Convertir el veneno en medicina (2/3)


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[T’ien-t’ai, en Gran concentración e introspección] también dice: «Hay seis causas de enfermedad: 1) desarmonía en los cuatro elementos; 2) malos hábitos referidos a la alimentación y a la bebida; 3) forma incorrecta de realizar la meditación en posición sentada; 4) ataque de las funciones demoníacas; 5) labor de las funciones diabólicas, y 6) efecto del karma».[3]

LA PROFUNDA MIRADA DEL DAISHONIN SOBRE LA ENFERMEDAD

El primer pasaje que estudiaremos hoy pertenece a un escrito del Daishonin titulado La curación de las enfermedades kármicas. Makiguchi Sensei había subrayado numerosos pasajes de este texto e, incluso, lo había comentado con notas al margen en su ejemplar personal del Gosho.

En esta carta de respuesta a Ota Jomyo,4 quien le había informado a su maestro sobre un problema de salud que lo venía aquejando, el Daishonin comienza diciendo: «Por un lado, me entristece saber que está sufriendo; pero, por el otro, también es motivo de alegría».

Imagino en qué medida estas palabras habrán disipado las oscuras nubes del corazón de Ota Jomyo, dando paso a un amanecer de esperanza y de valentía, inspirándolo a batallar contra su enfermedad. Esta declaración simple y a la vez profunda capta, en esencia, la visión del budismo sobre la enfermedad.

UNA OPORTUNIDAD DE FORTALECER NUESTRA VIDA

El Daishonin expresa su preocupación y su interés profundo en recibir noticias sobre la enfermedad de este preciado discípulo, y por eso le escribe: «[M]e entristece saber que está sufriendo».

Al mismo tiempo, le atribuye un significado más profundo a la enfermedad, y de ahí que agregue: «[T]ambién es motivo de alegría». Esto obedece a que el Daishonin ve, en esta circunstancia, una oportunidad para que Ota Jomyo transforme su karma.

La enfermedad nos presenta un reto, cuya consecuencia puede ser el fortalecimiento de nuestra fe, la afirmación de nuestra práctica budista y la mejora de nuestra vida en general. Cuando basamos la lucha contra la enfermedad en el desafío de entonar Nam-myoho-renge-kyo, consolidamos el estado de vida eternamente indestructible de la budeidad, y convertimos, sin falta, el veneno en medicina. Por eso, es un «motivo de alegría».

UNA COMPRENSIÓN CORRECTA SOBRE LA ENFERMEDAD

En el pasaje que estamos estudiando, el Daishonin cita una breve parte de Gran concentración e introspección, de T’ien-t’ai,5 donde este señala que hay seis causas de enfermedad. Tales puntos, en esta época, nos dan la oportunidad de reevaluar cómo estamos viviendo nuestra existencia.

La primera es la «desarmonía en los cuatro elementos», que son tierra, agua, fuego y viento, y, según se creía, permeaban el universo y todo lo que había en él, incluidos los seres humanos. La desarmonía en estos factores se refiere a alteraciones ambientales o climáticas que afectan negativamente la salud y causan desequilibrios.

La segunda son los «malos hábitos referidos a la alimentación y a la bebida»; es decir, los desarreglos alimentarios que se traducen en enfermedades.

La tercera causa de enfermedad, la «forma incorrecta de realizar la meditación en posición sentada», se refiere a un estilo de vida desequilibrado.

La cuarta causa es el «ataque de las funciones demoníacas». En este término, «funciones demoníacas» se refiere a patógenos que atacan el cuerpo y ocasionan enfermedades. En términos actuales, en esta categoría entrarían las bacterias o virus.

La quinta causa, la «labor de las funciones diabólicas», indican impulsos y deseos internos que perturban el sano funcionamiento de la mente y el cuerpo. Estas también redundan en aflicciones que nos impiden la práctica del budismo.

La sexta, los «efectos del karma», se refiere a enfermedades causadas por nuestro karma, nuestras acciones acumuladas desde existencias pasadas. En otras palabras, dolencias que reflejan distorsiones o tendencias muy arraigadas en nuestra vida.

Estas seis causas de enfermedad son el corolario de la sabiduría adquirida por el género humano a través de confrontar afecciones a lo largo de los siglos. Es notable observar que hay una correlación entre este enfoque y los hallazgos de la ciencia moderna.

