Darpan Lalwani · Madrid
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En un curso de la Soka Gakkai en el que participé en mi juventud, tuvimos la oportunidad de estudiar una disertación de Daisaku Ikeda sobre una carta que Nichiren Daishonin dirigió, precisamente, a un hombre joven que lo había adoptado como maestro. En su disertación, Sensei trataba la motivación del Daishonin para enseñar a su discípulo –Nanjo Tokimutsu– sobre las deudas de gratitud en dicha misiva:
[…] lo hizo para enseñar a su discípulo –aún joven y falto de experiencia– las cualidades humanas y la personalidad que necesitaba cultivar para ser un buen pilar de su familia, un líder responsable en la sociedad y un sucesor en la tarea de propagar la Ley Mística.[3]
La sesión de estudio y, en particular, este pasaje fueron muy esclarecedores para acercarme a la orientación de Ikeda Sensei y en lo sucesivo buscar su entrenamiento para cultivar las cualidades humanas y la personalidad necesarias para vencer en esos aspectos de la vida también yo.
En noviembre del 2014, hace casi 7 años, empecé a trabajar en mi actual empresa. Al hacerlo determiné que pasara lo que pasara seguiría en ella durante un mínimo de 10 años. Esta decisión se debía a que, a pesar de estar en el mundo laboral desde los 18 años, nunca había conseguido una estabilidad laboral duradera ni una condición financiera estable. Puedo decir que el tener siempre presente este objetivo de los 10 años me ha dado una dirección y me ha permitido no dudar o rendirme cuando las cosas no iban todo lo bien que hubiera querido.
El 4 de septiembre del 2015, sin haber cumplido todavía un año en la empresa, durante un curso internacional de la Soka Gakkai pude encontrarme con Sensei, junto al resto de participantes, ante la Sede del Gran Juramento del Kosen-rufu antes de realizar la ceremonia de gongyo en el interior. Este fue un punto de inflexión en mi vida, ya que, en mi corazón, renové mi juramento a mi maestro de dedicar mi vida a concretar el kosen-rufu a pesar de mis innumerables limitaciones. Sobre todo, juré mostrar la validez del budismo en la sociedad. Desde entonces, cada 4 de septiembre escribo una carta a Sensei para informarle acerca de los progresos en mi vida y en la vida de mis seres queridos durante el año previo.
Estoy firmemente determinado a responder a la confianza recibida y a basarme aún más en la fe para vencer en cada aspecto de mi vida.
En 2018 pasé a formar parte del Departamento de Hombres de la SGEs, y en ese momento me dediqué a imbuirme de la orientación de Sensei dirigida a los hombres. Tengo grabados muchos pasajes, pero puedo destacar el que sigue:
Si no se levantan ahora, ¿cuándo lo harán? Si no se esfuerzan ahora, ¿cuándo? ¿Cuántas décadas pretenden esperar antes de ocupar su lugar? No hay forma de saber en qué condición estarán entonces. Ustedes están en la plenitud de la vida. Es un tiempo precioso en esta limitada existencia presente. ¡Digo esto porque no quiero que tengan arrepentimientos![4]
Teniendo en cuenta este clamor, he puesto las actividades por el kosen-rufu en la base de mi vida, incluyendo mi responsabilidad en la zona Soleones, donde están surgiendo cada vez más miembros del Departamento de Hombres, muchos de los cuales encuentran tiempo para dedicar a actividades como las de los grupos Shijo Kingo, Raíces, Rueda de la Ley y Medios Hábiles, y asumen responsabilidades.
Durante el 2020 y el 2021, a pesar de los retos sin precedentes causados por la pandemia de COVID-19, mi familia y yo hemos sentido una grandísima protección, tanto en lo relativo a la salud como en lo laboral. En mi empresa, más de la mitad de la plantilla estuvo en ERTE. Sin embargo, yo no me vi afectado y pude seguir trabajando con relativa normalidad. He aprovechado esta situación para acercarme más a compañeros de trabajo, y para alentarlos inspirado por nuestras campañas de diálogo, sobre todo ahora con «Cien mil diálogos de esperanza». Varios de mis compañeros de trabajo han participado en reuniones de diálogo y en encuentros de la nueva revolución humana.
Este año estoy teniendo la oportunidad de enfrentar nuevos desafíos en el trabajo y asumir más responsabilidades, que van acompañadas de mejoras salariales. Estoy totalmente convencido que estas pruebas reales en la sociedad se deben en su totalidad a los esfuerzos realizados en la fe y en las actividades. Estoy firmemente determinado a responder a la confianza recibida y a basarme aún más en la fe para vencer en cada aspecto de mi vida, y a compartir con Ikeda Sensei todos y cada uno de mis logros.
(Continuar leyendo la sección con la experiencia de Damián Rodríguez).
[3] ↑ IKEDA, Daisaku: «Disertación sobre Las cuatro virtudes y las cuatro deudas de gratitud», Daibyakurenge, enero 2012.
[4] ↑ IKEDA, Daisaku: La nueva nueva revolución humana, vols. 9 y 10, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2015, págs. 395-396.