Con fe y perseverancia


La celebración del Día del Departamento Futuro de la SGEs el 20 de noviembre, Día Mundial del Niño, este año se ha integrado en el movimiento de Protagonistas de la alegría, que ha animado a sus integrantes a dar Un paso de coraje. Publicamos la siguiente experiencia a modo de homenaje a todas las personas que lo han hecho posible.

M.ª Carmen Catalán · Sevilla


Conocí el budismo Nichiren en el año 2001, y recibí el Gohonzon en 2003. Desde entonces, mi vida ha sido un cambio continuo y lleno de experiencias; pero esta en concreto se inició hace cuatro años, cuando estaba desempleada debido a la crisis que afectó a mi trabajo como técnica de formación.

Quise volver a ejercer como psicóloga, trabajo que siempre ha sido mi vocación. Pero, cuando lo intenté, me dijeron que no podía porque en aquel momento no estaba habilitada como psicóloga, a causa de un procedimiento que se había cerrado justo un año antes.

Fue entonces cuando me di cuenta de mi negligencia en relación con mis metas laborales más profundas. O, al menos, eso es lo que sentí en ese momento.

Me angustié y lloré, y en la cocina de casa y en presencia mi hija mayor, Julia Miki, que entonces tenía 9 años, mi marido me preguntó: «¿Qué quieres hacer realmente?». En ese momento, dije: «Quiero trabajar como psicóloga». Al volver al salón, vi que mi hija había puesto delante del Gohonzon una nota: «Que mi madre no esté triste y que encuentre un trabajo». Se me partió el alma, pero a la vez me determiné con más fuerza todavía, me senté delante del Gohonzon y oré como nunca, con coraje y muy sinceramente.

Mi hija había puesto delante del Gohonzon una nota: […] me determiné con más fuerza todavía […] y oré como nunca.

Al día siguiente comencé a ser coherente a través de mis acciones. Me enteré de que podía volver a ejercer si hacía el Máster de Psicología General Sanitaria, con 40 plazas para toda Sevilla. Volví a orar con una meta clara, y entonces surgieron mis dudas, mi arrogancia y mi vergüenza ante la posibilidad de volver a estudiar en la facultad 20 años después, teniendo ya 44. Pero esta negatividad no me venció y seguí adelante. Finalmente fui seleccionada.

Durante 2 años me esforcé al máximo para obtener mi título. Por otra parte, también oraba para que esta nueva etapa no tuviese un coste económico para mi familia y, tras esforzarme en la gestión de la solicitud de una beca, esta me fue concedida. Todo encajó como las piezas de un puzzle, e incluso el trabajo de mi marido –que es músico, con todo el movimiento y la carga de trabajo que ello conlleva– le permitió estar con nuestras hijas las horas entre semana en que yo estudiaba, con el apoyo también crucial de mi madre.

Fue una experiencia maravillosa vivida entre apasionados jóvenes de espíritu emprendedor, donde nadie se quedaba atrás, en coherencia total con el espíritu de la Soka Gakkai.

Al mismo tiempo, en la Escuela Oficial de Idiomas me saqué el B1 de inglés, y más tarde, en 2020, obtuve el B2. Es maravilloso cuando te desafías en la fe y la acción y el Gohonzon te empuja, te abre caminos y te guía convirtiendo el veneno en medicina.

En 2018 en la SGEs tuvimos el lema «Coronaré mi ochomil». Ese año me di de alta de autónoma como psicóloga y pude volver a ejercer en la consulta, feliz por haber persistido hasta lograr estas metas, y haber llegado hasta el final tal y como Ikeda Sensei nos alienta. Sin embargo, sentía que mi ochomil estaba aún por llegar.

En 2019, el lema de la Soka Gakkai fue «Año de la victoria Soka» y, en la SGEs, además nos propusimos ascender «aún más alto». Seguí esforzándome en la consulta y, aunque no tenía apenas pacientes, agradecía a la vida la oportunidad que estaba viviendo.

Este 2020, «Año del avance y de los valores humanos», socialmente está siendo un año convulso, con sufrimiento para las familias, lleno de inquietudes e incertidumbres sobre la salud, el trabajo y el futuro. Pero Sensei sigue alentándonos a no darnos por vencidos y luchar contra la desesperanza, creando valor día a día.

Durante el confinamiento, disminuyó el volumen de trabajo, tanto el mío como el de mi marido. La inquietud y la duda de nuevo aparecieron, pero oré desde la sinceridad y el agradecimiento para ser valiente, manifestar sabiduría, tener más trabajo y saber buscarlo; y así seguí esforzándome con acciones concretas y también con las actividades de Gakkai: para mí era fundamental apoyar el movimiento del kosen-rufu de mi ciudad.

Como no podía darme por vencida y necesitaba apoyar económicamente a mi familia, tras el confinamiento acepté un trabajo cuidando a una señora mayor por las mañanas. Estaba muy agradecida, aunque sentía que, de nuevo, me alejaba de mi meta profesional. En verano me llamaron de otra consulta para colaborar con ellos durante los meses de agosto y septiembre. Llegado el momento, decidí apostar por mi profesión y, tras resolver mis dudas ante el Gohonzon, di un salto de fe y opté por dejar mi trabajo como cuidadora.

Al llegar octubre, me propusieron formar parte del equipo del nuevo gabinete de manera más estable. Poco tiempo después, me llamaron también de una tercera consulta en la que actualmente estoy colaborando.

Estoy agradecida a Sensei por su postura de vida perseverante y comprometida, por su orientación y por todo lo aprendido gracias a la lectura de La nueva revolución humana. Y también a la Soka Gakkai por proponer, a través de sus actividades, esas «ciudades fantasma» a las que alude la parábola del Sutra del loto,[1] y que nos revitalizan para seguir adelante, como el festival Protagonistas de la alegría, donde Julia Miki, que ahora tiene 13 años, ha participado de manera creativa, y María Mari, de 8 años, ha cantado Un paso de coraje. Ahora, ellas también son parte de la historia de la Soka Gakkai.

Cuatro protagonistas de la alegría

He aprendido que, más allá de la edad o las circunstancias, si luchas seriamente y te esfuerzas con fe y perseverancia, la vida te responde con aquello que necesitas para seguir creciendo.

Estoy agradecida a […] Protagonistas de la alegría, donde Julia Miki, que ahora tiene 13 años, ha participado de manera creativa, y María Mari, de 8 años, ha cantado Un paso de coraje. Ahora, ellas también son parte de la historia de la Soka Gakkai.


[1] ↑ Véase Civilización Global, n.º 187, noviembre 2020, pág. 3.

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