Sobre la profecía del Buda (2/3)


(Volver a la parte 1/3).

El séptimo volumen del Sutra del loto señala: «Cuando yo [Shakyamuni] haya pasado a la extinción, en el último período de quinientos años,[2] debéis propagar [el Sutra del loto] en todas partes ampliamente, en todo Jambudvipa [el mundo entero], y jamás dejar que se extinga».[3] Por un lado, me resulta deplorable que ya hayan transcurrido más de dos mil doscientos veinte años desde la muerte del Buda. ¿Qué mal karma me ha impedido nacer en su época? ¿Por qué no he podido ver a las cuatro clases de venerables[4] en el Primer Día de la Ley, o a [grandes maestros budistas como] T’ien-t’ai y a Dengyo,[5] en el Día Medio de la Ley? Por otro lado, me alegro de la buena fortuna que me ha permitido nacer en el último período de quinientos años y leer estas palabras verdaderas del sutra.[6]

LA NOBLE MISIÓN DE QUIENES NACEN EN EL ÚLTIMO DÍA DE LA LEY

En esta entrega, estudiaremos Sobre la profecía del Buda, donde Nichiren Daishonin expone la visión del Buda con respecto al futuro. Sucintamente, la profecía del Buda es el logro del kosen-rufu, la propagación amplia de la Ley Mística; en ella se encuentra plasmado el deseo del Buda de establecer una paz genuina en la comunidad humana y de guiar a las personas a la eterna felicidad.

El budismo nació del deseo de aliviar el sufrimiento de la gente en el nivel más profundo. Su filosofía enseña que todos poseemos el estado de budeidad, la expresión más noble y suprema del ser, y que podemos superar los desafíos más esenciales de la existencia: las aflicciones del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte.[7] Quienes toman conciencia de la dignidad de su propia vida y de los semejantes se levantan a luchar para erradicar la desventura y la aflicción de este mundo. El kosen-rufu es la tarea de construir un sólido movimiento de personas comunes empoderadas y comprometidas, que trabajan para promover la paz y la felicidad.

Shakyamuni predicó el Sutra del loto para elevar a todas las personas hasta el mismo estado iluminado que él mismo había consolidado en su vida. Asimismo, indicó que, en la época oscura y corrupta posterior a su muerte, sus discípulos debían propagar el Sutra del loto y sin dejar que esa transmisión cesara jamás. Los Bodisatvas de la Tierra[8] fueron los discípulos a quienes se les encomendó la noble tarea de cumplir, fielmente, con esa voluntad del Buda.

En exacta concordancia con las enseñanzas del Sutra del loto, Nichiren Daishonin nació en el Último Día de la Ley,[9] una época transida de sufrimientos, y se dedicó a enseñar y difundir la gran Ley de Nam-myoho-renge-kyo, esencia del Sutra del loto. Mientras sobrellevó persecuciones y atentados contra su vida, abrió caminos para la iluminación del género humano a lo largo del eterno futuro. Por eso lo respetamos como Buda del Último Día de la Ley.

CONSTRUIR LA ERA DE LA VICTORIA DEL PUEBLO

En los tiempos modernos, quienes heredaron ese noble espíritu del Daishonin fueron los tres presidentes fundadores de la Soka Gakkai, unidos por los profundos lazos de maestro y discípulo. Junto a ellos, nuestros laboriosos miembros han dado lo mejor de sí mismos en todo el mundo, día tras día, para construir una sociedad segura y firme, y establecer la paz y la felicidad de los semejantes.

Este extraordinario linaje del humanismo budista, dedicado a crear una era cuyo signo saliente sea la victoria del pueblo, comenzó en la India con Shakyamuni y con el Sutra del loto, y prosiguió con Nichiren Daishonin y con la Soka Gakkai.

En tal sentido, estudiar Sobre la profecía del Buda nos permite aprender sobre los orígenes del espíritu de Gakkai, directamente ligado al del Daishonin.

Yo estudié este escrito con mi maestro, Josei Toda, y luego con nuestros jóvenes miembros, muchas veces a lo largo de los años.

Cada vez que lo leo, me conmueve el estado de vida inconmensurable del Daishonin y su ferviente deseo de aliviar el pesar de todos sus congéneres. Espero que ustedes, mis jóvenes amigos del Departamento Futuro, también graben este espíritu en su corazón.

