Ensayo reciente de Daisaku Ikeda de la serie Nuestra brillante revolución humana.
Con motivo del equinoccio de otoño,[1] mi esposa Kaneko y yo hicimos el gongyo juntos y entonamos Nam-myoho-renge-kyo en memoria de los seres fallecidos. Ofrecimos nuestras oraciones más solemnes por la eterna felicidad de todos los que, en vida, han contribuido a la noble gesta del kosen-rufu. Asimismo, oramos fervorosamente por la seguridad y la protección de todos nuestros preciados miembros, en estos tiempos en que la sociedad se ve expuesta a diversas calamidades.
Nichiren Daishonin declaró:
Ahora que ha comenzado el Último Día de la Ley, yo, Nichiren, soy el primero en iniciar en todo Jambudvipa [el mundo entero] la propagación de los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo. […] Discípulos míos, ¡formen filas y síganme: ¡superarán incluso a [eminentes discípulos de Shakyamuni como] Mahakashyapa o a Ananda, [y a grandes maestros budistas como] T’ien-t’ai o a Dengyo![2]
El 18 de noviembre de 1930, unidos por el compromiso de maestro y discípulo, nuestros dos primeros presidentes Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda establecieron la Soka Gakkai, abrazando el gran juramento del Daishonin del kosen-rufu mundial, que es la felicidad de todas las personas y la paz mundial.
Treinta años después, el 2 de octubre de 1960, me lancé al mundo en mi viaje de maestro y discípulo, con el mismo juramento que mis dos predecesores.
El 18 de noviembre de 1930, unidos por el compromiso de maestro y discípulo, nuestros dos primeros presidentes Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda establecieron la Soka Gakkai, abrazando el gran juramento del Daishonin del kosen-rufu mundial […]. Treinta años después, […] me lancé al mundo […] con el mismo juramento que mis dos predecesores.
Eso ocurrió en plena Guerra Fría; sin embargo, con la mirada puesta en el lejano futuro, pensando en transformar el karma de toda la humanidad, salí al encuentro de personas que vivían a merced del sufrimiento y de las dificultades en países como Estados Unidos, Canadá y Brasil. Muchas de ellas estaban lidiando contra la soledad, la desesperanza o condiciones que no les permitían siquiera costearse la vida.
Orando seriamente por su bienestar, los alenté a tomar conciencia de que todos habían hecho un juramento como Bodisatvas de la Tierra, que estaba latente en lo profundo de sus vidas.
Hablamos de que, en el budismo Nichiren, la oración significa entonar Nam-myoho-renge-kyo con un firme compromiso. En otras palabras, comprometernos a hacer nuestra revolución humana y a impulsar el kosen-rufu en los lugares donde estamos –a los cuales nos unen profundos lazos kármicos–, y hacer daimoku para poder dar lo mejor en el cumplimiento de estas metas. Con la fuerza de la fe, activamos nuestra sabiduría, desplegamos creatividad y esfuerzo ante los desafíos, y damos pruebas tangibles de victoria. Y con la fuerza de la práctica, ejercitada sin flaquear, superamos nuestra resignación y nuestra apatía, e incluso convertimos el karma en misión.
La oración que propone el budismo Nichiren es un giro revolucionario con respecto al tipo de fe dependiente que lleva a la gente a esperar la obra y gracia divina, o a confiarse pasivamente a las plegarias de sacerdotes.
El juramento, en cambio, es algo que uno mismo expresa, de forma activa y autónoma. Nuestro daimoku, imbuido de ese compromiso, reverbera con potencia en el nivel más profundo de nuestra vida; es el sonido que prevalece sobre la ignorancia fundamental y revela nuestra naturaleza iluminada inherente.
Desde que di aquel primer paso hacia el kosen-rufu mundial, han pasado seis décadas. El daimoku de nuestros miembros en cada lugar, imbuido de ese juramento colectivo, hoy abraza el planeta entero, con amplitud y potencia.
Ahora, finalmente ha llegado la hora de que, junto a la juventud del mundo, iniciemos un nuevo tramo en el viaje de maestro y discípulo, encendiendo ardientemente la antorcha de nuestro juramento en bien del kosen-rufu.
Ahora, finalmente ha llegado la hora de que, junto a la juventud del mundo, iniciemos un nuevo tramo en el viaje de maestro y discípulo.
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Durante la asamblea en la que el buda Shakyamuni expone el Sutra del loto, los discípulos juran ante él dedicarse a propagar la Ley Mística.
Cuando adoptamos como propio el gran juramento de permitir a todos los seres lograr la iluminación, activamos desde el interior de nuestras vidas la sabiduría y el poder del estado de budeidad.
