Generación NRH

Adrián Robles · Tarragona

INICIÉ MI PRÁCTICA en la Soka Gakkai en 2008 y, en ese entonces, ya leía La nueva revolución humana. Me inspiraba mucho, pero al principio me sentía como un mero espectador. Sin embargo, más tarde esto cambió.

Debido a no haber terminado los estudios básicos, desde niño arrastraba una sombra de fracaso que me hacía sufrir: me sentía incapaz de empezar algo y terminarlo. Realicé las pruebas de acceso a la universidad para mayores de 25 y suspendí dos veces. Llegué a pensar que yo no era lo suficientemente inteligente para estudiar. Además, en esa época mi madre –que estaba enferma– y yo fuimos desahuciados por impago del alquiler. Este fue un verdadero punto de inflexión.

Volví a leer La nueva revolución humana, pero esta vez como si mi maestro me estuviera hablando a mí, y encontré una respuesta casi inmediata. En el volumen 1, Shin’ichi Yamamoto alienta a un agricultor que siempre fracasaba en la cosecha, diciéndole: «Orar significa invocar daimoku sobre la base de un compromiso o juramento. En su esencia, este juramento es lograr el kosen-rufu».[1] A través de este pasaje y del daimoku sincero, pude reconocer mi tendencia a confiar en la suerte por el hecho de tener el Gohonzon, y a no dedicar el esfuerzo necesario para superar los problemas. Con una actitud renovada, me esforcé en superar mis debilidades y pude encontrar un nuevo trabajo y una nueva casa. Además, estudié seriamente, y de este modo conseguí aprobar las pruebas de acceso a la universidad.

Durante estos últimos cinco años han pasado muchas cosas, pero siempre he recordado mi promesa de realizar el kosen-rufu, superar los obstáculos y alentar a otras personas por el camino. Y, gracias a mantener esta postura, en enero de este año ¡he podido finalizar mis estudios y graduarme!

Ahora estoy enfrentando nuevos desafíos, pero leyendo La nueva revolución humana renuevo mi determinación de no rendirme jamás, y estoy determinado a perseverar para lograr todos mis sueños. |

Adrián
Almudena Solana · Alicante

RECIBÍ EL GOHONZON en 2004, y durante los primeros 15 años de práctica nunca leí un volumen entero de La nueva revolución humana. Compraba los libros y los empezaba, pero al no gustarme la lectura en general, siempre los dejaba. Lo que sí hacía era grabar en mi corazón lo poco que leía, y me apoyaba en ello para alentar a alguna compañera o para salir victoriosa de alguna situación.

Cuando a comienzos de 2019 en la SGEs se impulsó la lectura al ritmo de un volumen por mes, lo primero que pensé fue que sería imposible. Pero, por otra parte, me agradaba la idea de leer esos tomos que lucían en la estantería, y consideré este movimiento una oportunidad para tomar en serio la lectura, ponerme metas y cambiar aún más mi vida.

Con el deseo sincero de conectar con mi maestro, empecé abriendo el volumen 1 y, sorprendentemente, concreté la meta de leerlo a finales de enero. «¡Bien, ya llevo uno!», pensé. Desde entonces, he conseguido concretar la lectura de un volumen por mes, y alguna vez incluso me he adelantado, pensando: «¡Que no me pille el toro!». Además, para alentar a mis compañeras, siempre he ido compartiendo con ellas fragmentos que me llegaban al corazón. Me alegro de haber roto mis limitaciones con la lectura, ya que todo este movimiento de seguir el ritmo de Gakkai se está reflejando en mi vida: mi objetivo para este año es estudiar de cara a mi cuarta oposición, crecer y pulirme como persona en mi familia, mi pareja y mi trabajo, y quiero hacerlo basándome en estas palabras de mi maestro: «Introducir una nueva era y crear la historia no son hazañas extraordinarias. Simplemente requieren que cada uno se desafíe a lograr sus objetivos personales y triunfe en lo cotidiano. Todo depende de las acciones que iniciemos en este instante».[2] |

Almudena
Arnold López · Madrid

HACE CASI 18 AÑOS que leí por primera vez el volumen 1 de La nueva revolución humana, en mi ciudad natal, Lima. Coincidía con la salida de la adolescencia, y recuerdo claramente la emoción que sentí al leerlo: me tocaba profundamente el corazón cada diálogo que Sensei tenía con los miembros de fuera de Japón. En esa época, mi familia y yo estábamos atravesando muchos conflictos, y me sentía identificado y alentado a la vez con las diversas experiencias que leía.

