La alegría en la vida y en la muerte (2/3)


(Volver a la parte 1/3).

Ya que su fallecido esposo fue un devoto de este sutra, sin duda pudo lograr el estado de Buda con su propia forma física; su muerte no tiene que provocarle tanta aflicción. Por otro lado, llorar a los fallecidos es algo natural en la gente. Sin embargo, hasta los venerables tienen sus momentos de tristeza. ¿Es posible que el lamento de todos los grandes discípulos iluminados del buda Shakyamuni, a la hora de su muerte, haya tenido el propósito de mostrarnos el comportamiento propio de las personas comunes?

Debe hacer el bien por todos los medios que le sean posibles [ofreciendo oraciones], en beneficio de su difunto esposo.[1]

EL PRINCIPIO CLAVE DE «LOGRAR LA BUDEIDAD CON LA FORMA QUE UNO POSEE»

Este pasaje pertenece a una carta de aliento que Nichiren Daishonin dirigió a la monja laica de Ueno (madre de Nanjo Tokimitsu), que siendo joven había perdido a su esposo, Nanjo Hyoe Shichiro. El Daishonin le enseña el principio clave de «lograr la budeidad con la forma que uno posee»[2] y le explica, al término de este texto [escrito en el décimo aniversario de la muerte de Nanjo Hyoe Shichiro]: «En esta carta, he volcado enseñanzas atesoradas durante muchísimo tiempo».[3]

Hyoe Shichiro había contraído una grave enfermedad. Sin embargo, alentado por el Daishonin, mantuvo la fe hasta su muerte.

En ese momento, su hijo Tokimitsu tenía apenas siete años, y la monja laica de Ueno estaba esperando un bebé al que llamaría Shichiro Goro, el menor de sus hijos. Su angustia y su preocupación, sabiendo que en esas condiciones había perdido el sostén del hogar y quedaba sola a cargo de varios hijos pequeños, habrán sido enormes.

En esta carta, el Daishonin la tranquiliza firmemente diciéndole que como su difunto esposo había sido un practicante del Sutra del loto, «sin duda pudo lograr el estado de Buda con su propia forma física».[4]

«UN BUDA EN LA VIDA Y UN BUDA EN LA MUERTE»

En un pasaje anterior de este mismo texto, el Daishonin escribe:

[Su esposo Nanjo Hyoe Shichiro] Fue un buda mientras vivió y lo es ahora que ha fallecido. Ha sido un buda en la vida y sigue siéndolo en la muerte. A eso se refiere la importantísima doctrina sobre el logro de la Budeidad con la forma que uno posee.[5]

Aquí describe el principio de «lograr la budeidad con la forma que uno posee». No es una enseñanza que plantee el logro de la iluminación después de la muerte, como muchas otras escuelas budistas. Quienes dedican la existencia a la Ley Mística pueden manifestar la budeidad tal como son, en esta vida.

Hyoe Shichiro fue un sincero practicante del Sutra del loto, y por eso el Daishonin declara que fue un buda en la vida y un buda en la muerte. Desde esa perspectiva, alienta a la monja laica a no ver su muerte con tanta aflicción. La anima de todo corazón, asegurándole que desde la perspectiva de la visión budista sobre la eternidad de la vida no tiene por qué preocuparse.

EMPATIZAR CON LOS DEMÁS

Pero, al mismo tiempo, el Daishonin empatiza con ella y la contiene con profunda benevolencia, diciéndole que, si los principales discípulos de Shakyamuni habían llorado la muerte de su maestro, era natural que las personas comunes sintiéramos tristeza ante un duelo.

Aunque intelectualmente entendamos la noción budista del nacimiento y la muerte, y el significado de la vida, cuando nos toca estar frente a nuestra muerte inminente o la de un ser querido, no podemos evitar una profunda conmoción y un hondo sentimiento de angustia.

