Hagamos resonar un canto triunfal de dignidad humana que cambie la historia y el futuro (1/3)


Publicamos una nueva entrega de la serie de disertaciones de Daisaku Ikeda Iluminando el mundo con el budismo del sol, cuyo título resuena con el flamante lema de la Soka Gakkai para 2023.

Nuestro presidente fundador Tsunesaburo Makiguchi a menudo declaraba: «¡Prefiero un solo león antes que mil corderos!». Enseñaba que «una sola persona intrépida que se consagre al bien mayor puede hacer realidad grandes cosas». La presencia de un individuo con el espíritu de levantarse solo es absolutamente crucial.

UNA LUCHA SOLITARIA E INCONDICIONAL

En diversos escritos del Daishonin hallamos expresiones como «Solo Nichiren», «Nichiren fue el único que…», «Solo yo, Nichiren…». Con ellas refleja su lucha intrépida como Buda del Último Día de la Ley, decidido a paliar el sufrimiento de todas las personas y guiarlas a la iluminación. Pero, además de expresar esa firme voluntad de avanzar por sí solo, también transmiten su conciencia de ser el pionero o precursor, el punto de partida de un desarrollo ilimitado, como describe el siguiente pasaje:

Nichiren fue el único que tomó la iniciativa y emprendió la labor de los Bodisatvas de la Tierra. […] Al principio, solo Nichiren recitó Nam-myoho-renge-kyo, pero luego lo siguieron dos, tres y cien más, que lo entonaron y enseñaron a otros. Así, de este mismo modo, se llevará a cabo la propagación en el futuro.[1]

Dicho de otro modo, no se detiene en «Solo yo, Nichiren». El Daishonin señala que él ha despejado el camino, como iniciador, y que tras él surgirán discípulos que continuarán con su labor, cada vez más numerosos.

Cuando respetamos al Daishonin como maestro fundamental y lo consideramos nuestro ejemplo para el kosen-rufu y la vida, cada uno de nosotros puede recorrer inequívocamente el camino de la victoria. Es la manera en que forjamos ese espíritu invencible de levantarnos solos, manteniéndonos firmes ante cualquier circunstancia.

En esta entrega, comencemos por estudiar el potente rugido de león que nos legó el Daishonin en La selección del tiempo, que da voz a este espíritu de levantarse solo.

(Continuar leyendo la parte 2/3).


[1]El verdadero aspecto de todos los fenómenos, en END, pág. 406.

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