«Del lamento al regocijo»: ¡Un mayo de esperanza!


Orientación para la SGEs


Crocus en flor en el jardín del Centro Cultural Soka | Foto: Inno D’Alessio

El astrónomo brasileño Ronaldo Mourão, con quien Daisaku Ikeda publicó un libro de diálogos, observó en uno de ellos que el potencial innato de un individuo puede florecer de manera mucho más exuberante a través de la relación de maestro y discípulo; y que, a su criterio, esta es la «órbita» más propicia para el pleno despliegue de la vida humana.[1]

Hecha por un astrónomo, esta sugerente observación evidencia aún más la universalidad de un hecho: que cuando avanzamos a lo largo de la senda de maestro y discípulo surge en nosotros una fortaleza ilimitada, que nos permite construir una vida plenamente satisfactoria y feliz.

La Soka Gakkai no es una organización construida por maestros y luego heredada por discípulos. Desde su origen, cristalizó el compromiso mancomunado del mentor y el sucesor. Y, en esta cristalización, conmemorar un nuevo 3 de mayo, Día de la Soka Gakkai –la fecha en la que tanto Toda Sensei como Ikeda Sensei asumieron el liderazgo del movimiento del kosen-rufu como presidentes de la organización– da lugar a una nueva fortaleza en cada uno de nosotros, discípulos y discípulas.

Impulsando olas de diálogo de esperanza hacia el 6 de junio, los miembros de la Soka Gakkai de España y de Europa estamos personificando el espíritu del 3 de mayo, al asumir la responsabilidad del destino de nuestra sociedad, dando lo mejor de nosotros desde el lugar donde estamos.

A propuesta de Ikeda Sensei, el mismo 3 de mayo celebramos el Día de la Madre Soka, en reconocimiento y alabanza a todas las mujeres por sus extraordinarias contribuciones a la sociedad y al desarrollo del kosen-rufu.

Además, el 5 de mayo celebramos el Día de los Sucesores; más aún este año, en el que se cumplen 45 desde la designación de la fecha, también a propuesta de Sensei (en 1976). Lo hacemos renovando nuestra esperanza y compromiso con el crecimiento del Departamento Futuro de nuestra organización.

Para explorar la fuente de este compromiso, debemos remontarnos al origen del budismo. En concordancia con las enseñanzas transmitidas en el Sutra del loto, Nichiren Daishonin se dedicó a enseñar y difundir la Ley de Nam-myoho-renge-kyo, esencia del sutra, en el período que el budismo denomina Último Día de la Ley (véase el recuadro). De esta manera, respondió a la prédica de Shakyamuni y, específicamente, a su indicación de no permitir que jamás cesara la transmisión de su enseñanza, encomendando a los Bodisatvas de la Tierra la voluntad del Buda.

Los tres presidentes fundadores de la Soka Gakkai heredaron este noble espíritu en tiempos modernos. Unidos por profundos lazos maestro-discípulo, junto con miembros surgidos en todo el mundo, lo han perpetuado hasta hoy. De este modo, se ha extendido el extraordinario linaje del humanismo budista para la construcción de una sociedad pacífica, en la que todas las personas puedan ser felices. Y se ha seguido la instrucción del Buda de que el sutra sea difundido en todo el mundo en el Último Día de la Ley, sin que esa transmisión e interrumpa nunca.

En una reciente disertación dedicada, precisamente, al Departamento Futuro, Ikeda Sensei ha escrito:

Nichiren Daishonin vivió resuelto a aliviar los sufrimientos de todos, sin excepción. Así de inmenso fue su amor compasivo a la humanidad. En este sentimiento, así como en su tolerancia, yace la esencia de su filosofía budista.

Pero, por excelsa que sea una enseñanza, sin sucesores que la hereden no podrá propagarse ampliamente, a muchas personas.

