En lo que respecta a entender el Sutra del loto, solo tengo una ínfima parte de la capacidad inmensa que tuvieron [los grandes maestros budistas] T’ien-t’ai y Dengyo[3] [de China y Japón, respectivamente]. Pero en cuanto a mi capacidad de resistir persecuciones y a la magnitud de mi amor compasivo por los demás, creo que T’ien-t’ai y Dengyo me respetarían profundamente.[4]
LAS CUALIDADES DE LA RESISTENCIA Y EL AMOR COMPASIVO
El primer pasaje que estudiaremos en esta entrega es una cita de La apertura de los ojos. Se trata de un importante fragmento en que Nichiren Daishonin describe su estado de vida como devoto o practicante del Sutra del loto en el Último Día de la Ley. Estas palabras ponen de relieve, una vez más, el profundo significado del surgimiento de la Soka Gakkai en el mundo [como movimiento que despliega las mismas cualidades notables de resistencia y amor compasivo que el Daishonin].
Los maestros T’ien-t’ai y Dengyo, de épocas anteriores, habían contribuido de manera invalorable a promover la comprensión correcta del Sutra del loto y a exponer, con gran lógica y racionalidad, su sabiduría universal. Pero, como dice el Daishonin, hay algo más importante aún para la propagación de dicha enseñanza en la época malvada del Último Día: la resistencia y el amor compasivo con los cuales guiar a la felicidad a las personas abrumadas por el sufrimiento. Ambas virtudes son esenciales para los practicantes del Sutra del loto. Al mismo tiempo, son los atributos que permitieron al Daishonin proclamar públicamente su enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo (el 28 de abril de 1253) e iniciar su gran lucha para difundirla en todo el mundo en esta época corrupta.
LA ARDUA CONTIENDA DEL DAISHONIN ANTES DE ESTABLECER SU ENSEÑANZA
En la parte precedente de La apertura de los ojos, el Daishonin describe sus pensamientos antes de dar a conocer su enseñanza.
Dice que había reflexionado profundamente sobre si debía hacerlo, sabiendo que, si lo hacía, sería perseguido por las autoridades. Pero, si se abstenía de ello, estaría actuando sin amor compasivo.[5] En última instancia, sintió que debía hablar, y hacerlo sin temor, antes que permanecer callado: «Si ante la persecución del soberano mi determinación llegara a flaquear, lo mejor sería que directamente no hablara. Mientras pensaba en esta cuestión, recordé las enseñanzas del capítulo “El surgimiento de la torre de los tesoros” sobre los seis actos difíciles y los nueve actos fáciles[6]».[7]
Los nueve actos fáciles son acciones imposibles, como levantar el monte Sumeru[8] y lanzarlo a lo lejos, cargar a las espaldas un fardo de heno y atravesar una gigantesca hoguera sin quemarse, o leer y memorizar tantos sutras como granos de arena hay en el Ganges.[9]
Por su parte, los seis actos difíciles incluyen desafíos como practicar el Sutra del loto y enseñarlo, aunque sea a una persona, en la época posterior a la muerte del Buda; este tipo de acciones se presentan como algo infinitamente más arduo que cualquiera de los otros nueve actos fáciles, en apariencia imposibles.[10]
¿Por qué entonces resulta tan difícil enseñar el Sutra del loto, incluso a una sola persona? Por un lado, tenemos la increíble dificultad de promover un cambio interior en la vida de una persona. Es algo que requiere un compromiso tenaz. En el Último Día de la Ley, en particular, este esfuerzo provoca resistencia y oposición. Y por eso hace falta perseverar. El poder de nuestro juramento dirigido al kosen-rufu es lo que nos permite resistir las pruebas y superar los obstáculos e impedimentos que encontramos.
Nichiren Daishonin escribe: «juré mantener el deseo potente e inquebrantable de salvar a todos los seres, sin jamás flaquear en mis esfuerzos».[11] Con este compromiso inalterable se lanzó a una enorme contienda, declarando que «así como las montañas se depositan sobre montañas, y las olas secundan a las olas, las persecuciones se suceden unas a otras y las críticas se suman a las críticas».[12]
En el proceso de resistir ante estas duras persecuciones, estableció la gran enseñanza para la iluminación de toda la humanidad, un budismo centrado en la gente, que permite a cualquier persona transformar su karma en misión, vivir su existencia al máximo y ser feliz.
EL KOSEN-RUFU ES LA EMPRESA MÁS DIFÍCIL DE TODAS
Otro nombre para el Buda es «El Que Puede Resistir».
Sin la capacidad de resistir, es imposible enseñar y practicar el Sutra del loto en este mundo saha[13] plagado de conflictos, en el Último Día de la Ley, una época donde el odio y la envidia son más intensos aún que en los tiempos de Shakyamuni.[14]
Los miembros de la Soka Gakkai, plenamente conscientes de que estos hostigamientos serían inevitables, nos pusimos de pie con el maestro Toda a la cabeza, como incomparable líder de la propagación. Nuestra labor por el kosen-rufu se vincula directamente con la gran lucha del Daishonin por difundir la Ley Mística en medio de dificultades interminables.
Una vez, en el aniversario de la fecha en que el Daishonin proclamó públicamente su enseñanza, hablé sobre los seis actos difíciles y los nueve actos fáciles para explicar por qué el kosen-rufu representa un desafío tal.
