Un avance dinámico a través del diálogo


La gran tradición de la Soka Gakkai


Tsunesaburo Makiguchi, durante una reunión de diálogo celebrada en Ikebukuro, Tokio, en 1942 | Foto: Seikyo

Las reuniones de diálogo (en japonés, zadankai) han constituido la gran tradición de la Soka Gakkai desde sus inicios. El primer presidente fundador, Tsunesaburo Makiguchi, consideraba que ofrecían «evidencias empíricas» del beneficio de «una forma de vida dedicada al bien mayor».[1] Cuando, en una ocasión, un joven expresó la opinión de que sería mejor convocar reuniones de gran concurrencia en lugar de pequeños encuentros de diálogo, él respondió sin titubear: «No, no sería mejor. El diálogo es la única forma de comunicarse con los semejantes sobre los problemas de la vida. En una conferencia, los participantes inevitablemente se sienten menos comprometidos».[2]

Y es que, al realizarse en grupos reducidos y centrarse en el relato de experiencias de una fe activa, las reuniones de diálogo son el escenario ideal para mostrar cómo la vida de las personas puede avanzar gracias al budismo Nichiren. En los ejemplos de superación de retos vitales mediante la práctica y el estudio budistas, que en estos encuentros se comparten en un ambiente cercano, quienes participan encuentran aliento y claves para abordar sus propios desafíos.

Al realizarse en grupos reducidos y centrarse en el relato de experiencias de una fe activa, las reuniones de diálogo son el escenario ideal para mostrar cómo la vida de las personas puede avanzar gracias al budismo Nichiren.

En realidad, el arraigo espiritual de las reuniones de diálogo se remonta al origen mismo del budismo. Shakyamuni comenzó a «hacer girar la rueda de la Ley» –es decir, a compartir con los demás su iluminación– y a forjar lazos de maestro-discípulo no ante una asamblea numerosa, sino en el contexto de un pequeño encuentro con cinco viejos conocidos.[3] También Nichiren Daishonin otorgó una importancia capital al diálogo, como ilustran la forma y el contenido de un tratado tan destacado como Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra,[4] así como las llamadas a sus seguidores a «reunirse siempre a dialogar»[5] que encontramos en otros escritos suyos.

En la historia de la Soka Gakkai, cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, Josei Toda se lanzó a la reconstrucción de la organización ya con su nombre actual,[6] lo hizo con la conciencia de que el eje central de ese desafío sería restaurar las reuniones de diálogo. El 5 de mayo de 1946, cuando aún no habían pasado nueve meses desde el final de la guerra y de su encarcelamiento como preso de conciencia, participó en el distrito tokiota de Kamata en la primera reunión de diálogo oficial, que representaba la reanudación de las actividades la Soka Gakkai, y en ella alentó cálidamente a los participantes. El maestro Toda daba una gran importancia a las reuniones de preparación, y pensaba muy bien en cada detalle para que la reunión posterior fuese realmente productiva; al mismo tiempo, no veía necesidad de ser excesivamente formal. «Debemos cerciorarnos de que incluso quienes asistan por primera vez disfruten y sientan que han aprendido algo sobre el budismo. Si no, ¡pensarán que no ha valido la pena participar!».[7]

El propio Daisaku Ikeda conoció a su maestro de vida, Josei Toda, en una reunión de diálogo. Se ha referido a ello en diversas ocasiones:

[…] tuvo lugar el 14 de agosto de 1947 en Kojiya, distrito Kamata. Yo tenía diecinueve años y Toda Sensei, cuarenta y siete. Al día siguiente se conmemoraba el segundo aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Con el trasfondo de un Japón devastado por la guerra, mi joven corazón anhelaba encontrar un camino seguro en la vida; por eso me sacudió hasta la fibra más profunda de mi ser la intensidad con que se refirió a la tesis Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra. Su personalidad me cautivó al instante; pero, al mismo tiempo, me impresionaron el optimismo y el profundo enfoque filosófico que descubrí en esa reunión de personas comunes.[8]

