Por Daisaku Ikeda · Enero de 2023
Recuerdo que, en el peor momento de la crisis de su empresa, mi maestro Josei Toda y yo leímos juntos Sobre la profecía del Buda.
Exiliado en la isla de Sado, mientras peligraba su vida, Nichiren Daishonin proclamó su visionaria certeza sobre la transmisión del budismo al oeste y sobre el kosen-rufu mundial. Fundamentado en su determinación inquebrantable, el maestro Toda juró que la Soka Gakkai superaría todos los obstáculos y haría realidad esa visión.
En la parte final de Sobre la profecía del Buda, el Daishonin declara que ha heredado las enseñanzas de Shakyamuni, T’ien-t’ai y Dengyo [de la India, China y Japón, respectivamente], afirmando que deberían ser llamados «los cuatro maestros de los tres países».[1] También alude, como lugar de origen, no a Japón, sino a su región natal: se presenta como «Yo, Nichiren, de la provincia de Awa».[2]
Con esta misma postura, valoremos siempre nuestra tierra natal y la comunidad donde vivimos, a las cuales estamos unidos por profundos lazos kármicos. Toda Sensei y yo afirmamos que la propagación benevolente de la Ley Mística en el mundo empieza por valorar y amar los lugares en los que trascurren nuestras vidas y por vincular a quienes nos rodean con el budismo Nichiren.
Desde la perspectiva del juramento de lograr el kosen-rufu, nuestra fe budista ofrece la respuesta más esencial a quienes se preguntan por qué están viviendo en un lugar determinado.
Lo primero que hice en mis viajes por el mundo, llevando la fotografía de mi maestro en el bolsillo superior de mi chaqueta, fue encontrarme a dialogar con miembros de la Soka Gakkai que se desafiaban por adaptarse a su vida en lugares nuevos y poco familiares, tras haber emigrado a países como los Estados Unidos o Brasil.
Les agradecí su esfuerzo por abrir caminos en bien de nuestro movimiento, a pesar de los muchos sufrimientos y dificultades, y les dije: «No han venido aquí por una casualidad fortuita; lo han hecho respondiendo al llamamiento de Nichiren Daishonin, como Bodisatvas de la Tierra, para guiar a las personas de este país a la felicidad y crear aquí un eterno reino de paz y felicidad».
Cuando una persona dedica su vida a la Ley Mística con la firme convicción de que el lugar donde se encuentra es la tierra de su misión –la tierra que el Daishonin le ha confiado–, este se convierte en el magnífico escenario de su revolución humana. Con esta conciencia, es posible activar una fuerza superior a la de los budas y bodisatvas de las diez direcciones y de las tres existencias, y acrecentar nuestra red de «amigos en el salón perfumado de orquídeas».[3] De este modo se pone en marcha una saga de revitalización que, con el tiempo, transforma incluso el karma colectivo de toda una comunidad.
El Daishonin escribe: «Basta con ver un solo capullo en flor para predecir la llegada de la primavera».[4] Hoy, en todo el mundo crecen las flores humanas de la Soka, dedicadas a la felicidad de los semejantes y a servir a la sociedad; ellas representan la esperanza de que llegará una gran primavera de paz para toda la familia humana.
En el año que comienza, junto a nuestros preciados compañeros de fe desde el tiempo sin comienzo, tracemos una visión que refleje la futura victoria del kosen-rufu y el ideal de «establecer la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra» en cada una de nuestras comunidades. ¡Cultivemos un fragante jardín de felicidad y de triunfo, que todos puedan admirar!
¡Triunfemos
y tracemos la visión de un dorado porvenir,
con la certeza de que la Tierra de la Luz Tranquila
que hemos jurado construir
es el preciso lugar donde hoy estamos!
(Traducción del artículo publicado en la edición de enero de 2023 de Daibyakurenge).
[1] Sobre la profecía del Buda, en Los escritos de Nichiren Daishonin (END), Tokio: Soka Gakkai, 2008, pág. 424.
[2] Ib.
[3] Véase Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, en END, pág. 24. En ese tratado, el Daishonin escribe: «¡Qué reconfortante! ¡Usted se ha relacionado con un amigo en el salón perfumado de orquídeas, y ahora su postura es recta como la artemisa que crece entre el cáñamo!». END, pág. 24. El «amigo en el salón perfumado de orquídeas» indica a la persona de virtud. Esto sugiere que la compañía de alguien virtuoso obra como una buena influencia, de la misma manera que uno, al estar en un salón lleno de orquídeas, queda impregnado de su fragancia.
[4] La apertura de los ojos, en END, pág. 283.