Así y todo, el Daishonin nos recuerda que sigamos entonando Nam-myoho-renge-kyo «por todos los medios que nos sean posibles». Es decir, que transformemos nuestra tristeza en una oración por la eterna felicidad de los difuntos.

ORAR POR LOS FALLECIDOS

Casi me parece escuchar la cálida voz del Daishonin asegurándole a la monja laica: «Su fallecido esposo tiene asegurado el logro de la budeidad; por eso, por favor continúe entonando Nam-myoho-renge-kyo por él, tal como se encuentre».

A veces puede que perdamos a un ser querido que no ha llegado a practicar el budismo Nichiren. Pero mientras los amigos o familiares que sobrevivimos sigamos haciendo daimoku por la persona fallecida, no hay de qué preocuparnos. Pues de ese modo les transferimos a ellos los beneficios que estamos acumulando con nuestra práctica budista; este es el verdadero significado de ofrecer oración por los difuntos en el budismo Nichiren.

Lo importante no son las formalidades superficiales, sino seguir entonando sinceramente y manteniendo la fe en la Ley Mística. En ninguna parte de los escritos del Daishonin se dice que las oraciones por los fallecidos no son efectivas si no son oficiadas por sacerdotes.

En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, el Daishonin expone:

Ahora, cuando Nichiren y sus seguidores llevan a cabo ceremonias por los difuntos, recitando el Sutra del loto y entonando Nam-myoho-renge-kyo, el rayo de luz del daimoku atraviesa las distancias [incluso] hasta el infierno del sufrimiento incesante y les hace posible [a los difuntos] manifestar la budeidad allí y en ese mismo momento.[6]

A través de nuestro daimoku, podemos guiar al estado de budeidad incluso a aquellos que se encuentran en el estado de infierno.

COMO SI VINIERAN A RECIBIRLO MIL BUDAS

En La herencia de la Ley suprema de la vida, Nichiren Daishonin escribe:

¡Cómo contener las lágrimas ante la dicha indescriptible de saber que no sólo uno o dos, no sólo cien o doscientos, sino nada menos que mil budas nos darán la bienvenida con los brazos abiertos![7]

Cuando los miembros parten de este mundo envueltos en el daimoku de su familia y de sus camaradas de la Soka Gakkai, es como si fuesen recibidos por mil budas. Así nosotros celebramos y despedimos a estos héroes anónimos que han dedicado su vida al kosen-rufu.

Por eso la transición hacia la muerte se experimenta con una «dicha indescriptible». Aquí yace la esencia de la Ley Mística, que nos permite disfrutar de la alegría en la vida y en la muerte.

Así como un crepúsculo glorioso prenuncia un sublime amanecer al día siguiente, mantener «una fe firme y correcta en el momento de la muerte»[8] garantiza una espléndida y esperanzada partida hacia la existencia siguiente.

ENTRAR EN EL CAMINO DE LA ETERNA BUDEIDAD

Cuando alguien muere con el deseo de seguir trabajando por el kosen-rufu en la próxima existencia, es prueba de que esa persona ha vivido una existencia sin arrepentimientos, basada en la Ley Mística, y que gozará de un estado de vida triunfal, eternamente inseparable de la budeidad.

Todos hemos visto a infinidad de miembros que han expresado este tipo de determinación positiva con respecto a su próxima existencia. Los practicantes de la Soka Gakkai, luego de haber acendrado su vida durante largos años de práctica budista, entran naturalmente en el camino de la eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza[9] a través del pasado, presente y futuro.

El Daishonin señala: «A medida que uno repite el ciclo de sucesivos nacimientos y muertes, se interna en la tierra de la naturaleza del Dharma o iluminación, que existe en forma inherente dentro de uno mismo».[10] Podemos recorrer serenamente la «tierra de nuestra naturaleza del Dharma» –es decir, el reino de la budeidad– inherente a nosotros en la vida y en la muerte.

