Quienes luchan contra la enfermedad lograrán la budeidad (3/3)


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Nam-myoho-renge-kyo es como el rugido de un león. Por lo tanto, ¿qué enfermedad puede ser un obstáculo?[15]

«NAM-MYOHO-RENGE-KYO ES COMO EL RUGIDO DE UN LEÓN»

Incontables miembros de la Soka Gakkai han batallado triunfalmente contra el demonio de la enfermedad, inspirados en este pasaje de Respuesta a Kyo’o.

En este mismo escrito, más arriba, el Daishonin dice que él mismo ha estado orando «a cada instante del día»[16] por la recuperación de Kyo’o, la hija pequeña de dos de sus discípulos laicos. En el texto, alienta a los padres de la niña asegurando que ninguna enfermedad puede dañar a quienes entonan el rugido de Nam-myoho-renge-kyo con la bravura de los leones; cualquier dolencia se revertirá, así como los animales dan un paso atrás en cuanto escuchan rugir al rey de las bestias.

Los miembros de Japón y del mundo, cada uno con la misión de un Bodisatva de la Tierra, siempre han actuado con la determinación y la valentía de no ser vencidos por el demonio de la enfermedad, tal y como enseña el Daishonin. No hay obstáculos o funciones negativas suficientemente poderosas como para impedir nuestro avance directo hacia el logro de la budeidad, el gran camino hacia la felicidad y la victoria en el kosen-rufu y en la vida. Es más, no permitiremos que nada obstruya nuestro camino.

Mientras continuemos entonando el rugido de Nam-myoho-renge-kyo, sin falta transformaremos el veneno en medicina[17] y revertiremos nuestro karma adverso,[18] de acuerdo con las palabras del Daishonin que afirman: «Los infortunios […] se convertirán en buena fortuna».[19] De esto no existe la menor duda. Nada se iguala al poder del daimoku que entonan, como un rugido del león, los maestros y discípulos de la Soka.

LA DIFERENCIA ENTRE LA ENFERMEDAD Y EL DEMONIO DE LA ENFERMEDAD

A continuación, quisiera aclarar bien la diferencia que existe entre la enfermedad y el demonio de la enfermedad.

Los trastornos físicos son un sufrimiento universal, del cual ninguno de nosotros está exento. Pero un problema de salud puede hundirnos en la desesperación, restarnos ánimo y fuerza para seguir viviendo y hacernos perder la esperanza. Este efecto secundario de la enfermedad, que drena las fuerzas del ser humano, actúa como un «ladrón de vitalidad» y, en ese sentido, es lo que llamamos, en el budismo, «función demoníaca».

Es importante tomar conciencia del cariz «demoníaco» que puede esconderse detrás de las afecciones de salud, y combatirlo resueltamente con el poder de la fe y de la práctica budista. Resolvamos que no vamos a ser vencidos por esta función. De hecho, esa contienda victoriosa contra el demonio de la enfermedad nos permite manifestar nuestra budeidad.

LAS ORACIONES UNIDAS DEL MAESTRO Y LOS DISCÍPULOS

Cuando era joven, sufría de tuberculosis y era físicamente débil. Los médicos pronosticaban que, en esas condiciones, no llegaría a vivir hasta los treinta años.

En todo ese período de lucha en la primera línea de nuestro movimiento por el kosen-rufu como discípulo de Josei Toda, a la par de trabajar sin descanso para abrir fronteras y dar paso a nuevas victorias, viví aquejado por dolores crónicos y febrículas constantes. Mi gran frustración era no poder ser una persona fuerte y sana.

Una vez, en medio de un esfuerzo titánico por ayudarlo a resolver sus dificultades financieras en la recesión de la posguerra, mi maestro me llamó la atención. Notando lo pálido y exhausto que estaba, me dijo:

–¡Daisaku! No tienes ni una gota de fuerza vital. Y si tu vitalidad es débil, serás vencido.

Me condujo hasta el Gohonzon, se sentó conmigo y comenzó a entonar un daimoku tan poderoso que, literalmente, fue como si demoliera a golpes el demonio de la enfermedad. Su daimoku era un rugido…

Inspirado por el amor estricto de mi mentor, me armé de renovada valentía y desplegué la vitalidad ilimitada de un león al ataque. De esa manera, mi maestro me permitió vencer el demonio de la enfermedad y construir una vida larga y saludable para cumplir mi misión por el kosen-rufu. Y, por esto, le estoy eternamente agradecido.

