Inamovibles como el monte Fuji


Jóvenes fénix · A los miembros del Departamento Futuro de la SGEs ·
Entrega de la serie Remonten el vuelo hacia el cielo de la esperanza, por Daisaku Ikeda

A MEDIDA QUE NOS ACERCAMOS al mes de marzo, poco a poco va disminuyendo el frío del invierno. Muchos animales despiertan de un profundo sueño, y las plantas, que esperaban con paciencia la llegada de los días más tibios, comienzan a echar brotes. Es la temporada en que todo se abre a la vida. […]

Tomar una decisión es encender la maquinaria de nuestro crecimiento. Es poner en marcha el motor que nos hará avanzar.

Cuando mi maestro Josei Toda me confiaba metas importantes, solía preguntarme:

–¿Crees que podrás hacerlo?

Y yo le respondía sin dudar:

–¡Sí, lo haré!

En muchas ocasiones, todos los demás decían que el objetivo era imposible de lograr. Sin embargo, como yo había tomado la decisión ante mi maestro y le había prometido lograr ese propósito en particular, oraba al máximo y me desafiaba con toda mi vida, seguro de que lo cumpliría, sin falta. Pero, a su vez, el hecho de responder con esta actitud multiplicaba mis fuerzas. De esta forma, cada vez que surgía alguna dificultad, yo jamás me rendía. Al revés, me volvía cada vez más fuerte, podía mejorar como persona, superar mis límites y avanzar. Así me esforcé en mi juventud.

*

Nuestra tradición, en Japón, es celebrar la ceremonia de graduados de las Escuelas Soka de los niveles primario y medio el 16 de marzo de cada año.

Ese mismo día de 1958, hace 55 años, los miembros del Departamento de Jóvenes de la Soka Gakkai –entre los cuales yo mismo me contaba– nos reunimos en una ceremonia presidida por el maestro Toda para expresarle nuestra determinación de perpetuar su espíritu y seguir esforzándonos por la paz mundial y la felicidad de todos los pueblos. Ese día, con entusiasmo, seis mil jóvenes nos dimos cita al pie del monte Fuji. A mis treinta años, fui designado encargado general para que la actividad fuese un éxito.

Toda Sensei, que el año anterior había estado gravemente enfermo, seguía muy débil e incluso caminaba con gran dificultad. Pero, pese a su estado de salud, dispuso que se sirviera sopa humeante de cerdo a todos esos jóvenes que, desde las partes más alejadas del país, se habían congregado a primeras horas de la madrugada, a pesar del frío invernal. Su preocupación por nosotros nos entibió el corazón…

*

Ya en plena actividad, a la cual di comienzo como maestro de ceremonias, Toda Sensei exclamó a los jóvenes: «A ustedes les confío el futuro. Cuento con ustedes para lograr el kosen-rufu!». Y luego, agregó con convicción: «¡La Soka Gakkai sobresale en el mundo de las religiones!».

El monte Fuji, la elevación más majestuosa de Japón, observaba todos nuestros movimientos. Los discípulos de Josei Toda decidimos firmemente seguir sus pasos y cultivar la fuerza de los campeones, inamovible como el monte Fuji. Juramos impulsar el kosen-rufu y entablar lazos con numerosas personas e, incluso, con líderes mundiales. Hoy, como todos pueden ver, la Soka Gakkai se ha convertido en una organización global.

*

La belleza del monte Fuji es impresionante… Con sus 3776 metros, es la cumbre más elevada de Japón; quizá resulta más especial aún porque a su alrededor no hay montañas prominentes.

Pero la cumbre del Fuji, precisamente por su considerable altura, suele ser azotada por vientos feroces. El monte Fuji está en combate perpetuo, aunque no lo parezca. Se yergue firme e imperturbable en las cuatro estaciones, alentándonos en silencio.

Una vez, escribí este poema:

Brama la nevisca,
pero el monte Fuji
se eleva inalterable.

[…] Me dije a mí mismo: «Por difícil que me resulte, seré como el monte Fuji y jamás huiré de las dificultades». Con esta actitud, incluso cuando estaba enfermo, pude esforzarme siempre en la lectura y el estudio. Cuando mi familia se vio en problemas económicos, me propuse ayudar repartiendo diarios y trabajando en la recolección de algas en nuestro negocio familiar.

Durante la Segunda Guerra Mundial, una bomba incendió y destruyó nuestra casa; mi hermano mayor murió en combate, y nuestra familia perdió todo… Incluso cuando la guerra terminó y comencé a trabajar en la compañía de Toda Sensei, muchas veces quise tirar la toalla y rendirme. Sin embargo, cada vez me acordaba del monte Fuji y hacía un nuevo esfuerzo por levantarme y superar mis problemas. Seguí poniendo el pecho a los obstáculos, decidido a que nada me abatiera y a mostrar lo que era capaz de hacer. Gracias a este empeño, pude concretar cada uno de los sueños y las aspiraciones de mi maestro Toda. […]

*

En esa ceremonia que llevamos a cabo el 16 de marzo, heredé lo más importante de mi maestro Josei Toda: el testigo del kosen-rufu, la noble y suprema misión de lograr la paz mundial.

En una carrera de relevos, un corredor le pasa el testigo al siguiente, pero ambos necesitan estar corriendo a máxima velocidad en el momento del traspaso. De la misma manera, como discípulos no debemos esperar que el testigo caiga un buen día en nuestras manos. Necesitamos tomar una determinación y correr a plena velocidad, para poder aceptar ese relevo que nos entrega nuestro mentor.

Yo les estoy pasando el testigo a todos ustedes, mis queridos amigos del Departamento de Estudiantes de Primaria, quienes están corriendo hacia el futuro, rebosantes de esperanza.

Pronto llegará un nuevo 16 de marzo. Será una jornada de celebración, una nueva partida conjunta.

Todos los caminos de amistad y de paz que he venido abriendo sin reservas en el mundo entero son para cada uno de ustedes.

¡Por favor, avancen con confianza inamovible, como el monte Fuji!

¡Por favor, triunfen hoy también, como campeones!

¡Con esta meta, seguiré alentándolos y recitando daimoku por ustedes cada día!

Siempre inalterable,
el monte Fuji nos exhorta
a no ser vencidos jamás.

(Traducción del artículo publicado en la edición del 1 de marzo de 2013 de Boys and Girls Hope News). |

Scroll al inicio