Cada uno de nosotros puede disfrutar de una travesía de oro, por toda la eternidad, experimentando la «ilimitada alegría de la Ley»[11] mientras seguimos la ruta de nuestro juramento.

LA LEY MÍSTICA ES EL SOL QUE ILUMINA LA OSCURIDAD DE LAS AFLICCIONES DEL NACIMIENTO Y LA MUERTE

Desde luego, todos experimentamos los sufrimientos del envejecimiento y de la muerte de manera distinta. El hermano menor de Nanjo Tokimitsu, Shichiro Goro, falleció a la temprana edad de dieciséis años. El Daishonin escribe lo siguiente sobre él: «Sé que, en su fuero interno, ha ido a estar junto con su padre en la tierra pura del Pico del Águila[12]».[13] La budeidad resplandece intensamente desde lo profundo de nuestro ser cuando mantenemos la fe con perseverancia, pase lo que pase. Los «tesoros del corazón»[14] que acumulamos son eternamente indestructibles. El Daishonin promete que todos los que dedicamos la existencia a la Ley Mística, cualquiera que sea nuestra situación, sin falta lograremos la budeidad.

En otro escrito, señala: «La gran linterna que ilumina la larga noche de las aflicciones del nacimiento y la muerte, la filosa espada que corta la oscuridad fundamental inherente a la vida, no son otra cosa que el Sutra del loto».[15]

La Ley Mística es el sol que alumbra la oscuridad de las aflicciones del nacimiento y la muerte. Es la filosa espada que cercena la ignorancia u oscuridad fundamental. Quienes viven iluminados por la Ley Mística no serán vencidos por el miedo a la muerte. En el nivel más profundo, toda su ansiedad se desvanecerá.

La fe en el budismo Nichiren nos orienta a transformar una vida signada por las aflicciones del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte en una existencia colmada de júbilo, basada en las cuatro virtudes de la eternidad, felicidad, verdadera identidad y pureza.

(Continuar leyendo la parte 3/3).

IGNORANCIA U OSCURIDAD FUNDAMENTAL
La ilusión más hondamente arraigada en la vida, que daría lugar a otras las otras ilusiones. La oscuridad fundamental denota la incapacidad de ver o de reconocer la verdad, en especial, la verdadera naturaleza de nuestra vida.
(Ir al lugar donde se menciona en el texto principal).


[1] ↑ END, pág. 480.

[2] ↑ Logro de la budeidad con la forma que uno posee: Principio que significa manifestar la budeidad en la existencia actual, sin tener que sobrellevar interminables eones de práctica budista.

[3] ↑ END, pág. 480.

[4] ↑ Ib.

[5] ↑ Ib., pág. 478.

[6] ↑ OTT, pág. 17.

[7] ↑ END, pág. 227.

[8] ↑ Una «fe firme y correcta en el momento de la muerte» es lo que manifiestan quienes siguen recorriendo el camino del Buda con la convicción de que lograrán la budeidad en esta existencia y, por eso, reciben la muerte con una actitud de profunda plenitud. Véase END, pág. 228.

[9] ↑ La eternidad, felicidad, pureza e identidad verdadera constituyen lo que se conoce como «cuatro virtudes». Describen las nobles cualidades de la vida de los budas, que se explican del siguiente modo: «Eternidad» alude a lo invariable y eterno; «felicidad» indica una tranquilidad que trascienda todos los sufrimientos; «verdadera identidad» alude a la naturaleza intrínseca verdadera, y «pureza» significa libre de ilusiones o de conducta errónea.

[10] ↑ OTT, pág. 52.

[11] ↑ Alegría ilimitada de la Ley: La felicidad suprema y última del Buda, que es el beneficio de la Ley Mística.

[12] ↑ El Pico del Águila, o tierra pura del Pico del Águila, es un término que simboliza el estado eterno de la budeidad.

[13] ↑ WND-2, pág. 887.

[14] ↑ END, pág. 892.

[15] ↑ END, pág. 1084.

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