En particular, los Bodisatvas de la Tierra enuncian un compromiso valiente e imperturbable, incluso después de escuchar al Buda describir los seis actos difíciles y nueve actos fáciles[3] y advertir sobre los tres enemigos poderosos,[4] que ilustran la tremenda dificultad de propagar la enseñanza correcta en el Último Día de la Ley.
Hace setenta y cinco años (el 3 de julio de 1945), Toda Sensei salió de la cárcel con el espíritu invencible de un Bodisatva de la Tierra, decidido a perpetuar el legado de su maestro Makiguchi, que había muerto como prisionero de conciencia en defensa de su fe budista. Así, inició el desafío de transmitir sin reservas la Ley Mística, con el mismo espíritu con que el Daishonin proclamó en La apertura de los ojos:
Declararé lo siguiente: que las deidades me abandonen; que todas las persecuciones se abatan sobre mí. Así y todo, daré mi vida por la Ley. […] Seré el pilar del Japón. Seré los ojos del Japón. Seré el gran navío del Japón. ¡Este es mi juramento, y jamás lo abandonaré!».[5]
Este es el espíritu de la Soka Gakkai, perfectamente alineado con la intención del Buda.
Nuestra organización es una asamblea de Bodisatvas de la Tierra dedicados a lograr el kosen-rufu propagando la Ley Mística con amor compasivo […] fieles a nuestro juramento.
Nuestra organización es una asamblea de Bodisatvas de la Tierra dedicados a lograr el kosen-rufu propagando la Ley Mística con amor compasivo. Seguiremos esforzándonos por vivir fieles a nuestro juramento, con un estado de vida audaz e indómito. Lo haremos unidos a todos los budas y bodisatvas de las diez direcciones y de las tres existencias, en una vasta e infinita red de conexiones que trasciende los límites del tiempo y del espacio.
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A mi esposa le conmovió la carta de una joven, publicada recientemente en la columna «La voz de los lectores» del Seikyo Shimbun, el diario de la Soka Gakkai.
La autora contaba que su bisabuela había decidido ingresar en la Soka Gakkai al término de una reunión de diálogo celebrada en agosto de 1952 en Sakai (ciudad de la prefectura de Osaka, en la región de Kansai), en la que participé durante mi primer viaje a Kansai.
Yo también tengo recuerdos inolvidables de aquella reunión de diálogo, como mi esfuerzo inaugural en dicha región. En esa oportunidad, hablé de la grandeza de Josei Toda, nuestro maestro, y compartí mi experiencia de haber podido superar la tuberculosis gracias a la práctica. También dije que el budismo Nichiren sin falta se difundiría en todo el mundo y que, en el futuro, existirían escuelas dedicadas a la educación creadora de valores de la Soka.
Por pequeño que sea el encuentro, cuando uno dialoga con los demás sobre el budismo Nichiren, su palabra actúa como una causa externa positiva que hace germinar la semilla de la budeidad en sus vidas. Este esfuerzo se convertirá en «el único recuerdo que quedará de nuestra existencia en este mundo humano», brillante como una preciosa gema.[6]
La joven autora del artículo señalaba que, de las cuatro generaciones de miembros de su familia, su bisabuela había sido la primera en recorrer el camino Soka de la lucha compartida de maestro y discípulo. Además, contaba que ella misma estaba avanzando en unión con sus camaradas de fe hacia la Asamblea Mundial de Jóvenes (del 27 de septiembre).
Nuestros miembros pioneros se mantuvieron fieles a su juramento en bien del kosen-rufu, decididos a no dejarse vencer ante nada, perseverando con increíble fortaleza en un contexto de dificultades extremas. Esa determinación es la que, hoy, han heredado nuestros valiosísimos jóvenes. Enfrentados a las dificultades que acarrea la pandemia de COVID-19, están creando valor activamente y abriendo el camino a una era siempre victoriosa, con la pasión y la energía propia de los jóvenes ciudadanos globales consagrados al kosen-rufu mundial.
Nuestros miembros pioneros se mantuvieron fieles a su juramento en bien del kosen-rufu, decididos a no dejarse vencer ante nada […]. Esa determinación es la que, hoy, han heredado nuestros valiosísimos jóvenes.
Esta próxima Asamblea Mundial de Jóvenes[7] se llevará cabo de manera virtual, aunando a la juventud del mundo en una grandiosa reunión de Bodisatvas de la Tierra como la «asamblea sobre el Pico del Águila».[8]
¿Qué es lo que nos conecta y nos acerca a los demás, pese a las distancias físicas o geográficas que nos separan? Es nuestra inmensa mente o pensamiento, que abarca la totalidad del universo; es la función más profunda de la vida, dotada de un potencial ilimitado.
