Punto cuatro, sobre el pasaje [perteneciente al capítulo «Duración de la vida de El Que Así Llega» (16.º) del Sutra del loto], que dice: «El Que Así Llega percibe el verdadero aspecto de los tres mundos exactamente como es. No existen la pleamar y la bajamar del nacimiento y la muerte; no hay existencia en este mundo y extinción posterior».
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El Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente señala: «El Que Así Llega» no es otra cosa que los seres vivos de los tres mundos.[16] Cuando observamos a estos seres con los ojos del capítulo «Duración de la vida», vemos y entendemos el verdadero aspecto de esos seres que, en su condición original, poseen los diez estados.
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Los aspectos o características de los tres mundos son el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Pero si examinamos el nacimiento y la muerte desde la perspectiva de su verdadera naturaleza, no hay nacimiento ni hay muerte. Y si no hay nacimiento ni hay muerte, tampoco existen la pleamar y la bajamar. [Y, sin embargo, no es que el nacimiento y la muerte no existan.] Considerar el nacimiento y la muerte con repulsión y tratar de escapar de ellos es lo que se conoce como «ilusión»; es decir, el punto de vista de la iluminación adquirida.[17] Ver y reconocer la naturaleza originalmente intrínseca del nacimiento y la muerte es lo que se denomina «despertar», o iluminación primigenia.
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Ahora, cuando Nichiren y sus seguidores entonan Nam-myoho-renge-kyo, comprenden la naturaleza originalmente intrínseca del nacimiento y la muerte, y la naturaleza originalmente intrínseca del flujo y reflujo de la marea.
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También podemos decir que la no existencia (mu) y la existencia (u), el nacimiento y la muerte, el flujo y el reflujo, la manifestación en este mundo y el repliegue en la extinción, cada uno de estos aspectos son, en su totalidad, acciones de una naturaleza inherente que opera en forma eterna.[18]
«EL QUE ASÍ LLEGA ES TODOS LOS SERES»
Este pasaje del Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente esclarece la eternidad de la vida, la naturaleza originalmente innata del nacimiento y la muerte, y la naturaleza originalmente innata de la pleamar y la bajamar.
Comienza así: «“El Que Así Llega” no es otra cosa que los seres vivos de los tres mundos. Cuando observamos a estos seres con los ojos del capítulo «Duración de la vida», vemos y entendemos el verdadero aspecto de esos seres que, en su condición original, poseen los diez estados».[19]
Aquí el Daishonin explica que el término El Que Así Llega, o Buda, se refiere no solo a Shakyamuni, sino a todos los seres vivos de los tres mundos, el mundo real en que viven. Esto se debe –nos dice– a que cuando vemos las cosas con los ojos del Buda del tiempo sin comienzo, el Buda que se describe en el capítulo «Duración de la vida» del Sutra del loto, reconocemos y comprendemos que «todos los seres, en su condición original, poseen los diez estados»;[20] entre ellos, el estado más elevado que es el de budeidad.
«En su condición original» aquí significa «de manera innata o inherente». En otras palabras, todos los seres están dotados de los diez estados, sin omitir la budeidad. Todos son entidades de la Ley Mística que corporifican el principio de los «tres mil aspectos contenidos en cada instante vital».[21]
EL NACIMIENTO Y LA MUERTE SON ASPECTOS DIFERENTES DE LA LEY MÍSTICA
A continuación, el Daishonin dice: «Los aspectos o características de los tres mundos son el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte». Nadie en este mundo puede escapar de las aflicciones del nacimiento, la muerte, la enfermedad y muerte.
«Pero si examinamos el nacimiento y la muerte desde la perspectiva de su verdadera naturaleza –agrega el Daishonin–, no hay nacimiento ni hay muerte. Y si no hay nacimiento ni hay muerte, tampoco existen la pleamar y la bajamar. [Y, sin embargo, no es que el nacimiento y la muerte no existan.]».
El nacimiento y la muerte, vistos desde la perspectiva budista sobre la eternidad de la vida, a través del pasado, presente y futuro, son fenómenos inherentes a la vida. Son aspectos diversos de la Ley Mística. Y todo no termina con la muerte.
El señor Toda solía explicarlo diciendo que cuando morimos, nuestra vida se fusiona con el universo.
LA SABIDURÍA QUE TRASCIENDE LOS DOS EXTREMOS DE LA ANIQUILACIÓN Y LA PERMANENCIA
Si nos apegamos a la idea dualista de la existencia y la no existencia, adoptaremos alguna de estas dos ideas erróneas: la aniquilación o la permanencia.[22] La aniquilación es el concepto de que todo termina con la muerte. La permanencia plantea que hay un espíritu, alma o entidad inmortal separada del cuerpo que pervive después de la muerte.
La profunda filosofía del budismo sostiene que la vida existe eternamente y que el nacimiento y la muerte son solo aspectos o fases. En otras palabras, cuando la vida está en la fase de muerte, existe en forma de potencial latente; en la fase de existencia o nacimiento, se activa y se manifiesta en el mundo físico.
