El Departamento de Hombres (3/3)


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Ninguno de los que declaren ser mis discípulos deberá ser cobarde jamás. […] En los incalculables kalpas transcurridos desde el pasado, […] Es posible que hayan intentado practicar sus enseñanzas en cierta medida, pero cada vez que se vieron ante la persecución, retrocedieron y dejaron de vivir basados en el sutra. Es como hervir agua sólo para verterla en agua fría, o como empezar a prender fuego y desistir en mitad del intento. Todos y cada uno de ustedes deben albergar en su corazón la profunda certeza de que sacrificar la vida por el Sutra del loto es como trocar rocas por oro o excrementos, por arroz.[17]

El factor decisivo es la postura del discípulo

Cada vez que leo El comportamiento del devoto del «Sutra del loto», me conmueve el noble espíritu y la apasionada determinación con que el Daishonin declara: «¡Miren cómo vive quien practica el Sutra del loto con verdadero compromiso!», «¡Discípulos míos: no teman a nada!». El camino de la inseparabilidad entre maestro y discípulo –pilar central del budismo Nichiren– nos permite transformar la adversidad en una brillante victoria a medida que avanzamos con un juramento inamovible.

«Declaren ser mis discípulos»,[18] dice el Daishonin. Los discípulos deben identificarse como tales. La victoria del maestro se logra con el triunfo de sus discípulos. El factor decisivo es la determinación y el compromiso de los sucesores.

Yo hice realidad cada uno de los sueños y visiones de mi mentor. He vivido toda mi existencia perseverando y resistiendo, luchando sin escatimar esfuerzos. ¡Ahora, puedo afirmar, sin nada que reprocharme, que los maestros y discípulos de la Soka han triunfado! Este es mi máximo orgullo.

«Venía esperando este desenlace desde hacía mucho tiempo»

Incluso mientras libraba batalla contra una persecución tempestuosa, el Daishonin escribió con serena compostura: «Venía esperando este desenlace desde hacía mucho tiempo».[19]

Enseñó que quienes dedican su vida a propagar la Ley Mística deben estar preparados para encontrar grandes obstáculos, y que sus discípulos deben recibir las dificultades con alborozo, considerando que la paz y la tranquilidad se encuentran en la lucha contra las adversidades.[20] Los miembros de la Soka Gakkai hemos perseverado con esta postura.

En este pasaje, el Daishonin también afirma: «Ninguno de los que declaren ser mis discípulos deberá ser cobarde jamás».[21] Está señalando estrictamente: nadie que se considere discípulo de Nichiren debe obrar como un cobarde.

La práctica del budismo Nichiren inevitablemente provoca el surgimiento de los tres obstáculos y los cuatro demonios. Por eso, el Daishonin advierte que debemos armarnos de una firme determinación, y escribe: «Todos y cada uno de ustedes deben albergar en su corazón la profunda certeza…».[22]

En los momentos cruciales de la vida, el decidido valor de actuar es lo que abre el camino hacia la victoria. Hay un poder infinito que surge cuando nos dedicamos a la lucha conjunta de maestro y discípulo.

En los momentos cruciales de la vida, el decidido valor de actuar es lo que abre el camino hacia la victoria. Hay un poder infinito que surge cuando nos dedicamos a la lucha conjunta de maestro y discípulo.

«Déjame que vaya»

Jamás olvidaré la profunda lección que aprendí de Toda Sensei el 19 de noviembre de 1957. Al día siguiente debía viajar a Hiroshima, pero estaba tan débil y su salud era tan frágil que, en esas condiciones, el viaje era impensable. Estábamos en la recepción de la sede central de la Soka Gakkai. Él se había reclinado en un sofá, y le rogué que no fuera. Pero mi maestro no quiso saber nada. «Déjame que vaya… Soy un emisario del Buda. ¿Cómo voy a revertir una decisión que ya he tomado? De eso se trata la fe verdadera, ¿no lo crees? […] El resto depende del Buda».

Aunque estaba luchando febrilmente contra el demonio de la enfermedad, en mi maestro brillaba la pasión resuelta de seguir trabajando por el kosen-rufu.

Dedicamos nuestra valiosa vida al kosen-rufu y, al hacerlo, la alineamos para siempre, durante toda la eternidad, con la Ley Mística que es el ritmo fundamental del universo.

Hasta el día de hoy, sigo agradecido a mi mentor por haberme ayudado a establecer, en mi propia existencia, un pilar de convicción inamovible.

Ponernos de pie con firme determinación

El Daishonin escribe: «Sacrificar la vida por el Sutra del loto es como trocar rocas por oro». Aprender el budismo Nichiren y dedicarnos a la causa del kosen-rufu transforman el sentido de nuestra vida. El maestro Makiguchi, que empezó a practicar esta filosofía a los 57 años, describió así su propia experiencia: «Con una dicha indescriptible, cambié por completo la forma en que había vivido durante casi sesenta años».[23]

La vida es una secuencia de decisiones. En determinado momento, elegimos una forma de vivir que consiste en buscar «lo profundo»,[24] en trabajar por la felicidad de nosotros mismos y de los demás, basados en el gran juramento del kosen-rufu. De esa manera decidimos emplear nuestra valiosa vida. ¡Qué existencias realmente brillantes, dedicadas a la noble creación de valor, estamos construyendo!

El Daishonin señala: «Yo, Nichiren, soy el primero en iniciar en todo Jambudvipa la propagación [de los cinco caracteres de Myoho-renge-kyo].[25] […] ¡Discípulos míos, formen filas y síganme!», y «Si dicen ser mensajeros del Buda pero se entregan al miedo, ¡serán las personas más despreciables!».[26] Decídanse a seguir mi ejemplo, nos dice.

