Seguimos con la tercera entrega de esta serie de disertaciones de Daisaku Ikeda, perteneciente a la más amplia serie Iluminando el mundo con el budismo del sol: Crear un siglo de humanismo en que todos puedan brillar.
Ha llegado la primavera, la temporada en que todo palpita de vida.
En este año significativo […] en todo el mundo se están llevando a cabo reuniones de diálogo pletóricas de entusiasmo y vitalidad.[1] En ellas participan muchos amigos y conocidos, así como también nuevos miembros a quienes nos unen profundos lazos kármicos. Las reuniones de diálogo son encuentros donde florece el diálogo budista. Y, porque son generadores de luminosa esperanza, también son espacios donde se multiplican las sonrisas.
Nuestro primer presidente fundador, Tsunesaburo Makiguchi, daba especial importancia a las reuniones de diálogo. En la Segunda Guerra Mundial, el gobierno presentó cargos en contra de él, con intención de reprimir sus actividades impulsoras de justicia y de humanismo. Estos documentos mencionan que, solamente en Tokio, el maestro Makiguchi realizó más de 240 encuentros de diálogo en el término de dos años (entre mayo de 1941 y junio de 1943).[2] En esta época, ya era un hombre de más de setenta años.
LAS REUNIONES DE DIÁLOGO PRUEBAN UNA FORMA DE VIDA DEDICADA AL BIEN MAYOR
Makiguchi Sensei decía que estos encuentros «ofrecían evidencias empíricas» y que «las reuniones de diálogo probaban una forma de vida dedicada al bien mayor». Las consideraba oportunidades para compartir el proceso y los resultados de quienes aplicaban las enseñanzas del budismo Nichiren.
Además, cuando se refería al «bien mayor», hablaba del mayor bien de todos.
Fieles a estas definiciones, las reuniones de diálogo de la Soka Gakkai son espacios donde las personas intercambian con entusiasmo sobre las pruebas visibles que obtienen en su vida cuando ponen en práctica las enseñanzas del budismo Nichiren.
Mi maestro Josei Toda, nuestro segundo presidente, decía que cuando los miembros tenían fe firme, en estos encuentros podían revelar los estados de budeidad y de bodisatva. En efecto, ellos son una estupenda convergencia donde las personas afianzan su altruismo, sabiduría, convicciones y valor.
EL BUDISMO ES UNA ENSEÑANZA PARA LA VIDA COTIDIANA
La validez del budismo solo se demuestra cuando la filosofía palpita enérgicamente en la vida real de las personas. El budismo Nichiren no es una enseñanza que pueda practicarse en un ámbito separado de la existencia cotidiana, escindido de los semejantes y de la sociedad. Al contrario, nos enseña a conducir de manera responsable nuestra vida diaria y a dirigir los esfuerzos basados en la fe hacia el progreso, mientras nos alentamos y apoyamos unos a otros para dar paso a una primavera de victorias.
El budismo Nichiren no es una enseñanza que pueda practicarse en un ámbito separado de la existencia cotidiana, escindido de los semejantes y de la sociedad.
De este modo, experimentamos los beneficios de la práctica budista y fortalecemos nuestra convicción en las enseñanzas del Daishonin.
Esto ilustra la importancia de practicar basados en los principios de que «la fe equivale a la vida cotidiana» y «el budismo se manifiesta en la sociedad». Con estos principios como tema, estudiemos los escritos del Daishonin para comprender esta filosofía en su inseparable integración con la existencia diaria.
(Continuar leyendo la parte 2/3).
[1] ↑ N. de E.: A causa de la pandemia del coronavirus, en el último año las reuniones de diálogo de la Soka Gakkai se han celebrado virtualmente.
[2] ↑ MAKIGUCHI, Tsunesaburo: Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), vol. 10, Tokio: Daisanbunmei-sha, 1987, pág. 253.