El budismo, que respeta el saber de la medicina, se centra en cultivar una comprensión correcta sobre la enfermedad y en responder a ella de la mejor manera posible para seguir viviendo y mejorando nuestra existencia.

En ese contexto, las primeras cuatro causas detalladas anteriormente nos ofrecen perspectivas para evitar o prevenir los trastornos de salud.

Me gustaría, en este punto, recordar las cuatro consignas para la salud que propuse tiempo atrás:

  1. Hacer un gongyo revitalizante.
  2. Mantener un estilo de vida equilibrado y productivo.
  3. Contribuir al bienestar de los demás.
  4. Alimentarse con sabiduría.

Dormir lo suficiente y reducir en lo posible el estrés también son aspectos relevantes en la época actual.

Asimismo, para vivir sabiamente, de acuerdo con el principio de que «la fe equivale a la vida cotidiana» es oportuno emplear la fe y la práctica para identificar y vencer la «labor de las funciones diabólicas» –la quinta causa de enfermedad–.

LA DISMINUCIÓN DE LOS EFECTOS NEGATIVOS DEL KARMA Y LA TRANSFORMACIÓN KÁRMICA

El Daishonin continúa señalando: «Las afecciones de la sexta clase, derivadas del karma, son las más difíciles de curar. […] Estas enfermedades sólo pueden ser curadas por el único y buen remedio del Sutra del loto que predicó Shakyamuni».6 En otras palabras, cuando las dolencias son provocadas por el karma, solo puede revertirlas el buen remedio de la Ley Mística.

Puesto a analizar las enfermedades ocasionadas por el karma, el Daishonin cita, además, una frase de Gran concentración e introspección de T’ien-t’ai: «Aunque uno haya cometido graves faltas […] podrá atenuar su retribución en esta vida. Así, pues, cuando un mal karma está a punto de ser erradicado, se manifiesta una enfermedad».7 Basado en este y en otros escritos, el Daishonin enseña que experimentamos enfermedades para erradicar impurezas de nuestra vida y manifestar el estado de budeidad, imbuido con las cuatro nobles virtudes de la eternidad, la felicidad, la verdadera identidad y la pureza.8 Este es el principio de «disminuir la retribución kármica».9

Inmediatamente después de la persecución de Tatsunokuchi (en 1271),10 unos años antes de escribir La curación de las enfermedades kármicas, el Daishonin había escrito ya a Ota Jomyo sobre el gran poder de la Ley Mística.

Si uno no logra erradicar en esta existencia su pesado karma anterior, tendrá que soportar en el futuro los sufrimientos del infierno. Pero si pasa por dificultades extremas en esta vida [a causa del Sutra del loto], los padecimientos infernales desaparecerán en un instante. Y cuando muera, obtendrá los beneficios del estado humano y del estado celestial, los beneficios de los tres vehículos [es decir, los estados de Aprendizaje, Comprensión Intuitiva y Bodisatva], y los del vehículo único [de la budeidad].11

ADQUIRIR BENEFICIOS ENORMES Y SIN LÍMITES

El Daishonin dice que incluso quienes confrontan enfermedades causadas por el karma pueden superarlas a través de entonar Nam-myoho-renge-kyo. De hecho, estas instancias traen consigo la oportunidad de adquirir los inmensos e ilimitados beneficios de la Ley Mística.

Cita estas palabras del gran maestro Ching-hsi, o Miao-lo:12 «Es como la persona que cae al suelo, pero se incorpora empujándose sobre esa misma tierra [en la cual cayó]».13 A continuación, explica que incluso alguien que enferma como consecuencia de denigrar el Sutra del loto puede revertir este mal si cree en la Ley Mística. Por eso, en definitiva, la clave está en la fe.

El Daishonin asegura a Ota Jomyo que podrá extender sus años de vida mientras mantenga una fe firme y correcta.14

HACER DAIMOKU CON LA POTENCIA DE UN AVIÓN AL DESPEGAR

Y aun cuando enfermemos, no debemos dejar que eso nos derrote. Hay personas que batallan contra afecciones difíciles de curar y que dedican su tiempo a entonar Nam-myoho-renge-kyo, infundir valor a los demás y vivir cada día con un noble sentido de misión. Al hacerlo, pueden transformar el sentido de la enfermedad. Con una fe así, es posible convertir el veneno en medicina y desplegar la sabiduría para tener, de verdad, una vida sana.