Cada vida individual puede compararse con una ola del mar. Cuando se forma una ola desprendiéndose del océano, eso sería la «vida». Y cuando esa ola se reintegra al mar, sería la «muerte». Es un proceso continuo y eterno, sin comienzo ni fin.
Cada vida individual puede compararse con una ola del mar. Cuando se forma una ola desprendiéndose del océano, eso sería la «vida». Y cuando esa ola se reintegra al mar, sería la «muerte». Es un proceso continuo y eterno, sin comienzo ni fin.
«VER Y COMPRENDER LA NATURALEZA ORIGINALMENTE INNATA DEL NACIMIENTO Y LA MUERTE»
El Daishonin afirma: «Considerar el nacimiento y la muerte con repulsión y tratar de escapar de ellos es lo que se conoce como “ilusión”; es decir, el punto de vista de la iluminación adquirida.[23] Ver y reconocer la naturaleza originalmente intrínseca del nacimiento y la muerte es lo que se denomina “despertar”, o iluminación primigenia».[24]
La «naturaleza originariamente innata del nacimiento y la muerte» significa que el nacimiento y la muerte son aspectos intrínsecos de nuestra vida eterna. Desde el punto de vista de la eternidad de la vida a través del pasado, presente y futuro, no hay razón para sentir rechazo o miedo a la muerte.
Al mismo tiempo, en la sociedad de hoy que tiende a ignorar la realidad de la muerte, la sabiduría del budismo expresa con potencia una visión fundamental de la existencia basada en el principio de la inseparabilidad entre la vida y la muerte.
ESTABLECER FIRMEMENTE EL ESTADO DE BUDEIDAD EN NUESTRA VIDA
Para nosotros, vivir de acuerdo con la «naturaleza originariamente intrínseca del nacimiento y la muerte» significa vivir basados en la Ley Mística y enfrentar la muerte con un firme sustento en esa Ley. A esto se refiere la expresión «los actos de la naturaleza intrínseca eternamente presente».[25]
¿Cómo debemos vivir y morir? El propósito del budismo Nichiren es ayudar a todas las personas a lograr un estado de vida inamovible y a conducirse con dignidad y compostura. Ya que el nacimiento y la muerte poseen una naturaleza originariamente innata, debemos esforzarnos en esta existencia al máximo para tratar de activar y establecer firmemente nuestro estado de budeidad interior.
Ya han transcurrido 75 años desde que el primer presidente de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi, falleció en la cárcel como prisionero de conciencia, durante la Segunda Guerra Mundial, perseguido por las autoridades militares. Su dedicación a la fe y la práctica fue firme hasta el final. Hoy, la lucha por el kosen-rufu sin precedentes que comenzó con nuestro fundador se ha extendido a 192 países y territorios del mundo.
LA ETERNA RELACIÓN DE MAESTRO Y DISCÍPULO EN EL MUNDO DE LA LEY MÍSTICA
El gran juramento del kosen-rufu y el espíritu de lucha de lograrlo se transmiten de maestro a discípulo. Cuando vivimos con este compromiso conjunto de maestro y discípulo, podemos alcanzar el mismo estado de vida del Buda, imbuido de las nobles virtudes de la eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza. Esto es lo que significan «nacer y morir en el estado de budeidad»[26] y «la naturaleza originariamente intrínseca del nacimiento y la muerte».
El Sutra del loto dice: «Las personas que habían conocido la Ley vivieron en distintas tierras de Buda, aquí y allá, y renacieron constantemente en compañía de sus maestros».[27] Los maestros y discípulos conectados por la Ley Mística están siempre juntos, llevando a cabo la práctica del bodisatva codo a codo. No hay forma más grandiosa de transitar la vida.
SABER VALORAR EL CARÁCTER PRECIADO DE CADA MOMENTO
Cuando comprendemos la naturaleza eterna de nuestra vida, podemos profundizar y elevar nuestros estados interminablemente. La práctica de hacer daimoku y las acciones que emprendemos basados en la Ley Mística –que existe eternamente a través del pasado, presente y futuro– nos permiten reconocer y valorar el carácter preciado de cada momento de nuestra existencia. Así, convertimos cada instante único e irremplazable en un tesoro que nos abre las puertas de la eternidad.
La doctora Margarita Vorobyova-Desyatovskaya, destacada académica rusa especialista en el Sutra del loto, observó que a pesar de vivir en una época de tantos avances tecnológicos y de exploración espacial, la vida humana seguía experimentando el ciclo invariable de nacimiento, vejez, enfermedad y muerte. Quienes creen en el poder del Sutra del loto –agregó– pueden superar todas las dificultades y sufrimientos sin temor.[28]
¡SEAMOS PIONEROS DEL SIGLO DE LA VIDA!
