Sobre la Torre de los Tesoros (3/3)


(Volver a la parte 2/3).

En este momento, el cuerpo del honorable Abutsu está compuesto de los cinco elementos: tierra, agua, fuego, viento y espacio [cielo]. Estos cinco elementos son, a su vez, los cinco ideogramas del daimoku [Myoho-renge-kyo]. Por tal razón, Abutsu-bo es la Torre de los Tesoros, y la Torre de los Tesoros es Abutsu-bo. Ningún otro conocimiento es relevante. Es la Torre de los Tesoros adornada con las siete clases de tesoros –escuchar la enseñanza correcta, creer en ella, observar los preceptos, meditar, practicar asiduamente, renunciar a los apegos y reflexionar sobre uno mismo–.[10]

LA LEY FUNDAMENTAL QUE PERMEA LA VIDA Y EL UNIVERSO

El Daishonin […], en otras palabras, le está diciendo a Abutsu-bo: «Su cuerpo, su ser, es inseparable de la Ley fundamental que permea toda la vida y el universo. Esa es la realidad de su vida».

Cuando entonan «los cinco caracteres del daimoku» –Nam-myoho-renge-kyo–las personas comunes, incluso si están agobiadas por problemas y sufrimientos, pueden irradiar el brillo de la Ley Mística, tal como son. Desde la perspectiva de las funciones de la Ley Mística, su vida no es distinta de la del Buda. Esta es la penetrante visión que deriva del budismo Nichiren.

Las personas tienden a buscar las causas de la felicidad y el infortunio fuera de sí mismas. Creen que la felicidad está en algún otro lugar distinto de donde están ahora. Pero la verdadera felicidad no está lejos.

En El logro de la budeidad en esta existencia el Daishonin escribe:

[A]unque recite Nam-myoho-renge-kyo y crea en él, si piensa que la Ley está fuera de usted, no está abrazando la Ley Mística, sino una enseñanza inferior […]. Jamás piense que están fuera de usted mismo ninguna de las ochenta mil enseñanzas sagradas que predicó el buda Shakyamuni a lo largo de su vida, o que predicaron los budas y bodisatvas de las diez direcciones y de las tres existencias del pasado, presente y futuro».[11]

Cuando, a través de la práctica diaria de Nam-myoho-renge-kyo, revelamos nuestra budeidad, abrimos un manantial de felicidad en nuestra vida.

La práctica de entonar Nam-myoho-renge-kyo es la llave para activar nuestro infinito potencial y las funciones positivas de la vida, vastas como el universo. Es realmente maravilloso que hayan adoptado esta grandiosa Ley Mística desde tan jóvenes.

BASAR NUESTRA VIDA EN NAM-MYOHO-RENGE-KYO

Cuando conocí a mi maestro Josei Toda, el 14 de agosto de 1947, compuse un poema impromptu que comienza así:

Viajero,
¿de dónde vienes
y hacia dónde vas?

Hacía dos años que había terminado la Segunda Guerra Mundial. De un día para el otro, se habían desplomado los valores y estándares militaristas sobre lo correcto y lo incorrecto que hasta ese momento nos habían inculcado, y los jóvenes nos habíamos visto arrojados a un mundo de confusión e incertidumbre. En mi afán de encontrar una forma correcta de vivir, leía con avidez toda clase de libros. Justo en esa época conocí al maestro Toda.

El poema que compuse esa noche continuaba:

Se ha puesto la luna
y el sol aún no asoma.
En la penumbra que precede al alba,
avanzo
en busca de la luz.
Para disipar las oscuras nubes de mi mente,
para buscar ese gran árbol que resiste
las tormentas,
yo irrumpo de la tierra.

En ese momento, no conocía la profundidad de las enseñanzas del budismo Nichiren, pero así y todo estaba queriendo hallar «ese gran árbol» de una filosofía profunda, sólida, que me diera un sustento espiritual elevado e indestructible.

Al tiempo, Toda Sensei me explicó, muy sencillamente, que vivir basados en Nam-myoho-renge-kyo[12] no era otra cosa que construir una identidad sólida y firme. Esto concentra la esencia del budismo Nichiren.

