Pina Picierno | Vicepresidenta del Parlamento Europeo
Intervención en el homenaje «La promoción de la paz a través del diálogo y la revolución humana: La vida de Daisaku Ikeda», celebrado en el Parlamento Europeo
Es un gran honor para mí darles la bienvenida aquí, en el Parlamento Europeo, para recordar y celebrar la vida del maestro Daisaku Ikeda, filósofo, poeta, activista de los derechos humanos, gran defensor de los jóvenes y las mujeres, pero también de la lucha contra el cambio climático. Son todos temas a los que dedicó su vida. Como saben, Ikeda fue el tercer presidente de la Soka Gakkai, una organización budista global con presencia en 192 países de todo el mundo, incluida Europa.
Es asombroso entrar en contacto con un movimiento tan fuertemente radicado en el territorio, así como una de las organizaciones más activas en la promoción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Conocí la Soka Gakkai en ocasión de la Semana de la Abolición Nuclear de 2022, gracias a Senzatomica –una exposición sobre el desarme nuclear promovida por el Instituto Budista Italiano Soka Gakkai– y luego, más de cerca, gracias a un querido amigo.
La muerte de Ikeda me ha llevado a reflexionar sobre cuán ausente está del debate público una profunda reflexión humanística en torno a temas como el bien y la búsqueda de un equilibrio entre «nosotros» y «los demás».
Ikeda fue un viajero que recorrió caminos ideales y físicos para acortar distancias entre las ideas y la práctica. Escribió que «la gran revolución humana de un solo individuo propiciará un cambio en el destino de una nación y, más aún, permitirá cambiar el destino de toda la humanidad». Creo que ha llegado el momento de hacerlo, especialmente en un mundo en el que tenemos que hacer frente al cambio climático y a una crisis global.
Ikeda creía en una Europa unida. Su primera serie de diálogos fue con el conde Coudenhove-Kalergi, uno de los primeros en hablar de los «Estados Unidos de Europa». Y, por lo tanto, no me sorprende la entusiasta respuesta con que la Soka Gakkai acogió mi invitación a recordar a su maestro en la casa de todos los ciudadanos europeos. Me gustaría realmente que esto fuera un punto de partida para trabajar juntos, y mirar a la próxima legislatura con el espíritu de Ikeda, preguntándonos qué podemos hacer para mejorar Europa y convertirla en un lugar de paz y justicia social, donde la paz no puede ser un concepto abstracto separado de la justicia.
¡Trabajemos juntos por una Europa de paz, superando las fronteras nacionales y con ambición global!