Cuando, cuatro años después de ese encuentro, Toda Sensei asumió formalmente la presidencia de la Soka Gakkai declaró: «El kosen-rufu comienza con el diálogo de vida a vida».[9] Determinado como estaba a eliminar la palabra «sufrimiento» de la faz de la Tierra, y convencido de que el camino certero para lograrlo era la difusión del budismo Nichiren, asumió la meta de que, antes de terminar su vida, la Soka Gakkai –que en aquel momento contaba apenas con tres mil familias miembros– llegara a estar integrada por 750 mil…

Sin embargo, propagar la Ley Mística es la más difícil de todas las empresas. Lo cierto es que, en aquel momento, nuestras iniciativas para dar a conocer el budismo no estaban dando los resultados esperados. Los responsables estaban perplejos, sin saber realmente cómo hacer para que la difusión del budismo cobrase ímpetu.

En respuesta, el maestro Toda dijo: «La última de sus preocupaciones debería ser la estrategia y los medios para gestionar la organización o los procedimientos para ponerla en marcha. […] La fuerza que mueve la Soka Gakkai es la absoluta convicción y la pasión por la fe. Lo que necesitamos es hacer […] que circulen por todos nuestros miembros».[10]

Esta orientación cristalizó en la Campaña de Febrero, que se desarrolló en 1952 también en Kamata, y se enfocó en la vitalidad de la «primera línea» organizativa –lo que hoy representan los grupos de diálogo–.[11] Esto fue a propuesta de Daisaku Ikeda, que en aquel momento tenía veinticuatro años, y que planteó también tres pautas: 1) comenzar por recitar daimoku, 2) valorar a los vecinos y 3) compartir las propias experiencias de fe. Como resultado, se logró un récord de expansión que abrió el camino al logro de la meta de Toda Sensei, en 1957, y al posterior desarrollo del movimiento Soka bajo el liderazgo de Ikeda Sensei en el mundo entero.

Otra lección de la Campaña de Febrero concierne a la importancia de tomar la iniciativa en el aliento personal, a través de visitas (como la recreada en la ilustración), llamadas, las actuales videollamadas… | Imagen: Seikyo

En el año en que conmemoramos el 70.º aniversario de la Campaña de Febrero –este mismo mes– y el 75.º aniversario del primer encuentro de Daisaku Ikeda con Josei Toda –el próximo agosto–, la iniciativa «El uno es madre de diez mil»[12] nos anima a escribir una nueva página de avance dinámico en la historia del kosen-rufu, con el movimiento de reuniones de diálogo como eje, y con nosotros como protagonistas.

(Continúa leyendo experiencias relacionadas en la sección «Mi historia»).


[1]Véase IKEDA, Daisaku: «Poner en práctica la fe y dar pruebas concretas de felicidad», Civilización Global, n.º 191, marzo 2021, sección «Estudio mensual».

[2]Véase IKEDA, Daisaku: «La reunión de diálogo, tradición de la Soka Gakkai. Parte 2 de 2», Seikyo Shimbun, 20/1/2006.

[3]Se refiere a los monjes Pancavaggiya, antiguos compañeros de austeridades con quienes mantuvo esta conversación en el Parque de los Ciervos, en Sarnath, y quienes se convirtieron en sus primeros discípulos.

[4]Esta obra fundamental está escrita en forma de diálogo, que abre la célebre frase «¡Conversemos extensamente sobre esta cuestión!» (END, pág. 7).

[5]Véase END, pág. 472.

[6]En los primeros años tras su establecimiento en 1930, la organización fundada por Makiguchi y Toda, inicialmente integrada por educadores, se había llamado Soka Kyoiku Gakkai (Sociedad pedagógica para la creación de valores).

[7]Véase IKEDA, Daisaku: «La reunión de diálogo, tradición de la Soka Gakkai. Parte 1 de 2», Seikyo Shimbun, 19/1/2006.

[8]Véase ib.

[9]«La reunión de diálogo, tradición de la Soka Gakkai. Parte 2 de 2», op. cit.

[10]IKEDA, Daisaku: «La Campaña de Febrero de la nueva época. Parte 1 de 2», Seikyo Shimbun, 7/2/2012.

[11]Véase también, en este número, la sección «Este mes».

[12]Véase ib.

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