El Sutra del loto es la enseñanza para la iluminación de todas las personas. Nos permite derrotar la ignorancia fundamental[15] que existe en nuestro interior; mejorar y elevar nuestro estado de vida, y tomar conciencia de nuestra dignidad y nuestro ilimitado potencial. Las acciones de cada individuo que ha experimentado este proceso generan, de manera inevitable, olas de transformación con múltiples formas, completamente distintas de las que caracterizan al poder consolidado, cuyo propósito es mantener el statu quo. Aun sin proponérselo, esto despierta fricciones y conflictos e incluso, en ocasiones, una abierta hostilidad por parte del poder establecido.
Aun cuando, al obrar en la sociedad con el afán de establecer una enseñanza correcta para la paz en la tierra, tenemos las mejores intenciones y somos absolutamente sinceros, no podemos rehuir esa tensión inherente. Por eso, para llevar a cabo el kosen-rufu en el mundo saha, es indispensable tener un indómito espíritu de resistencia.
SALIR AL ENCUENTRO DE LA GENTE COMO AMIGOS
El amor compasivo es una cualidad inseparable de la resistencia.
Amor compasivo es apoyar a quienes sufren y a quienes están desconsolados. La palabra sánscrita para «amor compasivo» tiene la misma raíz que «amistad». El verdadero amor compasivo consiste en ser auténticos amigos de quienes padecen, salir a su encuentro y ayudarlos a aliviar su sufrimiento. Significa no abandonar a estas personas jamás, en ninguna circunstancia.
En el Sutra del nirvana hay una parábola que el Daishonin consideraba muy importante. Es la historia de una mujer pobre que hace un peligroso viaje con su bebé. Mientras cruzan el río Ganges y la fuerte corriente los empuja, ella mujer se niega a soltar al pequeño. Esta «maternal ternura» con que lo protege –es decir, su amor compasivo– frente a todos los obstáculos le permite renacer en el cielo de Brahma.[16]
El Daishonin afirma que esa persistente fortaleza, de no vacilar ante nada, como la que pone en juego esa madre sufriente y bondadosa en la parábola, es la clave para el logro de la budeidad. De ahí, su famoso pasaje de La apertura de los ojos: «Aunque mis discípulos y yo encontremos toda clase de dificultades, si no albergamos dudas en nuestro corazón manifestaremos la budeidad en forma natural».[17] Es una frase que nuestros miembros de todo el mundo, unidos en inseparabilidad de maestro y discípulo, han leído con su vida en su lucha victoriosa sobre obstáculos de toda índole.
Cuando pienso en estos pasajes recuerdo que el 3 de mayo es el Día de la Madre de la Soka Gakkai […]. De todo corazón, quiero agradecer y elogiar a cada una de las miembros del Departamento de Mujeres, nobles soles de la Soka, que nutren la vida, trabajan por la paz y viven con alegría y optimismo, sin dejar que ninguna dificultad o tormenta del karma las derrote.
(Continuar leyendo la parte 3/3).
[3] ↑ T’ien-t’ai (538-597), también conocido como Chih-i, propagó el Sutra del loto en China. Escribió el tratado Gran concentración e introspección y estableció la doctrina de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital. Dengyo (767-822), también llamado Saicho, difundió las enseñanzas del Sutra del loto en Japón y escribió obras como Principios sobresalientes del «Sutra del loto» y Clarificación de los preceptos.
[4] ↑ La apertura de los ojos, en END, pág. 254. Obra escrita por Nichiren Daishonin en Tsukahara (isla de Sado) en febrero de 1272, dirigida a todos sus discípulos. Revela que el Daishonin es el Buda del Último Día de la Ley, que encarna las tres virtudes de soberano, maestro y padre.
[5] ↑ Véase La apertura de los ojos, en END, pág. 300.
[6] ↑ Seis actos difíciles y nueve actos fáciles: Comparaciones expuestas en el capítulo «El surgimiento de la torre de los tesoros» (11.º) del Sutra del loto para ilustrar la dificultad de abrazar y propagar el sutra en el Último Día de la Ley. Los seis actos difíciles son: 1) propagar el Sutra del loto ampliamente, 2) copiarlo o hacer que alguien lo copie, 3) recitarlo, aunque sea por poco tiempo, 4) enseñarlo, aunque sea a una sola persona, 5) escucharlo o aceptarlo y preguntar acerca de su significado y 6) mantener la fe en él. Los nueve actos fáciles son proezas como las mencionadas a continuación arriba.
[7] ↑ La apertura de los ojos, en END, pág. 252.
[8] ↑ Monte Sumeru: En la cosmología india, el monte Sumeru es una elevación monumental que se erige en el centro del mundo.
[9] ↑ Véase La apertura de los ojos, en END, pág. 252.
[10] ↑ Véase La apertura de los ojos, en END, pág. 282.
[11] ↑ La apertura de los ojos, en END, pág. 252.
[12] ↑ Ib., pág. 254.
[13] ↑ Mundo saha: El mundo en que vivimos los seres humanos, colmado de sufrimientos. Su nombre a menudo se traduce como «mundo donde se resiste».
[14] ↑ Un pasaje del Sutra del loto señala: «Puesto que el odio y los celos hacia este sutra abundan incluso durante la vida de El Que Así Llega [buda Shakyamuni], ¡cuánto peor será después de su muerte!». SL, cap. 10, pág. 163.
[15] ↑ Ignorancia fundamental: También llamada oscuridad fundamental, es la ilusión más hondamente arraigada en la vida, que da lugar a las otras ilusiones. Se refiere a la incapacidad de ver o de reconocer la verdad suprema de la Ley Mística, así como a los actos negativos que surgen de dicha ignorancia.
[16] ↑ Véase La apertura de los ojos, en END, pág. 299.
[17] ↑ Ib., pág. 300.