguo calendario lunar, y es la primera vez que se exhibe en público.
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Quisiera aquí definir este castillo que hemos construido los maestros y discípulos de la Soka.
En primer lugar, y por encima de todo, es un castillo del pueblo.
A lo largo de la historia, ha habido demasiados castillos que han sido símbolos de un poder autoritario o condescendiente con las personas comunes. Por eso, la convicción del maestro Toda fue que solo podríamos clausurar el ciclo de sufrimiento que sometía a la humanidad, originado en la naturaleza demoníaca del poder, cuando construyéramos un castillo de valores humanos… Es un castillo del pueblo, hecho por el pueblo y para el pueblo, basado en la Ley Mística, que es la enseñanza de la iluminación universal.
Este castillo que hemos construido los maestros y discípulos de la Soka […] es un castillo del pueblo, hecho por el pueblo y para el pueblo, basado en la Ley Mística, que es la enseñanza de la iluminación universal.
[…] Nichiren Daishonin declara: «En el Último Día de la Ley, no existe otra Torre de los Tesoros más que la figura de los hombres y mujeres que abrazan el Sutra del loto [Nam-myoho-renge-kyo]».[1] Con este espíritu del Daishonin en nuestro corazón, hemos construido un castillo del pueblo dedicado al kosen-rufu. Hemos trabajado estrechamente al lado de la gente que sufre y hemos ayudado a una persona tras otra a revelar su brillante potencial y a marchar erguida con suprema nobleza, como una «torre de los tesoros» de la Ley Mística.
Además, cada uno de nuestros centros comunitarios y culturales de la Soka Gakkai es un castillo del pueblo que está contribuyendo a la prosperidad y a la seguridad de sus comunidades.
Por ejemplo, tras el gran terremoto de Hanshin de 1995 –del cual este mes se han cumplido veinticinco años–, y del seísmo y tsunami de Tohoku de 2011, así como en otros diversos desastres naturales, las instalaciones y edificios de la Soka Gakkai han servido como centros de evacuación y de asistencia en tareas de rescate, auxilio y reconstrucción. Nuestros miembros, con su apoyo sincero y constante a sus conciudadanos, han hecho gala de una resiliencia increíble ante la adversidad y han ayudado a muchas otras personas a fortalecerse como ellos. Hoy y siempre, siguen trabajando cada día con la noble determinación de no ser vencidos jamás.
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Nuestro castillo del pueblo es, también, un inexpugnable castillo de paz.
En esta época incierta, de discordia y de división cada vez más acentuadas, los ciudadanos globales de la Soka están superando todas las diferencias con tal de crear lazos de amistad y expandir la paz. Lo están haciendo con el poder de la filosofía del Camino Medio, asentada en el respeto a la vida humana; con el poder del diálogo humanístico, el discurso y la palabra escrita; y con el poder del intercambio cultural y educativo para unir los corazones. Por eso, gente de todo el mundo tiene confianza y expectativas en nuestro movimiento.
Este año se cumple el septuagésimo quinto aniversario de las Naciones Unidas (ONU), un baluarte de esperanza para el mundo. Redoblemos nuestro esfuerzo en apoyo de la ONU y sigamos promoviendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), mientras valoramos y empleamos el preciado potencial de cada individuo y fortalecemos la solidaridad de la familia global.
Desde nuestro gran castillo de la Soka, dedicado al ideal de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra» planteado por Nichiren Daishonin –que es, en otros términos, la paz mundial–, ¡hagamos que resuenen las campanas de la sabiduría y de la filosofía para despertar a la humanidad e inspirarla a avanzar por el camino de una creación de valor ilimitada!
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Nuestro castillo del pueblo es, también, un castillo de jóvenes rebosantes de esperanza.
Desde su fundación, la Soka Gakkai ha creído en los jóvenes, los ha forjado y los ha cuidado, dándoles oportunidades de desplegar su potencial. Puedo decir, con plena convicción, que ninguna otra organización se iguala a la nuestra en este sentido.
El Daishonin escribe que el Buda mantuvo a sus verdaderos discípulos ocultos en las profundidades de la tierra y declaró que a ellos les confiaría la propagación de la Ley Mística en el Último Día de la Ley.[2]
Desde la perspectiva del Sutra del loto y de los escritos del Daishonin, los jóvenes que han elegido surgir en esta época en Japón y en el mundo, para cumplir su juramento en bien del kosen-rufu, están unidos por los profundos lazos del karma, de la misión conjunta y la inmensa buena fortuna que comparten.
Encomiendo absolutamente la eterna transmisión de la Ley Mística a la pasión y la fuerza de nuestros admirables jóvenes y de los miembros del Departamento Futuro, quienes serán los líderes vanguardistas de nuestro movimiento en la década que nos conducirá al centenario de la Soka Gakkai –en 2030–. […]
¡En esta época en que cada vez sumamos a más jóvenes Bodisatvas de la Tierra e izamos junto a ellos nuestro estandarte de justicia y de coraje, abramos ilimitadamente las puertas a la felicidad y la victoria!
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La vida de cada uno de ustedes es un castillo, y nuestra mente es su soberano. El Daishonin cita esta frase del gran maestro T’ien-t’ai: «Si el gobernante de una ciudad amurallada no flaquea, los que custodian la fortaleza se mantendrán firmes».[3] De acuerdo con este pasaje, cuando continuamos entonando Nam-myoho-renge-kyo con el juramento de lograr el kosen-rufu, armados de una poderosa determinación en la fe, podemos activar las funciones protectoras del universo e incrementar el número de personas con quienes creamos vínculos positivos. Podemos forjar nuestra vida como un castillo monumental, indestructible como el diamante.
Durante el año que tenemos por delante, trabajemos al máximo de nuestra capacidad para no tener nada que reprocharnos, y adoptemos como consignas «¡Todos avanzamos!» y «¡Todos somos valores humanos!». Con espíritu brillante y optimista, generemos exuberantes beneficios en nuestra vida, intensificando nuestro esfuerzo por lograr la revolución humana y transformar el karma. Así, todos juntos, ¡lancemos un grito exultante de victoria perpetua y de profunda felicidad!
Durante el año que tenemos por delante, […] con espíritu brillante y optimista, generemos exuberantes beneficios en nuestra vida, a través de intensificar nuestro esfuerzo por lograr la revolución humana y transformar el karma.
¡Con la inigualable unión de «distintas personas con un mismo propósito», hagamos triunfar y florecer más que nunca el «Castillo de valores humanos de la Soka», y aceptemos el reto de transformar el destino de la humanidad!
(Traducción del artículo publicado el 12 de enero de 2020 en el Seikyo Shimbun). |
[1] ↑ Sobre la Torre de los Tesoros, en END, pág. 317.
[2] ↑ Véase Respuesta a Niiama, en END, pág. 490.
[3] ↑ La forma en que las deidades protegen el lugar de la práctica, en WND-2, pág. 668.