En el Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente, Nichiren Daishonin analiza el término «rugido de león» diciendo: «El “rugido” es el sonido del maestro y el discípulo que oran al unísono».[20] La Soka Gakkai ha superado cada instancia adversa a lo largo de su historia gracias a las oraciones unidas de los maestros y discípulos que han entonado Nam-myoho-renge-kyo como un rugido.

LOGRAR UN ESTADO DE COMPLETA LIBERTAD Y FELICIDAD

El señor Toda siempre tomaba la iniciativa de dar orientación personal a los miembros y, cada vez, se refería sin rodeos a los problemas que los aquejaban. Era habitual que organizara reuniones de preguntas y respuestas y escuchara las dudas individuales de la gente, a menudo referidas a la enfermedad.

Percibía sagazmente si la persona que tenía delante estaba realmente decidida a vencer el demonio de la enfermedad a través de la fe. Cuando sentía que alguien no estaba asumiendo la responsabilidad de su situación o daba señales de resignación, o de duda, le daba orientación rigurosa.

Muchas personas se sienten vulnerables cuando están enfermas. Entonar Nam-myoho-renge-kyo como si fuera un rugido de león es la única forma de vencer las funciones demoníacas que socavan la convicción interior. Cuando nuestra vida reverbera con ese potente clamor espiritual, no tememos a nada.

En Respuesta a Kyo’o, el Daishonin escribe: «Dondequiera que su hija juegue o retoce, nada podrá hacerle daño; se desplazará sin temor, como el rey de los leones».[21]

Mientras sigamos haciendo daimoku con este rugido, podremos desplazarnos por la vida sin temor, como el rey de los leones, incluso en situaciones de enfermedad, dificultades o infortunios. Gozaremos de un estado interior de completa felicidad y libertad, de acuerdo con el pasaje del Sutra del loto que dice: «Donde, plácidos, gozan los seres vivos».[22]

Para una pequeña de tan corta edad como Kyo’o, podía ser difícil practicar de esa manera. Hasta a los adultos les cuesta hacer el gongyo o el daimoku cuando están hospitalizados o se ven postrados por una grave dolencia. A veces, lo único que alguien puede, en esas circunstancias, es practicar mentalmente en silencio. Pero el rugido del Nam-myoho-renge-kyo que entonan los familiares y los compañeros de fe sin falta llegará a la vida de esa persona. Por eso, «¿qué enfermedad puede ser un obstáculo?», afirma el Daishonin. Tengamos profunda convicción en estas palabras.

«CONFIAR EN EL PODER DEL SUTRA DEL LOTO»

En sus escritos, el Daishonin alienta a numerosos discípulos –hombres y mujeres, jóvenes y ancianos– en su contienda contra la enfermedad.

A la monja laica Toki, que estaba muy decaída a causa de una larga dolencia, le dice: «[C]omo es una devota del Sutra del loto, tampoco morirá en forma prematura […]. Confíe en que el Sutra del loto tiene el poder de curarla».[23]

Y prosigue diciendo: «Tenga la absoluta certeza, entonces, de que su enfermedad no podrá durar, y de que su vida se prolongará sin falta. Cuídese y no agobie su alma con aflicciones».[24] Con estas palabras, la alienta a avanzar con la gran convicción en que vencerá al demonio de la enfermedad.

REFUTAR AL DEMONIO DE LA ENFERMEDAD

Cuando Nanjo Tokimitsu enfermó gravemente, el propio Daishonin no estaba bien de salud. Sin embargo, en ese momento confrontó severamente a las funciones demoníacas que estaban asediando a su discípulo advirtiéndoles: «En lo que respecta a ustedes, malditos demonios, ¿qué se proponen al permitir que este hombre sufra? ¿Tragarse una espada de punta, abrazar un incendio devorador o convertirse en archienemigos de los budas de las diez direcciones en el pasado, presente y futuro?».[25]

Tokimitsu, revitalizado por el rugido contundente del Daishonin, pudo vencer el demonio de la enfermedad y vivir una larga existencia dedicado a cumplir su misión por el kosen-rufu.

Cualesquiera sean los retos y las dificultades que surjan, necesitamos creer en nuestro potencial y vivir completamente nuestra vida al máximo. En lo que concierne a la salud, la victoria yace en vivir con esta resistencia y esta integridad.

