Avanzando en la construcción de una «ciudadela del pueblo»


Orientación para la SGEs


En la Soka Gakkai, en abril recordamos el inicio de la contienda vital del Daishonin al establecer su enseñanza –el 28 de abril de 1253– y el fallecimiento de Josei Toda –el 2 de abril de 1958– tras revitalizar la Soka Gakkai a partir de su liberación del encarcelamiento al que fue sometido por sus convicciones pacifistas. Coincidiendo con el pleno despliegue de la primavera, estas conmemoraciones representan una oportunidad para seguir recorriendo la órbita de la inseparabilidad de maestro y discípulo, dando nuevos pasos en este «Año de los jóvenes y del triunfo».

En un artículo aparecido el 2 de marzo pasado en el Seikyo Shimbun –periódico de la Soka Gakkai publicado en Japón, de cuya primera edición celebramos el aniversario el 20 de abril–[1] Daisaku Ikeda nos anima a marchar con dignidad indomable del 16 de marzo, Día del Kosen-rufu, al 3 de mayo, Día de la Soka Gakkai. Se refiere a ello como un avance conjunto hacia «nuestro glorioso arco del triunfo»,[2] con los jóvenes danzando de alegría a la vanguardia. Esta imagen evoca un evento clave del Sutra del loto: la aparición de los Bodisatvas de la Tierra.[3]

En la transición de la enseñanza teórica, la primera mitad del sutra, a la enseñanza esencial, su segunda mitad, se narra ese acontecimiento, que representa un giro copernicano.[4] Es así porque, a medida que se ingresa en la enseñanza esencial del Sutra del loto, la forma de pensar que había prevalecido todavía en la enseñanza teórica se subvierte. El surgimiento de esos bodisatvas desde las profundidades de la tierra simboliza una revolución de la conciencia.

Los Bodisatvas de la Tierra son catalizadores de dicha revolución; la provocan y aceleran. Cuando aparecen, los demás seres y bodisatvas que participan en la Ceremonia en el Aire quedan tan estupefactos que comienzan a abrigar dudas. Es lo que se conoce como «deshacerse de los apegos y provocar la duda»:[5] suscitar el cuestionamiento de ideas que, hasta el momento, se habían aceptado como axiomas incontestables.

Se trata de un golpe decisivo a los pilares de la cosmovisión vigente hasta la época. Mediante este drástico giro concerniente a valores con los que la gente se sentía familiarizada y cómoda, Shakyamuni revela su verdadera identidad, su verdadero estado de vida como Buda eterno. Sorpresa, conmoción y duda son los sentimientos que experimentan, ante tal revelación, quienes habían creído en las enseñanzas anteriores al Sutra del loto y en la enseñanza teórica de este.

Se puede decir que este «deshacerse de los apegos y provocar la duda» marca una importante evolución en el pensamiento budista; pero, aún más allá, constituye una revolución espiritual, una transformación radical de la visión de la vida, de la existencia humana, de la sociedad, del mundo. Esclarecer este significado de los capítulos «Surgir de la tierra» (decimoquinto) y «La duración de la vida de El Que Así Llega» (decimosexto) brinda un potente tratamiento contra los males de la civilización moderna, que hoy se encuentra en una encrucijada.

Desde esta perspectiva, también la práctica propuesta por Nichiren Daishonin a partir de aquel 28 de abril buscó motivar en sus coetáneos un «deshacerse de los apegos y provocar la duda». La repercusión no se limitó a las instituciones budistas, sino que alcanzó a las autoridades gubernamentales, a quienes estaban aliados con ellas para mantener el statu quo y al conjunto de la población.

Esencialmente, el Daishonin discutió las concepciones religiosas equivocadas pero asentadas, que influían de manera determinante en las ideas de la gente sobre la vida, el ser humano y la sociedad, que ya no volverían a ser las mismas. Tomándolo en consideración, que su revolucionaria iniciativa generara una tremenda reacción contra él es algo natural y, de hecho, él lo previó y ponderó.

Hoy, los miembros de la Soka Gakkai llevamos a cabo la práctica de la propagación tal como el Daishonin la enseñó. En consecuencia, también estamos invitando a quienes nos rodean a «deshacerse de los apegos y provocar la duda» para mejorar radicalmente sus vidas y la sociedad. Al difundir la paz y la cultura, la amistad y la educación, contribuimos a transformar de raíz preconceptos relativos al budismo y al sentido mismo de la existencia humana. Por este motivo, no es exagerado decir que este momento, tan decisivo para la humanidad, es el propicio para hacer que los Bodisatvas de la Tierra emerjan aún más en el lugar donde cada uno de nosotros se encuentra.

Ikeda Sensei ha llegado a afirmar que «[p]odemos considerar la aparición de los Bodisatvas de la Tierra actuales como la obertura de una revolución global que se prolongará en los siglos XXI, XXII y XXIII, por toda la eternidad».[6]

El Daishonin dirigió a sus seguidores estas palabras:

Como en nuestra tierra ya se está denigrando la Ley, la gran Ley correcta se propagará sin falta. ¿Acaso tienen algo de qué lamentarse? Aunque no sean el honorable Mahakashyapa, deberían estar todos bailando. Aunque no sean Shariputra, deberían estar brincando y danzando. Cuando el bodhisattva Prácticas Superiores irrumpió de la tierra, ¿acaso no lo hizo bailando?[7]

Hacia el 3 de mayo y hacia el 13 de mayo, cuando festejaremos el 50.º aniversario de la Conferencia Europea de la SGI, sigamos construyendo una «ciudadela del pueblo»,[8] no solo en nuestra organización, sino como base para expandir una sólida alianza de personas dedicadas a trabajar por la humanidad, la justicia y la paz con el humanismo que palpita en el budismo.


[1]Al respecto de esta conmemoración, véase también, en este número, las secciones «Especial» (con entrevistas a Francisco Díez de Velasco y Lola Monzón) y «Nueva revolución humana».

[2]Véase IKEDA, Daisaku: «Hacia nuestro glorioso arco del triunfo», Seikyo Shimbun, 2/3/2023, pág. 2.

[3]Véase, en este número, la nota 6 de la sección «Estudio».

[4]Nicolás Copérnico (1473-1543) formuló la teoría heliocéntrica del sistema solar. En su obra maestra póstuma De revolutionibus orbium coelestium (1543) expuso que, a diferencia de la creencia prevaleciente hasta ese momento –la de que el cielo se movía en torno a una Tierra estacionaria–, es nuestro planeta el que orbita en torno al Sol.

[5]Véase IKEDA, Daisaku et al.: La sabiduría del «Sutra del loto», vol. 2, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2017, págs. 121 y sig.

[6]IKEDA et al., op. cit., pág. 142.

[7]El gran mal y el gran bien, en END, pág. 1165.

[8]Véase IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vols. 17 y 18, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2020.

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