Transmitir el budismo a otras personas (3/3)


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El término «daimoku» posee dos significados: uno se refiere al daimoku de los días Primero y Medio de la Ley; el otro es el daimoku del Último Día.[11]

Durante el Primer Día de la Ley, el bodisatva Vasubandhu y el bodisatva Nagarjuna [–estudiosos del budismo de la India–] entonaron el daimoku, pero lo hicieron solo como una práctica personal, sin ir más allá de eso. En el Día Medio de la Ley, [los maestros budistas de la China] Nan-yüeh[12] y T’ien-t’ai también entonaron Nam-myoho-renge-kyo; lo hicieron como una práctica en su propio beneficio, pero no lo transmitieron ampliamente a otros. Estos ejemplos podrían considerarse un daimoku de práctica meditativa.

Sin embargo, ahora hemos ingresado en el Último Día de la Ley, y el daimoku que yo, Nichiren, entono es diferente del de épocas anteriores. Este Nam-myoho-renge-kyo abarca tanto la práctica personal como el acto de enseñar a otros. Sus cinco caracteres son los cinco grandes principios[13] de nombre, entidad, cualidad, función y enseñanza.[14]

LA PRÁCTICA DE ENTONAR NAM-MYOHO-RENGE-KYO EN EL ÚLTIMO DÍA DE LA LEY ES PARA UNO MISMO Y PARA LOS DEMÁS

En este pasaje de Sobre el otorgamiento de las tres grandes leyes secretas, el Daishonin enseña la naturaleza de la práctica del daimoku –entonar Nam-myoho-renge-kyo– en el Último Día de la Ley.

Los maestros budistas que practicaron el Sutra del loto en los días Primero y Medio de la Ley entonaron el daimoku en beneficio personal –explica el Daishonin–, pero no lo enseñaron a otros. En cambio, el daimoku que él estableció no solo abarca la práctica para uno mismo. Antes bien, consiste en entonar Nam-myoho-renge-kyo por uno y por los demás; este es el camino para aliviar el sufrimiento de la humanidad en el Último Día de la Ley.

En esta época perversa, la única forma de liberar a las personas de las aflicciones, en el sentido esencial, es permitir a cada individuo activar su propia naturaleza de Buda intrínseca; y esto se logra enseñando Nam-myoho-renge-kyo y plantando directamente en la vida de los demás la semilla de la iluminación. En otras palabras, la Ley de Nam-myoho-renge-kyo es la enseñanza que se difundirá en el Último Día. Y la única forma de practicarla es entonar Nam-myoho-renge-kyo y enseñar a otras personas a hacer lo mismo.

El Daishonin declara que Nam-myoho-renge-kyo abarca los cinco grandes principios de nombre, entidad, cualidad, función y enseñanza. Con ello, indica que Nam-myoho-renge-kyo cristaliza la sabiduría y el amor compasivo del Buda, cuyo deseo fundamental es liberar a todos los seres del sufrimiento, y que, además, contiene en sí todos los beneficios y la buena fortuna concebibles.

EL OBJETO DE NUESTRA ORACIÓN SE REFLEJA EN NUESTRO ESTADO DE VIDA

El Daishonin siempre oró por el bienestar de todas las personas, aun sometido a graves persecuciones. Él mismo señala: «La vida del Buda es un corazón de gran piedad y amor compasivo».[15]

La esencia del daimoku del Último Día de la Ley es esa «gran piedad» y ese «amor compasivo» que busca aliviar las aflicciones de todos los seres humanos.

Cuando nos vemos rodeados de problemas y dificultades, es fácil caer en la actitud de encerrarnos a orar por nosotros mismos. Pero el objeto de nuestra oración se refleja en nuestro estado de vida.

Si ampliamos su alcance y dirigimos el daimoku a la noble causa del kosen-rufu, eso también abarcará todas nuestras preocupaciones personales. El poder benéfico de la Ley Mística nos permitirá elevar nuestro estado de vida, transformar nuestro karma y convertir nuestros problemas en tesoros invalorables.

Nuestras oraciones, permeadas por el juramento de lograr el kosen-rufu, son lo que nos permite trascender el cascarón del yo inferior, dominado por los sufrimientos, y establecer una vida basada en el yo superior. Son oraciones solidarias, que nos convierten en personas capaces de ayudar a ser felices a nuestros semejantes y de contribuir a la paz mundial. Son oraciones valientes, que despiertan en nosotros el corazón de un rey león. Son oraciones jubilosas, que nos permiten avanzar con actitud positiva por el camino de nuestra revolución humana.

Cuando nos vemos rodeados de problemas y dificultades, es fácil caer en la actitud de encerrarnos a orar por nosotros mismos. […] Si ampliamos su alcance y dirigimos el daimoku a la noble causa del kosen-rufu, eso también abarcará todas nuestras preocupaciones personales.

