El Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente señala: La expresión «cuatro lados» [de la Torre de los Tesoros] se refiere al nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Empleamos estos aspectos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte para adornar la torre de nuestro cuerpo. Y cuando, en estas cuatro fases, entonamos Nam-myoho-renge-kyo, hacemos que ellas exuden la fragancia de las cuatro virtudes [o cuatro paramitas].[24]
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Nam representa el paramita de la felicidad; myoho, el paramita de la verdadera identidad; renge, el de la pureza, y kyo, el de la eternidad.[25]
TRANSFORMAR LOS CUATRO SUFRIMIENTOS EN LAS CUATRO VIRTUDES
En la conferencia que ofrecí en la Universidad de Harvard (en 1993), me referí a este pasaje del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente.[26]
El nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte son las cuatro aflicciones fundamentales, que ninguno de nosotros puede eludir. Las enseñanzas del budismo se expusieron para permitir a los seres humanos superar estos sufrimientos.
El budismo ofrece un medio para que todas las personas adquieran un estado de vida imbuido de las nobles virtudes de la eternidad, la felicidad, la verdadera identidad y la pureza. Quienes basan su vida en la Ley Mística no tienen por qué temer a nada. La vejez, la enfermedad y la muerte se convierten en tesoros inapreciables que adornan la «torre de los tesoros»[27] de nuestra vida.
Este pasaje del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente señala que los cuatro sufrimientos son los cuatro lados de esa torre. Mediante el poder de la Ley Mística –afirma el Daishonin–, hasta estas aflicciones pueden convertirse en las brisas fragantes de la eternidad, la felicidad, la verdadera identidad y la pureza, y acrecentar el brillo de la torre de tesoros que es nuestra propia vida.
LAS CUATRO VIRTUDES DEFINEN UN MARAVILLOSO ESTADO DE FELICIDAD ABSOLUTA
Examinemos ahora cada una de las cuatro virtudes.
«Eternidad» significa que el estado de budeidad inherente a la vida del Buda y a todos los seres es eterno a través del pasado, presente y futuro. «Felicidad» es un estado de tranquilidad que no sucumbe al sufrimiento. «Verdadera identidad» quiere decir que la budeidad es nuestro yo esencial; y que nuestra identidad genuina posee una fortaleza autónoma que nada puede vencer. «Pureza» es nuestra capacidad de vivir de manera pura, como una corriente de agua límpida y transparente, incluso en una época corrupta y perversa.
Estos cuatro atributos constituyen un maravilloso estado de felicidad absoluta, y también son recursos sublimes de una personalidad bien acendrada. En el pasaje antes citado del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin traza una correlación entre las cuatro virtudes y Nam-myoho-renge-kyo. Para nosotros, la clave para alcanzar un estado de vida de eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza es la práctica de entonar Nam-myoho-renge-kyo por nosotros mismos y de enseñar a otros a hacerlo.
El propósito de nuestra práctica budista es elevar nuestra vida mediante la fe en la Ley Mística. Recitamos daimoku ante el Gohonzon porque experimentamos las aflicciones del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte; hacerlo nos da el valor para afrontar los problemas de la vida. Así como la brisa intensifica el aroma del sándalo, la fe en la Ley Mística nos permite elevar nuestra vida, acendrar nuestra personalidad y brillar como seres humanos bajo el azote de los vientos adversos. La fragancia de las cuatro virtudes, que adorna la torre de los tesoros de nuestra vida, se disemina en las cuatro direcciones y da alegría y ánimo a incontables personas.
EL TREMENDO BENEFICIO DE ENTONAR UN SOLO DAIMOKU
Asimismo, cuando nos vemos asediados por los cuatro sufrimientos es precisamente cuando debemos fortalecer nuestra fe y hacer daimoku firmemente al Gohonzon. Tengamos la certeza de que, si lo hacemos, abriremos en nosotros el ilimitado estado de vida de la eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza.
Desde luego, la profundidad de nuestras oraciones no se mide por la cantidad de tiempo o lo mucho que entonemos Nam-myoho-renge-kyo. El Daishonin nos asegura que recitar el daimoku una sola vez genera tremendos beneficios, por ejemplo en dos escritos en los que leemos, respectivamente:
Por lo tanto, si usted recita las palabras del daimoku [Nam-myoho-renge-kyo] una sola vez, estará llamando y congregando a su alrededor la naturaleza de Buda de todos los seres vivos.[28]
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Cuando tenemos una fe así, se nos dice que una recitación de Nam-myoho-renge-kyo es equivalente a recitar la totalidad del Sutra del loto de la manera que indica el sutra y con una correcta comprensión de su significado; que entonarlo diez veces equivale a diez recitaciones del sutra; que entonarlo cien veces equivale a cien recitaciones del sutra, y que entonarlo mil veces es como recitar el sutra un millar de veces, llevadas a cabo tal como prescribe el sutra.[29]
Hay ocasiones en que las circunstancias tal vez no les permitirán hacer daimoku con voz resonante. En estos casos, entonen daimoku en silencio en su corazón. El señor Toda nos enseñó que incluso practicando de esta manera podíamos adquirir grandes beneficios.