En […] Sobre la profecía del Buda, el Daishonin escribe: «Incluso cuando […] otros sacerdotes partieron del Japón para llevar consigo algunos sutras a la China, no encontraron allí ni una sola persona que pudiera creer en ellos y enseñarlos a los demás. Fue como si sólo hubiesen hallado estatuas de madera o de piedra ataviadas con túnicas sacerdotales y escudillas de mendicante».[2]

Ustedes, mis jóvenes amigos del Departamento Futuro, son los sucesores que «creerán» en nuestros ideales y los «enseñarán» a otros. Espero que sean continuadores del noble espíritu de Gakkai y que lo perpetúen audazmente en el siglo XXI, dedicados a cumplir la profecía contemporánea que asegura el logro del kosen-rufu y a propagar el budismo Nichiren en cada lugar, como enseñanza para toda la humanidad.[3]

¡Vivamos con este espíritu un nuevo y esperanzador mes de mayo, renovando nuestra determinación de atesorar a los «enviados del futuro» en todo momento, y especialmente en las reuniones de diálogo!

¡Feliz Día de la Soka Gakkai! ¡Feliz Día de la Madre Soka! ¡Feliz Día de los Sucesores!

EN EL ÚLTIMO DÍA DE LA LEY…

En Sobre la profecía del buda, Nichiren Daishonin cita una predicción recogida en el Sutra del loto: «El séptimo volumen […] señala: “Cuando yo [Shakyamuni] haya pasado a la extinción, en el último período de quinientos años, debéis propagar [el Sutra del loto] en todas partes ampliamente, en todo Jambudvipa [el mundo entero], y jamás dejar que se extinga”».[4]

El «último período de quinientos años» se refiere al tercer y último de tres períodos posteriores a la muerte del buda Shakyamuni allí considerados. De acuerdo con esta visión, los primeros mil años después de su fallecimiento correspondieron al Primer Día de la Ley; los siguientes mil, al Día Medio de la Ley, y los últimos quinientos años representaban el inicio del Último Día de la Ley, un período en que las enseñanzas de Shakyamuni –como tales, ya anquilosadas y obsoletas– han perdido su vigencia, y el mundo sufre a merced de tensiones y conflictos.

En su escrito, Nichiren Daishonin afirma a continuación que, por un lado, le «resulta deplorable»[5] haber nacido dos mil doscientos años después de la muerte del Buda. El motivo es que esto no le ha permitido conocer en persona ni escuchar predicar el Sutra del loto al buda Shakyamuni, ni tampoco a otros grandes maestros que lo propagaron.

Pero seguidamente señala que, por otro lado, se alegra de la buena fortuna que lo ha llevado a nacer en el Último Día de la Ley, y ser testigo de que la profecía del Buda se ha hecho realidad.

De entrada, el Último Día de la Ley parece ser una época lamentable. Pero el Daishonin aporta una perspectiva diferente, que nos permite verlo como un período de regocijo, dado que en él podemos dar a conocer la enseñanza de Nam-myoho-renge-kyo, superar los obstáculos y lograr el kosen-rufu.

Este radical cambio de enfoque, del lamento al regocijo, es crucial. El Daishonin es capaz de proponerlo porque en él palpita la firme decisión de propagar activamente la enseñanza correcta de la Ley Mística, aun en medio de persecuciones implacables, con la determinación de guiar a la felicidad genuina a todos los seres, especialmente a los que más sufren.

Esto nos ofrece una importante lección para el presente y el futuro: incluso en circunstancias extremadamente difíciles, podemos manifestar la alegría de la convicción y poner en práctica el principio de que «la esperanza es una decisión».[6]

(Ir al lugar donde se menciona en el texto principal).


[1]IKEDA, Daisaku y Ronaldo MOURÃO: Tenmongaku to Buppo wo Kataru (Diálogo sobre la astronomía y el budismo), Tokio: Daisanbummei-sha, 2009, pág. 274.

[2]Sobre la profecía del Buda, en END, pág. 422.

[3]IKEDA, Daisaku: «¡Jóvenes fénix, vuelen hacia las alturas de una nueva era!», Daibyakurenge, agosto de 2020.

[4]Véase SL, cap. 23, pág. 285.

[5]Sobre la profecía del Buda, op. cit., pág. 419.

[6]Véase, en Civilización Global, n.º 189, enero 2021, la sección «Año nuevo».

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