Nada es más fuerte o más noble que el sincero deseo de alentar a otro ser humano, el diálogo franco que busca establecer una comunicación genuina. Cuando deseamos el bienestar de los demás y ponemos en juego la sabiduría de la Ley Mística que funciona de acuerdo con las circunstancias cambiantes, encontramos sin falta la forma de conectarnos con sus vidas.
Nuestro desafío es traspasar el relevo de ese juramento del kosen-rufu a través de las épocas, las generaciones y las fronteras nacionales, y extender un arcoíris de esperanza en el cielo sobre nuestro planeta azul.
Aplaudo y admiro de verdad a los jóvenes, que se han puesto de pie para hacerse responsables del siglo XXI, por el tremendo desafío que han asumido.
Aplaudo y admiro de verdad a los jóvenes, que se han puesto de pie para hacerse responsables del siglo XXI, por el tremendo desafío que han asumido [con esta Asamblea Mundial de Jóvenes], un experimento que mostrará una prueba real del beneficio del budismo Nichiren. Orgullosos de mostrar al mundo su espíritu de jamás ser vencidos, a través de esta causa están sentando causas maravillosas para la celebración triunfal del centenario de la Soka Gakkai (en 2030).
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El año 1960, en el que inicié mis viajes por el kosen-rufu mundial, coincidió con el séptimo centenario de Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, el tratado que Nichiren Daishonin escribió para reconvenir a las autoridades. Fue también el comienzo de la travesía de maestro y discípulo con el fin de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en el mundo entero».
Desde entonces, he participado en diálogos para unir a la familia global con miras a asegurar «el orden y la tranquilidad en los cuatro sectores del territorio»,[9] superando barreras culturales, étnicas y religiosas; en ese esfuerzo, he construido puentes de confianza inquebrantable uniendo a las personas de vida a vida.
Recuerdo el intercambio que mantuve con una de estas personas, mi amigo Aurelio Peccei (1908-1984), cofundador del Club de Roma, el reconocido think tank global.
El doctor Peccei fue uno de los primeros en identificar las amenazas que se cernían sobre el ambiente natural, pero conservó su optimismo respecto al futuro, porque veía en la humanidad un potencial inagotable. En nuestro diálogo, se mostró convencido de que la revolución humana que saca a la luz nuestro potencial interior era fundamental para lograr un progreso positivo en bien de la sociedad humana.[10]
Hace poco (el 17 de septiembre), leí con gran satisfacción una entrevista publicada en el Seikyo Shimbun a la doctora Mamphela Ramphele, actual copresidenta del Club de Roma y destacada activista social sudafricana. En ella expresaba su convicción en que la revolución humana es la clave para superar las crisis que afligen al mundo de hoy y para conformar una nueva civilización. La doctora Ramphele, al igual que el doctor Peccei, deposita grandes esperanzas en los jóvenes. Estoy seguro de que a ambos les haría felices saber que la juventud global Soka está trabajando junto a muchas otras organizaciones, en alianza con las Naciones Unidas, para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Nuestros jóvenes son, sin duda alguna, «pilares de la paz», «ojos de la educación» y un «gran navío de la cultura».
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La nueva canción mundial de los jóvenes de la Soka Gakkai [Eternal journey with Sensei (El eterno viaje con Sensei)], presentada al público recientemente (a finales de agosto), incluye estos versos:
Volemos juntos, tú y yo, por el cielo del amanecer.
Esforcémonos mientras vivamos, sin dejar a nadie atrás.
¡Adelante, avanzamos, nos ponemos en pie![11]
En el Sutra del loto hay una parábola que recalca la importancia de avanzar hacia delante. En mitad de un viaje largo y peligroso, un grupo de viajeros se desalienta y está a punto de iniciar el retroceso. El guía de la caravana emplea su sabiduría y señala un destino que está al alcance (la «ciudad fantasma»),[12] donde descansan y recobran la alegría. Al verlos con fuerzas renovadas, el guía les dice: «Ahora, poneos en marcha».[13] Los insta a reanudar el camino y a avanzar hacia el verdadero destino del lugar de los tesoros (el estado de budeidad).
Basado en esta analogía, el Daishonin señala que, mientras sus discípulos estén unidos a él, llegarán sin falta a esa tierra de los tesoros.[14]
No existe alegría más grande que avanzar junto a jóvenes «capaces de heredar el espíritu del Sutra del loto».15
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En octubre de 1985, viajé a la región japonesa de Chubu. Con motivo de mi visita al Centro de Conferencias de Mie, miembros del Departamento de Jóvenes construyeron una pequeña estructura en el recinto, que denominaron «Academia Juvenil», para que pudiera ofrecer en ella sesiones de estudio. Con el deseo de agradecérselo, inscribí para ellos varias obras caligráficas; entre ellas, una con la palabra Michi (Camino) y otra que dice Shitei-zan (Montaña de maestro y discípulo).