LA PREDICCIÓN DEL DAISHONIN

Nichiren Daishonin escribió Sobre la profecía del Buda en el quinto mes intercalar de 1273, mientras residía en Ichinosawa, durante su exilio en la isla de Sado.[10] El título de este texto, en japonés, literalmente, significa hacer realidad lo que el Buda predijo y dejó como mensaje para el futuro.

En un nivel, la «profecía» a la cual alude el título de la obra es la de Shakyamuni; pero el verdadero propósito del Daishonin fue revelar su propia predicción.

En primer lugar, ¿cuál es el vaticinio de Shakyamuni? Es lo que enuncia el pasaje del capítulo «Asuntos pasados del bodisatva Rey de la Medicina» del Sutra del loto, citado al comienzo del escrito: «Cuando yo [Shakyamuni] haya pasado a la extinción, en el último período de quinientos años, debes propagar [el Sutra del loto] en todas partes ampliamente, en todo Jambudvipa [el mundo entero], y jamás dejar que se extinga».

Esta es la instrucción del Buda: que el sutra sea difundido en todo el mundo en el período de maldad conocido como el Último Día de la Ley, y que esa transmisión no se interrumpa nunca.

En referencia a este pasaje, el Daishonin primero afirma que, por un lado, le «resulta deplorable» haber nacido dos mil doscientos años después de la muerte del Buda. Lo dice porque eso no le permitió conocer en persona al buda Shakyamuni o escucharlo predicar el Sutra del loto, ni tampoco a otros grandes maestros que habían propagado la enseñanza correcta del sutra.

DE DEPLORAR A ALEGRARNOS

Pero, a continuación, el Daishonin afirma que, por otro lado, se alegra de la buena fortuna que lo ha llevado a nacer en el Último Día de la Ley y a ser testigo de que la profecía del Buda se había hecho realidad.

A primera vista, cualquiera diría que el Último Día de la Ley es una época lamentable. Con todo, el Daishonin adopta una perspectiva diferente: la ve como una época de regocijo, propicia para dar a conocer la enseñanza correcta de Nam-myoho-renge-kyo, superar los obstáculos y lograr el kosen-rufu.

Este gran cambio de enfoque entre deplorar y alegrarse es muy importante. Y el Daishonin puede hacerlo porque en él palpita la firme decisión de propagar activamente la enseñanza correcta de la Ley Mística [Nam-myoho-renge-kyo], aun en medio de persecuciones implacables, en aras de guiar a la felicidad genuina a todas las personas que sufren.

Esto nos ofrece una importante lección. Por ejemplo, si, en lugar de quejarnos ante un contexto difícil o circunstancias complicadas, cambiamos el enfoque y adoptamos una postura activa, estamos a las puertas de transformar la situación.

Asimismo, sentimos una verdadera alegría cuando obramos por la dicha de los demás y la mejora de la sociedad, en vez de pensar solo en nosotros mismos. En eso consiste vivir dedicados a la revolución humana.

¿Por qué los miembros de la Soka Gakkai son tan fuertes? ¿Qué los vuelve tan positivos? Son así porque viven consagrados a la meta sin precedentes de establecer la paz mundial mediante el logro del kosen-rufu.

Hoy, en cada país y región del mundo hay miembros que, a pesar de estar inmersos en sus propios problemas, se esfuerzan por ir al encuentro de sus amigos y camaradas y alentarlos.

Hay quienes se limitan a esperar pasivamente que les llegue la felicidad o a que se cumplan sus deseos personales. Pero pueden convertirse en personas comprometidas con la felicidad y el bienestar de los otros, con el mismo corazón que los budas. Esta es la grandiosa saga de la revolución humana o cambio interior, que protagonizan quienes asumen su misión como Bodisatvas de la Tierra. Es una gesta donde late la noble práctica del respeto a la dignidad de la vida propia y de cada persona.

SEAN SUCESORES VALIENTES

Nichiren Daishonin vivió resuelto a aliviar las aflicciones de todos, sin excepción. Así de inmenso fue su amor compasivo a la humanidad. En este sentimiento, así como en su tolerancia, yace la esencia de su filosofía budista.