El maestro Toda decía a menudo que cuando las personas entendiéramos la verdadera naturaleza eterna de la vida, podríamos elevar el estado de vida colectivo de la humanidad. Difundir ampliamente la visión budista sobre la vida y la muerte ayudará a enriquecer nuestro mundo. Como pioneros en el trabajo de esclarecer a nuestros congéneres sobre su potencial supremo, tenemos un importante papel que cumplir para ayudar a que las personas trasciendan las cuatro aflicciones del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte.
Hemos entrado en una época en que nuestra noble misión como valerosos Bodisatvas de la Tierra –unidos por lazos kármicos que atraviesan el pasado, presente y futuro– resplandecerá cada vez con más brillo e importancia.
Sigamos iluminando la sociedad global mediante la acción libre y dinámica de cada uno de nosotros, personificando con nuestra postura el espíritu esperanzado de la «alegría en la vida y en la muerte». ¡Trabajemos juntos para construir un maravilloso siglo de la vida!
(Traducción del artículo publicado en la edición de diciembre de 2019 de Daibyakurenge).
[16] ↑ Tres mundos: El mundo de los seres no iluminados que transmigran por los seis caminos (desde el infierno hasta el estado de éxtasis o de los seres celestiales). Los tres mundos están formados, en orden ascendente, por el mundo del deseo, el mundo de la forma y el mundo de lo informe. En sentido general, la expresión se refiere al mundo saha en el cual vivimos.
[17] ↑ Iluminación adquirida «Iluminación adquirida» se usa aquí como opuesto a «iluminación original». Según la doctrina de la iluminación original, la iluminación no es algo que uno adquiera a través de la práctica religiosa, sino que existe en el estado de vida original o primigenio de uno mismo. Desde esta perspectiva, la «iluminación adquirida» cae en la categoría de la ilusión, no de la verdadera iluminación.
[18] ↑ Véase OTT, págs. 127-128.
[19] ↑ OTT, págs. 127.
[20] ↑ Diez estados: Clasificación de diez estados de vida reconocibles, que representa la base de la visión budista sobre la vida. Son: 1) el estado de infierno; 2) el estado de las entidades hambrientas; 3) el estado de los animales; 4) el estado de los asuras; 5) el estado de los seres humanos; 6) el estado de los seres celestiales; 7) el estado de los que escuchan la voz; 8) el estado de los que comprenden la causa; 9) el estado de los bodisatvas; 10) el estado de los budas.
[21] ↑ Tres mil estados contenidos en cada instante vital: (en jap.: ichinen sanzen). Doctrina desarrollada por el gran maestro T’ien-t’ai de la China, que se basa en el Sutra del loto. Los «tres mil aspectos» indican los aspectos y fases variables que adopta la vida a cada momento. A cada instante, la vida manifiesta alguno de los diez estados. Cada uno de estos diez estados posee en sí mismo el potencial de los diez, lo cual da un total de cien estados posibles. Cada uno de estos cien estados posee los diez factores y opera dentro de cada uno de los tres planos de la existencia, totalizando tres mil aspectos. En otras palabras, todos los fenómenos están contenidos en cada instante vital, y cada instante vital impregna los tres mil estados de la existencia; es decir, la totalidad del mundo fenoménico.
[22] ↑ Dos conceptos de la aniquilación y la permanencia: Referencia a dos posiciones extremas sobre la muerte. La idea de la aniquilación implica el apego errado al concepto de que la vida comienza con el nacimiento y termina con la muerte. Según este planteo, solo existe la vida actual, y la muerte representa el cese total de la existencia tanto física como espiritual. La idea de la permanencia es la adhesión errada al concepto de que lo que existe aquí en el presente es permanente e invariable. Esta noción rechaza la causalidad; así pues, ni el ejercicio del bien ni la comisión del mal producen cambio alguno en nuestra condición. El buda Shakyamuni rechazó ambas proposiciones extremas y expuso el Camino Medio, que, según enseñó, es el camino correcto y verdadero en la vida.
[23] ↑ Véase nota 17.
[24] ↑ OTT, pág. 127.
[25] ↑ Ib., pág. 128.
[26] ↑ Nacer y morir en el estado de budeidad significa transitar libremente el ciclo de nacimiento y muerte basados en la conciencia de que nuestra vida es una entidad de la Ley Mística, y que la vida y la muerte son funciones inherentes de esa vida universal. Además, es corporificar la inmensa benevolencia y la fuerza vital inherente al universo y practicar el camino de la budeidad en existencia tras existencia, para guiar a los seres a la iluminación.
[27] ↑ Cita extraída del capítulo «La parábola de la ciudad fantasma» (7.°) del Sutra del loto. Véase SL, cap. 7, pág. 140.
[28] ↑ Véase VOROBYOVA-DESYATOVSKAYA, Margarita I.: “Modern Significance of the Lotus Sutra” (El significado moderno del Sutra del loto), en The Journal of Oriental Studies (Boletín de estudios orientales), vol. 8, 1998, pág. 75.