Lo importante es tener el deseo y la seria determinación de practicar. Si su disposición de hacer daimoku es firme, sin falta acumularán buena fortuna. Además, entonar daimoku en el último capítulo de la vida, apoyados por el daimoku de sus camaradas y seres queridos, les permitirá coronar su existencia de total satisfacción.
CONSTRUIR LA SEGURIDAD Y LA PAZ EN NUESTRO INTERIOR
En una carta que el Daishonin envió desde el monte Minobu a un matrimonio de avanzada edad [el sacerdote laico de Ko y su esposa, la monja laica de Ko], residentes en la lejana isla de Sado, declara: «Ningún lugar es seguro. Tengan la certeza de que la Budeidad es la morada final».[30]
Esa «morada final» es el refugio seguro que uno alcanza finalmente, en su búsqueda del Camino. Es el indestructible estado de budeidad, imbuido de eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza, que fortalecemos dentro de nosotros. Es decir, un palacio imperecedero de paz y de seguridad.
El señor Toda decía: «En la vida, la esperanza es crucial. Mientras uno tenga esperanza, podrá triunfar y acometer cualquier dificultad. Será capaz de perseverar, pase lo que pase. Además, hay que saber perseverar. Porque las personas que no perseveran sucumben a las quejas y a la negatividad. Quienes avanzan, rebosan energía positiva. Cuando uno procede alegremente con una determinación bien clara, sin falta logrará el triunfo».
También señalaba: «Cuando uno posee una potente vitalidad, puede convertir un estado caracterizado por la queja sobre los problemas, los sufrimientos, la pobreza y otros infortunios en una vida colmada de luz y de alegría».
UNA FILOSOFÍA PACIFISTA Y DIGNIFICADORA DE LA VIDA
En uno de nuestros diálogos, el conde Richard Coudenhove-Kalergi (1894-1972), pionero de la unificación europea, me expresó sus expectativas sobre el futuro papel que cumpliría la Soka Gakkai: «Lo que Japón necesita exportar al mundo no es solo su producción de tecnología o de bienes materiales. Mucho más importante que eso es dar a conocer a otros países su gran filosofía: el pensamiento pacifista y dignificador de la vida del budismo, que se originó en la India, pasó a China y alcanzó su culminación en Japón».[31]
HACIA ADELANTE, SIEMPRE HACIA ADELANTE
En todo el orbe, la población busca con imperiosa necesidad una filosofía humanística que establezca el respeto a la dignidad de la vida. Por eso, nuestra red Soka comprometida con la causa del bien mayor ha tenido tanta expansión en el mundo.
En la medida en que nos dediquemos con alma y vida al ideal del kosen-rufu, tenemos asegurado el goce de una vida triunfal, sustentada en las cuatro virtudes de la eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza.
¡Sigamos avanzando con convicción, siempre hacia delante, con miras al 90.º aniversario de la Soka Gakkai (en noviembre de 2020)!
(Traducción del artículo publicado en la edición de noviembre de 2019 del Daibyakurenge).
[24] ↑ Cuatro virtudes: Cuatro nobles cualidades de la vida de un buda, también conocidas como «cuatro paramitas» o «cuatro paramitas virtuosos»: eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza. La palabra «paramita» significa “perfección” o “perfeccionamiento”. «Eternidad» significa lo inmutable y perpetuo. «Felicidad» alude a la tranquilidad que surge cuando se transcienden todos los sufrimientos. «Verdadera identidad» es nuestra naturaleza primordial e intrínseca. Y «pureza» es vivir sin ilusiones ni comportamientos errados.
[25] ↑ OTT, pág. 90.
[26] ↑ Segunda conferencia del presidente Ikeda en la Universidad de Harvard, presentada el 24 de setiembre de 1993, titulada «El budismo Mahayana y la civilización del siglo xxi».
[27] ↑ Torre de los Tesoros: Torre decorada con siete clases de materiales preciosos, que aparece en el capítulo «El surgimiento de la torre de los tesoros» (11.°) del Sutra del loto. Para afirmar que quienes creen en el Gohonzon son «torres de los tesoros», Nichiren Daishonin declara: «En el Último Día de la Ley, no existe otra Torre de los Tesoros más que la figura de los hombres y mujeres que abrazan el Sutra del loto». Véase END, pág. 317.
[28] ↑ END, pág. 137.
[29] ↑ WND-2, pág. 80.
[30] ↑ END, pág. 514.
[31] ↑ Coudenhove-Kalergi, Richard y Daisaku Ikeda: Bunmei: Nishi to Higashi (La civilización de Oriente y de Occidente), en Ikeda Daisaku Zenshu (Obras completas de Daisaku Ikeda), Tokio: Seikyo Shimbunsha, 2003, pág. 197.