Dialoguemos siempre con confianza, siguiendo el ejemplo de nuestro fundador


Por Daisaku Ikeda · Junio de 2022


Nichiren Daishonin escribe: «Cuando un manantial es inagotable, su curso no se seca jamás».[1] El honor más grande para la Soka Gakkai es tener esa clase de fuente inagotable en nuestro espíritu fundacional. Junio es el mes en que nació nuestro fundador y primer presidente, Tsunesaburo Makiguchi.[2]

En el ejemplar de los escritos del Daishonin que siempre llevaba consigo, el maestro Makiguchi subrayó: «El gran mal prenuncia la llegada de un gran bien. Si todo el territorio de Jambudvipa [el mundo entero] se viese arrojado al caos, no habría dudas de que [este sutra sería] “ampliamente propagado en todo Jambudvipa”[3]».[4]

Aun en medio del conflicto sin precedentes de la Segunda Guerra Mundial, Makiguchi Sensei siguió practicando tal como el Daishonin había enseñado, con ese mismo rugido leonino y una convicción inamovible, dispuesto a cumplir el gran juramento del kosen-rufu.

En los primeros días de nuestro movimiento, Makiguchi Sensei solía decir que las reuniones de diálogo eran encuentros para «demostrar una forma de vivir dedicada al gran bien». Con incansable voluntad de dialogar de vida a vida, infundía a los demás el coraje de confrontar valientemente incluso el mayor mal y las peores adversidades en la vida. Alentaba a una persona tras otra a tener pruebas reales de que, practicando la Ley Mística, se podía crear el valor del gran bien, en forma de felicidad para uno mismo y para los demás.

Un mes antes de que estallara la guerra, viajó a Kyushu a través de Kansai, y en esa travesía mantuvo conversaciones sobre el budismo imbuidas de convicción. Más tarde, fue encarcelado por sus creencias. En esas duras condiciones, pensando en la odisea que había vivido Nichiren Daishonin en la isla de Sado, escribió que no tenía motivos de inquietud ni preocupaciones, y que no le faltaba nada. En una carta, observó incluso: «Según el estado mental de uno, hasta en el infierno hay cosas de las cuales disfrutar».[5] En esta reflexión resuenan las palabras del Daishonin: «Como observo las cosas desde esta perspectiva, siento un júbilo incontenible, aun cuando en estos momentos me encuentre exiliado».[6]

El discípulo y heredero espiritual de Makiguchi Sensei, Josei Toda, ha abierto junto a los Bodisatvas de la Tierra de la Soka la senda de la revolución humana, enseñando que la profunda transformación interna de una persona puede propiciar un cambio en el destino de un país e, incluso, en el rumbo de toda la humanidad.

En cualquier circunstancia o época, los miembros de la Soka Gakkai –quienes recorremos el camino de maestro y discípulo– tenemos una filosofía que nos asegura que «el gran mal prenuncia la llegada de un gran bien»; tenemos una práctica que nos permite hacer realidad esa premisa, y tenemos una gran red que trabaja en defensa de la paz, la cultura y la educación.

Makiguchi Sensei declaró: «Ante un desafío o penuria, debemos redoblar nuestra voluntad de seguir avanzando tenazmente y de vivir sin ser vencidos».

¡Sigamos el ejemplo de nuestro fundador Makiguchi y dialoguemos con mayor confianza y coraje aún!

¡Nuestra voz lleva a cabo la tarea del Buda!
Con la confianza de estar cumpliendo
nuestro juramento,
expandamos con valor
este inspirador movimiento
para crear felicidad.

(Traducción del artículo publicado en la edición de junio de 2022 de Daibyakurenge).


[1] Florecer y dar grano, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 952.

[2] Tsunesaburo Makiguchi nació el 6 de junio de 1871.

[3] El Sutra del loto, Tokio: Soka Gakkai, 2014, cap. 28, pág. 318.

[4] El kalpa de disminución, en END, pág. 1168.

[5] Makiguchi, Tsunesaburo: Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), vol. 10, Tokio: Daisanbunmei-sha, 1987, pág. 285.

[6] El verdadero aspecto de todos los fenómenos, en END, pág. 407.

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