LA PRÁCTICA PARA LIBERARNOS DE LA IGNORANCIA FUNDAMENTAL

A la vez, nuestras oraciones dirigidas a transmitir el budismo Nichiren a otros ponen en movimiento un profundo cambio interior; atraviesan nuestra ignorancia fundamental,[16] que es la causa raíz de todos los sufrimientos, y revelan nuestra naturaleza fundamental de la iluminación o naturaleza del Dharma.[17]

Como señala el Daishonin: «En la palabra kudoku [o “beneficio”], la partícula ku [que significa “mérito”] se refiere al mérito de erradicar el mal, mientras que la partícula toku o doku [que significa “virtud”] se refiere a la virtud que uno adquiere generando el bien».[18]

Hablar sobre budismo a otras personas es el desafío de vencer la ignorancia intrínseca de uno mismo y del prójimo; es el desafío de elevar el estado de vida de ambos para revelar juntos nuestra naturaleza iluminada innata. El término shakubuku, que en su uso práctico se refiere a propagar del budismo Nichiren, originalmente significaba «refutación estricta». Sin embargo, en sentido profundo describe la intensa lucha espiritual que se pone en juego cuando queremos vencer la ignorancia primordial causante de todas las aflicciones. Shakubuku es sinónimo de diálogo basado en la amistad y el amor solidario.

El señor Toda decía: «Aunque nosotros mismos estemos sufriendo, si nos acercamos a los demás para alentar y ayudar a ser felices, esta acción nos permitirá revelar nuestra budeidad y envolver de inmensa buena fortuna a nuestra familia y seres queridos».

El pensamiento constante de un buda, y el más noble que pueda haber, es cómo aliviar la desdicha de los demás. Como establece el principio de que los deseos mundanos conducen a la iluminación,[19] nuestro compromiso con el otro nos permite fortalecer y cultivar nuestra vida, acumular causas que activan nuestra budeidad y gozar de una incalculable buena fortuna.

El presidente Toda también explicaba: «Cuando hablamos con alguien sobre el budismo, [aunque esa persona no acepte la fe], lo que queda es la confianza». A través de nuestro empeño paciente e incansable en hacer daimoku y en enseñar a otros a entonar Nam-myoho-renge-kyo, derrotamos la oscuridad fundamental y logramos un estado de satisfacción absoluta guiados por nuestra naturaleza iluminada. De esa manera, podemos sembrar las semillas de la felicidad y de la esperanza en la vida de otras personas.

CADA UNO DE NOSOTROS TIENE UNA DEUDA DE GRATITUD CON TODOS LOS SERES

El primero de los cuatro juramentos universales[20] que hacen los bodisatvas cuando inician su práctica budista es el de salvar a innumerables seres vivos.

El primer paso en el camino hacia el logro de la budeidad es establecer en la propia vida esta determinación solidaria: el compromiso de aliviar los sufrimientos de todos y de dedicarnos a la dicha del género humano…

Cuando llegamos a ser personas capaces de orar por los semejantes, entramos en el camino seguro a la iluminación, que es la ruta del eterno crecimiento y de la victoria perpetua en la vida.

El Daishonin también escribe: «De no ser por [todos los seres], a uno le sería imposible sostener el juramento de salvar a innumerables seres vivientes».[21] Llega a decir, incluso, que tenemos una profunda deuda de gratitud con tantas personas que sufren en el mundo, ya que ellas son la razón por la cual juramos guiar a todos a la iluminación y dar lo mejor de nosotros en esta tarea.

Lo que sustenta los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por las Naciones Unidas, y que la humanidad hoy se empeña en alcanzar, es el principio de «no dejar a nadie atrás». Esta consigna tiene mucho en común con el juramento benevolente de los bodisatvas, que es liberar a todas las personas del sufrimiento.

Ha llegado la época en que nuestro movimiento global por la paz brillará más que nunca, como un confiable faro de esperanza para todo el género humano.

EL AMOR Y LA CONSIDERACIÓN A LOS SEMEJANTES

En una entrevista publicada en 1970 por el diario japonés Mainichi Shimbun (uno de los principales periódicos del país), el historiador británico Arnold J. Toynbee (1889-1975) respondió a las preguntas de los lectores. Esto ocurrió unos pocos años antes de que celebrásemos nuestro diálogo (en 1972 y 1973). Uno de los lectores había preguntado en qué fuerza podían encontrar contención y fortaleza espiritual los niños que se hallaban sufriendo en el mundo.