Pero, por excelsa que sea una enseñanza, sin sucesores que la hereden no podrá propagarse ampliamente, a muchas personas.

En otra parte de Sobre la profecía del Buda, el Daishonin escribe: «Incluso cuando […] otros sacerdotes partieron del Japón para llevar consigo algunos sutras a la China, no encontraron allí ni una sola persona que pudiera creer en ellos y enseñarlos a los demás. Fue como si sólo hubiesen hallado estatuas de madera o de piedra ataviadas con túnicas sacerdotales y escudillas de mendicante».[11]

Ustedes, mis jóvenes amigos del Departamento Futuro, son los sucesores que «creerán» en nuestros ideales y los «enseñarán» a otros. Espero que sean continuadores del noble espíritu de Gakkai y que lo perpetúen audazmente en el siglo xxi, dedicados a cumplir la profecía contemporánea que asegura el logro del kosen-rufu, y a propagar el budismo Nichiren en cada lugar, como enseñanza para toda la humanidad.

(Continuar leyendo la parte 3/3).


[2]Último período de quinientos años: Tercer y último de los tres períodos posteriores a la muerte del buda Shakyamuni. Los primeros mil años después de su fallecimiento corresponden al Primer Día de la Ley; el segundo milenio, al Día Medio de la Ley, y los últimos quinientos años se consideran el inicio del Último Día de la Ley..

[3]Véase SL, cap. 23, pág. 285.

[4]Cuatro clases de venerables: Maestros budistas en quienes la población puede confiar. Aunque las cuatro clases se refieren a cuatro niveles de comprensión distintos, el término «cuatro clases de venerables» suele usarse como término genérico y aplicarse a este tipo de maestros budistas sin considerar su nivel de sapiencia.

[5]T’ien-t’ai (538-597), también conocido como Chih-i, propagó el Sutra del loto en la China y estableció la doctrina de los «tres mil aspectos contenidos en cada instante vital». Dengyo (767-822), también conocido como Saicho, fue el fundador de la escuela Tendai (T’ien-t’ai) en Japón. Viajó a China, donde llegó a dominar las enseñanzas de T’ien-t’ai.

[6]Sobre la profecía del Buda, en END, pág. 419.

[7]El nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte son las cuatro aflicciones fundamentales, que ninguno de nosotros puede eludir. Las enseñanzas del budismo se expusieron para permitir a los seres humanos superar estos sufrimientos.

[8]Bodisatvas de la Tierra: Innumerables bodisatvas cuya aparición convoca el buda Shakyamuni para que se encarguen de propagar el Sutra del loto después de su muerte, en una era de depravación, y eternamente guíen a las personas a la felicidad. Aparecen en el capítulo «Surgir de la tierra» (15.°) del Sutra del loto, a lo cual deben su nombre. Cada uno de ellos es un grandioso bodisatva –magnífico, brillante como el oro y de firme intención [como dice el sutra]– acompañado de un séquito de amigos y camaradas numerosos como los granos de arena de sesenta mil ríos Ganges.

[9]La expresión «Último Día de la Ley» se refiere al período posterior al fallecimiento de Shakyamuni, en que sus enseñanzas, ya anquilosadas y obsoletas, pierden su eficacia, y el mundo sufre a merced de las tensiones y conflictos. Nichiren Daishonin surgió en esta época y expuso la gran enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo para aliviar las aflicciones de la población en el Último Día de la Ley, por toda la eternidad.

[10]Exilio a Sado: Destierro de Nichiren Daishonin a la isla de Sado, situada en el mar del Japón, inmediatamente después de la persecución de Tatsunokuchi, que se extendió desde el 12 de septiembre de 1271 hasta marzo de 1274. En los dos años y cinco meses que el Daishonin estuvo desterrado en Sado, sufrió la falta de comida y de ropa para abrigarse, y vivió bajo constante amenaza de los seguidores del Nembutsu. Sin embargo, en este período turbulento, escribió muchas obras importantes; entre ellas La apertura de los ojos y El objeto de devoción para observar la vida, y dio aliento crucial a sus seguidores.

[11]Sobre la profecía del Buda, en END, pág. 422.

Scroll al inicio