CADA UNO DE NOSOTROS ES LA TORRE DE LOS TESOROS

El siguiente pasaje de Sobre la Torre de los Tesoros ofrece una filosofía que da esperanza y valor a todos: «Por tal razón, Abutsu-bo es la Torre de los Tesoros, y la Torre de los Tesoros es Abutsu-bo». Dice que esa inmensa, refulgente, enjoyada torre no existe en ningún otro lado más que en el interior de la propia vida. ¿Quién no se sentiría sorprendido ante tamaña revelación?

El Daishonin recalca que nada es tan importante como comprender que somos esa Torre de los Tesoros, y que la magnífica torre no es otra cosa que nosotros mismos. Nos dice que no existe sabiduría más grande que tomar conciencia de la verdadera realidad de nuestro ser y de la Ley Mística que gobierna todas las formas de vida y el universo.

Poco antes de morir, Shakyamuni exhortó a sus discípulos «a ser una lámpara en ustedes mismos, un refugio de sí mismos, a no dirigirse a ningún refugio externo, sino aferrarse a la verdad como lámpara, aferrarse a la verdad como su refugio, no buscar otro refugio fuera de sí mismos».[13]

El budismo compara este mundo con una corriente embravecida. ¿Qué podemos hacer para aliviar los sufrimientos de las personas que se encuentran a merced de esas fuerzas turbulentas? El Buda recalca aquí la importancia de que cada persona forje una sólida identidad tomando como anclaje la Ley imperturbable.

El budismo Nichiren, al enseñarnos que la Torre de los Tesoros somos nosotros, es la gran filosofía que nos muestra cómo lograrlo.

Toda Sensei lo explicaba de un modo simple y accesible: «El espíritu fundamental de Nichiren Daishonin es que todos somos hijos del Buda y que la vida de cada persona es una Torre de los Tesoros. Por eso el budismo Nichiren puede definirse como una verdadera enseñanza universal, capaz de guiar a todas las personas a la iluminación».

Esa fue la rotunda convicción de mi maestro.

LA REVOLUCIÓN HUMANA NOS HACE BRILLAR COMO LAS «SIETE CLASES DE TESOROS»

A continuación, el Daishonin escribe: «Es la Torre de los Tesoros adornada con las siete clases de tesoros –escuchar la enseñanza correcta, creer en ella, observar los preceptos, meditar, practicar asiduamente, renunciar a los apegos y reflexionar sobre uno mismo».

Aquí, enumera formas concretas que permiten a los practicantes de la Ley Mística hacer brillar sus vidas. En lenguaje contemporáneo, las siete clases de tesoros pueden verse como siete pautas para llevar a cabo nuestra revolución humana.

Examinémoslas una por una.

«Escuchar la enseñanza correcta» significa esforzarse activamente por aprender la enseñanza de la Ley Mística. Representa un espíritu de búsqueda puro y sincero.

«Creer en ella» es abrazar la fe en la Ley Mística. El Sutra del loto enseña, con respecto a entrar en el Camino del Buda, que solo podemos ingresar a través de la fe.[14] Incluso Shariputra, el discípulo de Shakyamuni de sabiduría más prominente, llegó al estado de vida que corporifica la sabiduría de buda únicamente a través de la fe. El Daishonin se refiere a esto como «reemplazar la sabiduría por la fe».[15] Creer en la Ley Mística y practicarla se traduce en una sabiduría que nos permite manifestar la iluminación.

En lo que respecta a «observar los preceptos», el término «precepto», en el budismo, implica «evitar los errores y poner fin al mal». Mantener u observar los preceptos, por lo tanto, significa seguir las instrucciones del Buda, ejercitar la autodisciplina y recorrer el camino correcto del budismo. Para nosotros, es seguir practicando la Ley Mística junto a la Soka Gakkai durante toda la vida.

«Meditar» es aquietar la mente. A menudo, se interpreta que la meditación consiste en sentarse en contemplación silenciosa. Pero, en realidad, significa establecer un estado mental firme y sereno mientras abordamos las dificultades de la vida. Los miembros de la Soka Gakkai, con su sincera práctica de entonar daimoku al Gohonzon en cada situación, construyen ese estado firme e inamovible que les permite afrontar toda adversidad.

