Mi aula de autoaprendizaje


Por Maria Gassiot Sandaran · Terrassa


Mientras haya sufrimiento y aflicción en nuestro planeta, debemos seguir tejiendo, con audacia, creatividad y diversidad de colores, este magnífico tapiz de victoria humana que es el kosen-rufu. Por eso, la marcha del maestro y los discípulos para cumplir el gran juramento del kosen-rufu es un periplo sin fin.[1]

En mis primeros años de práctica, en la década de los 80, cuando quería explicar en mi entorno qué era el budismo, qué me había cautivado de él o por qué había decidido ser miembro de la Soka Gakkai, recurría a esta frase: «La gran revolución humana de un solo individuo puede generar un cambio en el destino de un país y, más aún, propiciar un cambio en el rumbo de toda la humanidad».[2] Para mí, esta era la mejor carta de presentación del budismo.

Presté a varias personas mi ejemplar de La revolución humana. Una de las primeras en leerlo fue mi abuela paterna, que era una sincera practicante católica; luego, mis padres, hermana y amigos.

La cuarta generación, mis hijos, nacieron cuando Ikeda Sensei escribía ya La nueva revolución humana, la cual ha sido, y es, lo que yo considero mi aula de autoaprendizaje: el lugar donde, por propia iniciativa, puedo entrar a buscar a mi maestro, aprender de su postura como discípulo de Toda Sensei, y de tantísimas vivencias y batallas libradas por discípulos suyos, que han concretado magníficas experiencias de fe y mostrado a la sociedad pruebas reales incontestables del valor de este budismo. Identificándome con personajes de esta historia novelada, he podido extraer el coraje, la paciencia, la esperanza o el respeto que mi vida necesitaba para enfrentar desafíos.

Recuerdo un día en que tenía que dar una de mis primeras clases en un nuevo centro, sin haber tenido apenas tiempo de preparármela. Además, estaba muy preocupada por cómo lograría compaginar aquel trabajo con el cuidado de mi familia; pero pude recordar un episodio donde Sensei alentaba a una mujer joven a superar el autocompadecimiento: «Todas las cosas, incluidas nuestras luchas en la vida cotidiana y en las actividades por el kosen-rufu, dependen del poder y la firmeza de la determinación. La causa de la derrota no se encuentra en los obstáculos que enfrentamos o en la gravedad de las circunstancias, sino únicamente en la mengua o en el colapso de nuestra decisión».[3]

Para mí representa una inmensa alegría que, en este año tan decisivo –el primero de la década hacia el 2030– y tan lleno de dificultades, en nuestro ritmo de actividades mensuales tengamos la oportunidad de encontrarnos las integrantes del Departamento de Mujeres[4] para conversar sobre las experiencias de avance y renovación que estamos teniendo gracias a la lectura de La nueva revolución humana.

A la luz de la cita que he escogido para encabezar mis palabras, considero la campaña «Cien mil diálogos de esperanza», en la que estamos embarcados, como la oportunidad de poner a prueba mi audacia y creatividad. He redoblado mi esfuerzo en la oración y en el diálogo y, a medida que mi ejemplar personal del díptico de la campaña va tomando color, más personas se están relacionando con nuestro movimiento de diálogos de esperanza.


[1]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vol. 30, parte 2, epílogo, en proceso de edición como libro por Ediciones Civilización Global, disponible, en Civilización Global, n.º 166, febrero 2019, en la sección «Punto de partida», pág. 8.

[2]Esta frase del prefacio de la novela de Daisaku Ikeda La revolución humana, cuya traducción al castellano se encuentra actualmente en proceso de revisión, se cita en el epílogo de La nueva revolución humana (véase la nota 1), pág. 7.

[3]IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, vols. 3-4, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2009, pág. 15.

[4]Maria es vicerresponsable nacional del Departamento de Mujeres de la SGEs.

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