Muchos años después, salí de Perú para trabajar en una compañía de cruceros, haciendo una ruta por el Mediterráneo, pero las cosas no salieron bien y terminé viviendo en España, un país que jamás se me había pasado por la cabeza para empezar una nueva vida. Dentro de las pocas cosas que traía conmigo, estaba el volumen 1 de La nueva revolución humana, mi acompañante fiel. La lectura fue más intensa y profunda que la primera vez: me sentí más identificado que nunca con los miembros pioneros, al volverme yo mismo un inmigrante, al no conocer a nadie y al no saber cómo empezar de nuevo. Por ejemplo, leí: «Como líderes, es importante que estén decididos a servir de “suelo” […] para el kosen-rufu de este país [que les ha acogido]».[3] Desde entonces han trascurrido casi 11 años.

En 2019, gracias a la propuesta de leer un volumen por mes, me he vuelto a encontrar con las palabras de mi mentor, ya desde otro punto de mi vida. Esta vez estoy leyendo con el deseo profundo de transformar mi karma familiar y lograr la armonía por la que vengo orando desde que era un niño. Aunque en estos años ha habido avances, aún queda la estocada final. Por esta y muchas razones más, seguiré en contacto con esta novela maravillosa, una de mis herramientas de aliento y empoderamiento. |

Arnold
Susana Gómez · Barcelona

CUANDO EMPECÉ a practicar, los primeros libros de budismo que leí fueron los volúmenes 1 y 2 de La nueva revolución humana. Sin conocer mucho sobre la Soka Gakkai, me gustaron mucho y los terminé enseguida. ¡Quién iba a imaginar que, años después, estos libros se convertirían en una guía tan maravillosa y llena de orientaciones que podría aplicar en mi vida cotidiana!

Al comenzar 2019, cuando nos propusieron el reto de profundizar en La nueva revolución humana, decidí que me iba a desafiar y a concretar todos mis objetivos. Leer ha sido como viajar con Sensei: me he emocionado, he reído y he llorado con él. Es maravilloso que palabras de orientación de otras épocas se apliquen tan bien a nuestros días, y que lleguen a mí justo cuando las necesito. A través de los encuentros de jóvenes alrededor de La nueva revolución humana, he podido afianzar mi relación con el maestro, estrechar los lazos con mis compañeros de fe y avanzar hacia mis metas. Una de ellas era la armonía familiar.

A menudo Ikeda Sensei habla de saldar la deuda de gratitud con nuestros padres, y es algo que siempre tuve presente. Finalmente, después de muchos años viviendo en España, con la profunda determinación y convicción de que triunfaría, el pasado año concreté la meta que vinieran a visitarme mis padres, mi hermana y mi sobrino desde Venezuela: ¡qué alegría y felicidad! Realmente me sentí victoriosa. Como dice Sensei: «La fe es fuente de esperanza y de vitalidad ilimitadas. A través de una fuerte determinación interna y de una visión positiva, podemos transformar cualquier ambiente en la mas extraordinaria “Tierra de los tesoros”».[4]

Mi determinación de este año es hacer surgir nuevos valores humanos y concretar nuevos desafíos hacia el festival Protagonistas de la Alegría. |

Susana

[1] IKEDA, Daisaku: La nueva revolución humana, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, vol. 1, 2008, pág. 280.

[2] Ib., vols. 11-12, 2018, pág. 242.

[3] Ib., vol. 1, 2008, pág. 292.

[4] Ib., vols. 5 y 6, 2013, págs. 216-217.

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