«Practicar asiduamente» es esforzarnos con diligencia en la fe y la práctica. Denota el empeño incansable y el avance siempre positivo en dirección a cada una de nuestras metas. Esto describe perfectamente la forma de vivir de los miembros de la Soka Gakkai.

«Renunciar a los apegos» es dejar de aferrarnos a cosas que no necesariamente contribuyen a nuestro bien y, al mismo tiempo, poder brindarnos libremente a los demás. En un orden personal, es no dejarse gobernar por los deseos mundanos y, lejos de ello, dedicar la vida de corazón al noble objetivo del kosen-rufu. Al hacerlo, cultivamos nuestra verdadera humanidad.

«Reflexionar sobre uno mismo» es emprender una honesta introspección, siempre tratando de mejorar como personas. Significa tomar todo lo que nos ocurre como un trampolín para nuestro crecimiento; examinar con franqueza nuestros pensamientos y motivaciones, sostener una reflexión sincera sobre nosotros mismos, cambiar lo que debamos en nuestra forma de ser y trabajar para elevar nuestro estado de vida.

El desafío en estos siete aspectos de la práctica, partiendo de donde podamos, hará que florezca nuestro potencial de manera constante. De este modo, tenemos la posibilidad de afirmar la Torre de los Tesoros en nuestra vida y hacerla resplandecer de buena fortuna duradera, irradiando el fulgor de los «tesoros del corazón»,[16] que supera el del oro, la plata y toda clase de gemas.

Todos, sin excepción, somos una Torre de los Tesoros. Cada persona debe hacer brillar la suya, a su propio modo. Cuando empoderamos a otros para que puedan lograrlo, creamos un mundo de verdadero respeto mutuo, de acuerdo con el principio de la floración de los «cerezos, ciruelos, melocotoneros y albaricoqueros»,[17] en que todos podemos irradiar luz e iluminarnos unos a otros.

El punto de partida es creer en el propio potencial. El budismo es aliado de todas las personas; cualquier ser humano puede ser un sol de esperanza que alumbre el mundo.

TENER FE EN NOSOTROS MISMOS

Hoy, sigo abriendo el camino hacia el kosen-rufu, siempre dialogando con el Toda Sensei en mi corazón. También estoy velando por el crecimiento de cada uno de ustedes, mis jóvenes amigos.

En La Divina Comedia, de Dante Alighieri, el maestro inspira a su alumno, afectado por las palabras ajenas, diciéndole: «¡Deja que la gente hable! Sé como una torre maciza cuya altura bravía permanezca incólume ante los vientos que soplen».[18]

Es importante que tengan absoluta fe en ustedes mismos, que vuelvan fuertes y sabios, y que se valoren.

Sigan avanzando por el camino que han elegido, para no tener nada de lo cual lamentarse. Ese es el genuino camino de maestro y discípulo.

¡Hasta el final, sigamos recorriendo alegremente la gran senda de la esperanza y la valentía!

¡Sostengamos la espada enjoyada de la Ley Mística, defendiendo la dignidad humana y el respeto a la vida! ¡Construyamos un mundo seguro y pacífico y demos paso a un nuevo amanecer para la humanidad!

(Traducción del artículo publicado en la edición de agosto de 2021 de Daibyakurenge).


[10]Sobre la Torre de los Tesoros, en END, pág. 317.

[11]El logro de la budeidad en esta existencia, en END, pág. 3.

[12]TODA, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), Tokio, Seikyo Shimbunsha, 1986, vol. 2, pág. 466.

[13]«Maha Parinibbana Suttanta», en Dialogues of the Buddha (Diálogos del Buda), parte 2, trad. ingl. T. W. y C. A. F. Rhys Davids, Oxford: The Pali Text Society, 1995, págs. 108-109.

[14]Véase SL, cap. 3, pág. 73.

[15]Véase Sobre los cuatro niveles de la fe y los cinco niveles de la práctica, en END, pág. 825.

[16]Las tres clases de tesoros, en END, pág. 892.

[17]Véase OTT, pág. 200.

[18]ALIGHIERI, Dante: Purgatorio, en La Divina Comedia, vol. 2, trad. por Mark Musa, Nueva York: Penguin Books, 1985, pág. 49.

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