LA CONDUCTA NATURAL DEL BUDA DEL ÚLTIMO DÍA DE LA LEY

Una primavera, en los últimos años de su vida y aquejado por la mala salud, el Daishonin recibió una ofrenda de algas wakame y otros obsequios de un discípulo que había ido a visitarlo. En una carta donde le expresa su gratitud a esta persona, dice que la visita, y especialmente el wakame, lo hicieron sentir tan fuerte y recuperado que se sentía capaz de ir a cazar tigres o a montar leones.[26]

«Me siento mucho mejor gracias a usted…». Cuán conmovido y feliz se habrá sentido ese discípulo al leer el sincero mensaje de su maestro.

Con su ejemplo de vivir intrépidamente hasta el final, el Daishonin infundió a incontables personas el valor de seguir viviendo. Esta es la conducta natural del Buda del Último Día de la Ley.

LA FILOSOFÍA DE VIDA BUDISTA ES UN FARO DE ESPERANZA PARA NUESTRA ÉPOCA

Cuando examinamos la historia de la humanidad, vemos que, en cierto sentido, está atravesada por una batalla interminable entre los seres humanos y la enfermedad. Hemos avanzado mucho en nuestro esfuerzo por promover la salud y extender más la esperanza de vida de la población. Asimismo, muchas dolencias que antes eran incurables hoy tienen tratamiento. Uno de los triunfos más brillantes de la investigación y del ingenio humano es la erradicación de la viruela, certificada por la Organización Mundial de la Salud en 1980.

Pero ya que las aflicciones del nacimiento, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte son inevitables, nuestra lucha contra las enfermedades continuará. Muchos miembros de la Soka Gakkai han luchado y vivido sin dejarse vencer por el demonio de la enfermedad, mostrando la dignidad y el poder de su vida, a la vez que han sumado valiosas experiencias personales de victoria.

Esta forma de vivir, basada en el budismo Nichiren, sin falta se convertirá en un faro de esperanza para nuestra época. Hoy, más que nunca, la gente busca en el nivel más profundo una luz de sabiduría que oriente su salud, una filosofía que le permita vivir una existencia sana en el sentido más genuino de la palabra.

¡SEAMOS CAMPEONES DE LA SALUD Y DE LA BUENA FORTUNA!

Busquemos en nuestro propio interior la fortaleza, la sabiduría y la tenacidad de seguir viviendo, a la par de extraer abundante creatividad, benevolencia y coraje. Perseveremos siempre hacia adelante, a partir de hoy, un paso tras otro, dedicando nuestra existencia a trabajar por la felicidad nuestra y de los demás.

¡Mi esposa Kaneko y yo estamos orando con fervor cada día para que todos nuestros camaradas Bodisatvas de la Tierra, sin excepción, sean sabios campeones de la salud, la buena fortuna y la felicidad, y para que gocen de su vida al máximo!

(Traducción del artículo publicado en la edición de septiembre de 2019 de Daibyakurenge).


[15] ↑ END, pág. 433.

[16] ↑ Ib.

[17] ↑ Transformar el veneno en medicina: Principio según el cual, una vida dominada por los tres caminos de los deseos mundanos, el karma y el sufrimiento puede convertirse en una existencia donde brillan las tres virtudes del Buda: el cuerpo del Dharma, la sabiduría y la emancipación, a través del poder de la Ley Mística.

[18] ↑ Revertir el karma adverso: Principio según el cual incluso el karma aparentemente fijo puede cambiarse o mejorarse mediante una práctica budista correcta. Nichiren Daishonin enseña que el estado de vida de la budeidad es intrínseco a todos los seres y que, activando dicho estado, es posible lograr la iluminación y transformar nuestro karma.

[19] ↑ END, pág. 433.

[20] ↑ OTT, pág. 111.

[21] ↑ END, pág. 433.

[22] ↑ En el capítulo «Duración de la vida» (16.º) del Sutra del loto, el mundo en el que vivimos se describe como un lugar donde «…plácidos, gozan los seres vivos» (SL, cap. 16, pág. 229). Esto indica que el mundo saha, por lo general considerado como un reino de sufrimiento, es en realidad la Tierra de la Luz Eternamente Tranquila, o un reino de Buda, donde todos los seres vivos pueden experimentar la mayor de las alegrías.

[23] ↑ END, pág. 688.

[24] ↑ Ib.

[25] ↑ END, pág. 1154.

[26] ↑ WND-2, pág. 991.

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