El doctor Toynbee respondió que todos los seres humanos, pobres o ricos, estaban expuestos a las mismas aflicciones: el dolor físico y emocional, la muerte inexorable, la pérdida de los seres queridos, etc. Dijo que esos padecimientos eran parte constitutiva de la condición humana y se mostró convencido de que la búsqueda religiosa podría aliviarlos. Luego agregó que cuando hablaba de esto no se refería a las doctrinas o a los ritos, sino al amor y a la benevolencia de bregar por el bienestar de todos los congéneres. Concluyó que, sin creer en alguna expresión religiosa que nos permitiera cortar los grilletes del egoísmo, la vida podía ser difícil de sobrellevar para cualquiera.[22]

En nuestro diálogo, el doctor Toynbee también recalcó la importancia de establecer el respeto a la dignidad humana, que, a su entender, solo podía lograrse cuando la conducta de las personas estuviese gobernada por el amor y la consideración.[23]

Somos increíblemente afortunados de practicar las enseñanzas humanísticas del budismo Nichiren, que afirman la dignidad y el valor de todas las personas, y de dedicar nuestra vida al gran juramento del kosen-rufu proclamado por los maestros y discípulos. Nuestro esfuerzo diario en la práctica budista es una fuente incuestionable de benevolencia que nos conduce a trabajar por la felicidad de los demás y por un mundo pacífico y seguro.

EL KOSEN-RUFU GLOBAL COMIENZA POR LA PERSONA QUE TENEMOS FRENTE A NOSOTROS

El señor Toda decía: «Estamos emprendiendo una gran revolución. No a través del poder político ni de la fuerza militar, sino mediante una lucha no violenta. La nuestra es la revolución humana, y, por eso, es un cambio realmente esencial».

El gran objetivo del kosen-rufu en todo el mundo, en definitiva, comienza por iniciar el diálogo con la persona que tenemos frente a nosotros.

Ese afán de transmitir a los demás el budismo Nichiren brillará por toda la eternidad como un luminoso legado de la lucha conjunta que libran el maestro y los discípulos, en coincidencia con la ley de la vida.

«Porque somos Bodisatvas de la Tierra / tenemos una misión que cumplir en este mundo». Llevando en el corazón estos versos de la «Canción de la revolución humana» que entonamos en la Soka Gakkai, ¡avancemos libremente, desplegando una danza de vibrante alegría, dispuestos a cumplir nuestra misión como Bodisatvas de la Tierra!

(Traducción del artículo publicado en la edición de febrero de 2020 de Daibyakurenge).


[11] ↑ El tiempo posterior a la muerte de Shakyamuni se divide en tres períodos, conocidos como los días Primero, Medio y Último de la Ley.

[12] ↑ Nan-yüeh: Maestro de T’ien-t’ai.

[13] ↑ Cinco grandes principios: Cinco puntos de vista desde los cuales T’ien-t’ai interpretó el Sutra del loto, en su tratado Profundo significado del «Sutra del loto». El «nombre» señala el significado del título de un sutra. La «entidad» denota el principio supremo de un sutra. La «cualidad» indica las doctrinas principales que contiene el texto. La «función» abarca sus beneficios y su poder. Y la «enseñanza» se refiere a la posición e influencia de un sutra con respecto a los demás.

[14] ↑ WND-2, pág. 986. Sobre el otorgamiento de las tres grandes leyes secretas es un texto dirigido a Ota Jomyo (1222-1283) que explica las tres grandes leyes secretas, principios centrales de la enseñanza de Nichiren Daishonin: el objeto de devoción de la enseñanza esencial, el daimoku de la enseñanza esencial y el santuario de la enseñanza esencial.

[15] ↑ OTT, pág. 164.

[16] ↑ Ignorancia fundamental: La ilusión más hondamente arraigada en la vida, que daría lugar a otras las otras ilusiones. Se refiere a la incapacidad de ver o de reconocer la verdad suprema de la Ley Mística, así como los actos negativos que surgen de dicha ignorancia.

[17] ↑ Naturaleza del Dharma o naturaleza fundamental de la iluminación: naturaleza invariable, inherente a todos los fenómenos y a todas las cosas. Se la identifica con la Ley fundamental, esencia de la iluminación del Buda o verdad suprema, y con la naturaleza de Buda inherente a la vida.

[18] ↑ OTT, pág. 148.

[19] ↑ El principio según el cual «los deseos mundanos son la iluminación» significa que la sabiduría que nos permite tomar conciencia de la verdad suprema para el logro de la budeidad (iluminación) se manifiesta en la vida de las personas comunes, gobernadas por los deseos mundanos.

[20] ↑ Cuatro juramentos universales: Cuatro votos que formulan los bodisatvas cuando inician su práctica budista: 1) salvar a innumerables seres vivos; 2) erradicar los ilimitados deseos mundanos; 3) dominar inagotables doctrinas; 4) lograr la iluminación insuperable.

[21] ↑ END, págs. 45-46.

[22] ↑ TOYNBEE, Arnold J.: Toinbi to Anata no Taiwa (Diálogo entre ustedes y el doctor Toynbee), edit. jap. Yoshitaka Hoshino, Tokio: Mainichi Shimbun, 1971, págs. 186-188.

[23] ↑ Véase TOYNBEE, Arnold J. y Daisaku IKEDA: Elige la vida, Emecé Editores, Argentina, 2002, pág. 369.

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