El maestro Toda proclamó: «Todas las personas enfrentamos períodos de desesperanza. Pero si perseveramos y prevalecemos, luego todas esas preocupaciones y sufrimientos nos parecerán pequeños e insignificantes. Nada puede frenar el poder imbatible de la Ley Mística. Si se ponen de pie frente a las funciones destructivas, con la firme y audaz decisión de hacerles frente, estas retrocederán y se darán por vencidas. Pase lo que pase, ¡insistan en expulsarlas de su vida!».

El maestro Toda proclamó: «Todas las personas enfrentamos períodos de desesperanza. Pero […] si se ponen de pie frente a las funciones destructivas, con la firme y audaz decisión de hacerles frente, estas retrocederán y se darán por vencidas. Pase lo que pase, ¡insistan en expulsarlas de su vida!».

Una relación kármica que es eterna

Cuando consagramos la vida al mismo juramento que nuestro mentor, en nosotros asoma el corazón de un león rey. Si nos mantenemos enfocados solamente en nuestros deseos limitados y personales, no podemos contar con ese poder. Nos quedamos confinados en nuestro yo pequeño e individualista. Por tal razón, determinemos construir un estado de vida amplio y elevado y poner en el centro de nuestra existencia el gran juramento del kosen-rufu.

Toda Sensei describía la alegría de la fe en términos sencillos: «Todo lo que experimentamos en nuestra vida termina adquiriendo sentido. Y llegamos a entender que nada, ni siquiera el hecho más circunstancial, cae en saco roto. Ese es el gran beneficio de la Ley Mística».

La Ley Mística nos permite aprovechar positivamente todas nuestras vivencias, incluso las que son anteriores al momento en que empezamos a practicar.

Desde el punto de vista del budismo, no es casualidad que hayamos conocido las enseñanzas del Daishonin en este momento particular y nos hayamos sumado al movimiento por el kosen-rufu. Los lazos kármicos que hay entre el maestro y los discípulos son eternos. Basados en la perspectiva de la vida que permea el pasado, presente y futuro, todos somos camaradas de pensamiento afín, unidos por profundos lazos, que hemos elegido nacer en este mundo para difundir la Ley Mística.

Cumplir nuestra misión es la esencia de la revolución humana

El Daishonin escribe: «Al igual que el monte Sumeru, imperturbable e imponente en toda su estatura sobre la tierra, se denomina «rey» a aquel cuya presencia se impone en el ámbito de los cielos, la tierra y la humanidad, y jamás da muestras de perturbación».[27] Cada uno debe ponerse de pie como un ejemplo de humanismo en nuestro hogar, lugares de trabajo y comunidades.

En la novela Revolución humana, escrita por el maestro Toda, el protagonista es un hombre de 45 años llamado Gan, que personifica a mi maestro. Allí, declara para sus adentros: «¡He decidido el rumbo de mi vida! ¡Me dedicaré a propagar este sublime Sutra del loto!». En relación con este pasaje, el señor Toda dijo una vez que la verdadera revolución humana implicaba abrigar el deseo de que todos los seres fuesen felices, basados en la convicción de que somos Bodisatvas de la Tierra. Y agregó: «Decidan, con una íntima certeza, cómo habrán de emplear el resto de su vida, sabiendo que su misión innata es la esencia de su revolución humana».[28]

El Mahatma Gandhi (1869-1948), el gran luchador indio de la no violencia, declaró: «Si nos despertamos ahora, ganamos la partida».[29]

La victoria depende de nosotros

Ustedes, miembros del Departamento de Hombres, son mis camaradas de lucha, mis nobles amigos y los campeones de la humanidad en quienes deposito mi máxima confianza. ¡Juntos, sigamos luchando por el kosen-rufu con energía y vigor cada vez más grandes, perpetuando la misión eterna del maestro y los discípulos! ¡Aseguremos, con nuestro propio trabajo, la victoria de la Soka!

¡Sean todos invencibles, pilares dorados!

(Traducción del artículo publicado en la edición de marzo de 2019 de Daibyakurenge). |


[17] END, págs. 802-803. Este texto, escrito en 1276, describe los acontecimientos acaecidos a lo largo de nueve años en la vida del Daishonin, a partir de 1268.

[18] Ib., pág. 802.

[19] Ib.

[20] Véase OTT, pág. 115.

[21] END, pág. 802.

[22] Ib., pág. 803.

[23] Makiguchi, Tsunesaburo: Makiguchi Tsunesaburo Zenshu (Obras completas de Tsunesaburo Makiguchi), vol. 8, Tokio: Daisanbunmei-sha, 1984, pág. 406.

[24] Véase END, pág. 584.

[25] «Myoho-renge-kyo» se escribe con cinco ideogramas chinos, mientras que «Nam-myoho-renge-kyo» se escribe con siete («namu» o «nam» se compone de dos caracteres). Sin embargo, el Daishonin a menudo usa «Nam-myoho-renge-kyo» como sinónimo de «Myoho-renge-kyo» en sus escritos.

[26] END, pág. 803.

[27] Véase END, pág. 1109.

[28] Toda, Josei: Toda Josei Zenshu (Obras completas de Josei Toda), vol. 1, Tokio: Seikyo Shimbunsha, 1992, pág. 265.

[29] Gandhi, Mahatma: The Collected Works of Mahatma Gandhi (Obras completas del Mahatma Gandhi), vol. 75, 11 de octubre de 1941-31 de marzo de 1942, Nueva Delhi: División de Publicaciones, Ministerio de Información y Comunicaciones, Gobierno de la India, 1979, pág. 258.

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