Cuando nos esforzamos por cumplir nuestro juramento, un glorioso sol interior ilumina el futuro.
En ese momento, también inscribí la caligrafía Chikai (Juramento), que hoy quiero dedicar a los miembros del Departamento de Jóvenes y del Departamento Futuro de todo el mundo, que se han puesto de pie en absoluta unión.
Un juramento nos da alas. Cuando hacemos un juramento, el vuelo más digno y honorable de la juventud se inicia.
Un juramento crea un camino. Cuando realizamos un juramento conjunto, la más hermosa red humana se despliega.
Un juramento es una fuente de esperanza e inspiración. Cuando nos esforzamos por cumplir nuestro juramento, un glorioso sol interior ilumina el futuro.
Amados discípulos, unidos a mí en espíritu, estoy orando con la plena convicción de que cada uno de ustedes, sin excepción, vivirá su existencia con un juramento inquebrantable y alcanzará la felicidad y el honor más elevados. No tengo ninguna duda de que en la vida de quienes toman parte en la travesía Soka de maestro y discípulo, unidos en la lucha conjunta por el kosen-rufu, resonará un jubiloso clamor de victoria.
(Traducción del artículo publicado el 22 de septiembre de 2020 en el Seikyo Shimbun).
[1] ↑ Tradicionalmente, en Japón se llevan a cabo servicios recordatorios por los difuntos durante un período de siete días, que coincide con los equinoccios de otoño y de primavera. El equinoccio otoñal, que este año cayó el 22 de septiembre, es festivo nacional en Japón.
[2] ↑ Véase El comportamiento del devoto del «Sutra del loto», en END, pág. 803.
[3] ↑ Seis actos difíciles y nueve actos fáciles: Comparación expuesta en el capítulo «La torre de los tesoros» (11.°) del Sutra del loto para ilustrar la dificultad abrazar y propagar el sutra en el Último Día de la Ley. Los seis actos difíciles son 1) propagar el Sutra del loto ampliamente, 2) copiarlo o hacer que alguien lo copie, 3) recitarlo, aunque sea por poco tiempo, 4) enseñarlo, aunque sea a una sola persona, 5) escucharlo o aceptarlo y preguntar acerca de su significado y 6) mantener la fe en él. Los nueve actos fáciles son proezas como enseñar una cantidad incalculable de sutras que no sean el Sutra del loto, atravesar un campo en llamas cargando en las espaldas un fardo de heno sin quemarse, o arrojar de un puntapié un gran sistema planetario a otra parte del universo.
[4] ↑ Tres enemigos poderosos: Tres clases de personas arrogantes que persiguen a quienes propagan el Sutra del loto en la época malvada posterior a la muerte del Buda, descritas en la estrofa de veinte versos del capítulo «Aliento a la devoción» (13.o) del Sutra del loto. Miao-lo los tipificó en tres categorías: 1) laicos arrogantes; 2) sacerdotes arrogantes; 3) falsos venerables arrogantes.
[5] ↑ La apertura de los ojos, en END, pág. 297.
[6] ↑ Véase Preguntas y respuestas referidas a abrazar el «Sutra del loto», en END, pág. 68.
[7] ↑ N. de E.: La referencia a la Asamblea Mundial de Jóvenes, que ya ha tenido lugar, tiene forma futura debido a la fecha de redacción del ensayo, previa a la misma.
[8] ↑ OTT, pág. 135. Este pasaje de los escritos de T’ien-t’ai citado por Nichiren Daishonin en el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, afirma que la asamblea sobre el Pico del Águila donde Shakyamuni predicó el Sutra del loto es eterna y prosigue sin pausa.
[9] ↑ Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, en END, pág. 25.
[10] ↑ Véase Peccei, Aurelio y Daisaku Ikeda: Antes de que sea demasiado tarde, Madrid: Taurus, 1985, 2009, pág. 147.
[11] ↑ La traducción de la letra de esta canción se ha realizado basada en el inglés, por lo tanto, difiere ligeramente de la versión japonesa.
[12] ↑ Véase SL, cap. 7.
[13] ↑ Véase SL, cap. 7, pág. 136.
[14] ↑ Véase OTT, pág. 78
[15] ↑ Véase El Héroe del Mundo, en END, pág. 880.