Por Cristiano Fré · Barcelona
El aplazamiento de los exámenes de estudio budista de la SGEs originalmente convocados para 2020, hasta que sea posible su celebración sin riesgos, ha animado a simpatizantes y miembros de la organización como Cristiano Fré a profundizar en el propósito y el valor de estas actividades en la Soka Gakkai.
Soy italiano, y vivo en Barcelona desde el año 2000. Mi primer contacto con el budismo Nichiren fue a través de dos libros que me dio mi madre, quien, sin practicarlo aún en aquel momento, los había recibido como regalo de una amiga budista. Al leerlos entendí que había encontrado lo que buscaba, una herramienta práctica y un alimento espiritual y filosófico que hacía posible mi deseo de transformación.
Elevar mi estado vital, levantarme solo, ser feliz y dar felicidad… Todas estas metas fundamentales resonaban en lo profundo de mí y esto me emocionaba. La posibilidad de hacerlas realidad me daba muchísima fuerza y esperanza.
Era una época muy difícil de mi vida: me separaba de la madre de mis hijos; tenía un negocio que no funcionaba; mis padres atravesaban graves dificultades económicas y de salud. Además, me di cuenta de que padecía una depresión importante agravada por el consumo excesivo de alcohol.
¡Y comencé a transformar mi vida! Pasé de un albergue social a tener mi propia casa, de una relación complicada con mi expareja a una relación armoniosa…
Comencé a practicar y a participar en las reuniones de diálogo de la SGEs. Hacía tiempo que me había dado cuenta de que me costaba menos no beber nada que beber poco, y entonces decidí dejar de beber. Gracias a la práctica, las actividades Soka y el estudio conseguí mantenerme. ¡Y comencé a transformar mi vida! Pasé de un albergue social a tener mi propia casa, de una relación complicada con mi expareja a una relación armoniosa que nos permitía llevar un régimen compartido de custodia de nuestros hijos.
Han pasado cinco años y las experiencias que he tenido y he podido compartir son numerosas. Me doy cuenta de que estoy creando lazos de confianza y amistad en el trabajo y en otros ámbitos de la vida cotidiana. Y de que he podido establecer profundas relaciones humanas con los compañeros de práctica.
Hace tres años me casé con una persona maravillosa que llegó como una joya desde el otro lado del océano, y que ha traído aún más felicidad a mi vida. Se ha relacionado con gran amor y atención con mi hija y mi hijo, y también con mi madre. Y con el tiempo ha llegado también su hijo, con el que tengo una relación magnífica de afecto y ahora también profesional, en el sector de los trabajos verticales.
Hace dos años, tras fallecer mi padre, mi madre vino a vivir con nosotros. El año pasado ingresó como miembro de la SGEs. Cada mañana se levanta a las seis para hacer daimoku y gongyo conmigo y la veo siempre llena de energía. Es una alegría infinita.
Mis hijos están sanos y felices, y este es para mí el beneficio más grande y valioso.
Siento una profunda gratitud por esta transformación de mi vida y mi entorno. Estoy agradecido a Daisaku Ikeda, que ha hecho llegar esta práctica hasta mí, y también a mis compañeras y compañeros de fe, que me han brindado desde el principio con alegría, confianza y amor.
Los pilares del budismo Nichiren son: fe, práctica y estudio. Desde que inicié mi práctica vibré con el daimoku y sentí enseguida su infinito poder. Y con el estudio he podido afianzar mi fe.
Para mí, el estudio es la forma de conectar con la filosofía del budismo Nichiren en todo su linaje, desde Shakyamuni a los tres presidentes fundadores de la Soka Gakkai. Estudiando profundizo y renuevo mi compromiso con el kosen-rufu, que no es otro que el de construir la paz y la felicidad en este mundo. Ikeda Sensei me alienta a triunfar en él.
Este año decidí inscribirme al Examen de Grado II, animado por el recuerdo de los días en que estudié para el Examen de Grado I. En ese período me sentí afortunado de conseguir reservar para mí momentos preciosos en los que alimentar mi vida con esta filosofía. A veces necesito un «empujón», y los exámenes convocados por la Soka Gakkai y el aliento de los compañeros me lo proporcionan. Cuanto más me involucro en la actividad de Gakkai, más disfruto de mi vida.
A través del estudio aprendí, por ejemplo, sobre la figura del bodisattva Jamás Despreciar, que es modelo de estado vital elevado, capaz de creer en la naturaleza de buda de todas las personas, aun cuando lo insulten y hostiguen. Y que mantiene la determinación de propagar la enseñanza, con la conciencia de que los mismos que lo maltratan un día manifestarán la budeidad. Este es un mensaje lleno de esperanza para quien, como yo, trata de mantener un comportamiento coherente con la práctica en el difícil día a día, y aspira a que todos lleguemos a ser mejores personas.
Mi experiencia es que […] hace falta orar, estudiar y, a través de esos “dos caminos”, construir una fe inamovible en la que lata el deseo de trasmitir la Ley Mística.
Mi experiencia es que para tener un estado vital acorde con el modelo de Jamás Despreciar hace falta orar, estudiar y, a través de esos «dos caminos»,[1] construir una fe inamovible en la que lata el deseo de trasmitir la Ley Mística, para hacer realidad esa manifestación genuina de la felicidad tanto en nosotros mismos como en los demás. Por ello, mi determinación esencial para el 18 noviembre, 90.º aniversario de la fundación de la Soka Gakkai, es esa: hacer shakubuku y conectar a una persona con el Gohonzon.
Finalizo con unas palabras de aliento de Sensei que se citan, justamente, en el Material de estudio para el Examen de Grado II en la SGEs:
El corazón del gran juramento del kosen-rufu y el estado de vida de la Budeidad son una misma cosa. Así pues, cuando dedicamos la vida a este compromiso, desplegamos en nosotros mismos la suprema nobleza, fortaleza y grandeza de nuestra vida. […] Cuando nos esforzamos con alma y vida para cumplir ese juramento somos capaces de convertir en «remedio» hasta el «veneno» de las penurias más terribles, y de transformar hasta el karma más adverso en misión.[2]
[1] ↑ El verdadero aspecto de todos los fenómenos, en END, pág. 408.
[2] ↑ Pág. 30.