Aunque parezca que se cierne un manto de espesa niebla sobre nosotros, si entonamos Nam-myoho-renge-kyo con la potencia de un avión que despega, podemos atravesarla y ver el cielo límpido por detrás, donde resplandece el sol de nuestra naturaleza de Buda.

Es como si, después de vagar perdidos en la oscuridad total, saliéramos a la luz del sol, donde descubrimos flores de todos los colores, trinan las aves y se extiende un verde paisaje ante nuestros ojos.

TRANSFORMAR EL KARMA EN MISIÓN

El concepto de «convertir el veneno en medicina» se relaciona estrechamente con dos principios budistas: la disminución de los efectos negativos del karma y la transformación kármica. El sufrimiento adquiere un significado totalmente distinto en nuestra vida cuando es iluminado por el noble estado de vida supremo de la budeidad.

Por eso, el Daishonin le dice a Ota Jomyo: «Por un lado, me entristece saber que está sufriendo; pero, por el otro, también es motivo de alegría».

Mediante la fe, podemos convertir rotundamente cualquier veneno en una medicina, dejar de ser esa persona que se pregunta «¿Por qué me tiene que pasar esto?» y se queja de su karma, para transformarnos en alguien que piensa «¡Esta es mi oportunidad!», y ve en su problema de salud una circunstancia para iluminar su vida con profundo sentido de misión.

(Continuar leyendo la parte 3/3).


[3]END, pág. 661.

[4]Ota Jomyo (1222-1283), también conocido como Ota Kingo o sacerdote laico Ota, fue un discípulo laico de Nichiren Daishonin. Junto con Toki Jonin y Soya Kyoshin, fue un destacado practicante de la provincia de Shimosa (hoy región septentrional de la prefectura de Chiba).

[5]T’ien-t’ai (538-597): También conocido como gran maestro T’ien-t’ai o Chih-i. Fundador de la escuela T’ien-t’ai en China. Sus conferencias fueron compiladas en textos como Profundo significado del «Sutra del loto», Gran concentración e introspección, y Palabras y frases del «Sutra del loto». En esta última obra, que compila sus disertaciones, expone la doctrina de los «tres mil aspectos contenidos en cada instante vital». Las citas de esta disertación fueron extraídas del octavo volumen de Gran concentración e introspección.

[6]END pág. 662.

[7]Ib.

[8]Las cuatro virtudes de la eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza describen las nobles cualidades de la vida del Buda. Específicamente, se explican del siguiente modo: «Eternidad» alude a lo invariable y eterno; «felicidad» indica una tranquilidad que trasciende todos los sufrimientos; «verdadera identidad» alude a la naturaleza intrínseca verdadera, y «pureza» significa haberse librado de las ilusiones o de una conducta errónea. .

[9]Disminuir la retribución kármica: Este término, cuya traducción literal del japonés es «transformar lo pesado y recibirlo en forma ligera», se menciona en el Sutra del nirvana. «Pesado» se refiere al karma negativo acumulado en el transcurso de incontables existencias pasadas. Como un beneficio derivado de proteger la enseñanza budista correcta, podemos experimentar una retribución kármica relativamente atenuada, pudiendo así expiar en el transcurso de una vida un karma muy pesado cuyos efectos, normalmente, no solo afectarían esta, sino muchas futuras existencias. .

[10]Persecución de Tatsunokuchi: Fallido intento, instigado por poderosas figuras del gobierno, de decapitar al Daishonin al amparo de la noche en la playa de Tatsunokuchi, en las afueras de Kamakura, el 12 de septiembre de 1271.

[11]END, pág. 208.

[12]Miao-lo (711-782): Patriarca de la escuela T’ien-t’ai de la China. Se lo considera, respetuosamente, el restaurador de esta escuela.

[13]Extraído del Comentario sobre «Palabras y frases del “Sutra del loto”». La frase aparece citada en La curación de las enfermedades kármicas, en END, pág. 662.

[14]Véase ib., pág. 664.

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