Una capacidad única para transmitir la universalidad de las enseñanzas budistas


Stefano Bettera | Presidente de la Unión Budista Europea


Intervención en el homenaje «La promoción de la paz a través del diálogo y la revolución humana: La vida de Daisaku Ikeda», celebrado en el Parlamento Europeo

Stefano Davide Bettera, presidente de la Unión Budista Europea | Foto: Seikyo Shimbun

Recientemente, el filósofo francés Michel Onfray ha señalado, con razón, que solo las religiones son capaces de sentar las bases para la creación de una verdadera civilización.

¿Crearemos una nueva sociedad basada en el diálogo abierto o, por el contrario, tendremos comunidades que se miran con recelo? La identidad religiosa desempeña un papel decisivo en esto.

Daisaku Ikeda ha sido una de las figuras que han intentado abordar esta cuestión, y lo ha hecho partiendo de la extraordinaria riqueza de valores y pensamiento que el budismo ofrece al mundo actual. En cada una de sus enseñanzas y escritos, emerge su capacidad verdaderamente única para identificar y hacer llegar a todo el mundo aquellas ideas de la filosofía budista capaces de contribuir eficazmente a resolver los problemas globales y hacernos comprender que todos estamos interconectados.

Hoy más que nunca, el tema de la inmigración y del diálogo entre comunidades religiosas representa un complejo desafío para las sociedades occidentales, porque impone una profunda y urgente reflexión sobre la identidad de la propia sociedad europea, y sobre la fragilidad de la democracia moderna.

Una primera cuestión a considerar es si las comunidades religiosas de Europa, incluida la budista, perciben la necesidad de formar parte de una comunidad política más amplia, y de qué manera. ¿Existe o puede surgir, de un encuentro de diferentes culturas, una nueva identidad cultural y social europea? ¿Qué papel puede desempeñar el budismo en esto? ¿Son culturas como la budista capaces de proponer elementos sobre los cuales imaginar una nueva Europa que sea verdaderamente la casa de todos?

También debemos preguntarnos cómo preservar la tradición cultural europea en diálogo con las nuevas culturas que llegan a nuestro continente. Necesitamos que el diálogo con las nuevas culturas sea abierto y auténtico, y para construir un puente hacia el futuro, debemos aceptar la complejidad del presente. El compromiso de Ikeda en este sentido ha sido incansable y realmente único. Su enseñanza siempre ha estado relacionada con la sacralidad de la persona, y con la comunidad local como elemento central de la humanidad.

El mensaje esencial de la enseñanza budista es que hay un camino para curarse del sufrimiento y reconstruir la unión, para ir más allá de la fragmentación –la característica de nuestro tiempo– y que la comunidad es el lugar para poner en práctica este camino.

Recuerdo cuando visité un centro cultural de la Soka Gakkai en Milán, la ciudad donde vivo. Era un domingo tórrido, hacía un calor terrible. A pesar de ello, cientos de personas se habían reunido en una gran sala para asistir a un encuentro interreligioso. Me quedé realmente impresionado por el entusiasmo y la curiosidad que estas personas mostraban hacia las diferentes tradiciones, incluida la budista.

La capacidad de reunir a tanta gente me hizo darme cuenta aún más de la fuerza de la Soka Gakkai, y de la fuerza de las palabras de Ikeda Sensei. En esta comunidad se encuentra seguramente parte de la respuesta a mi pregunta inicial.

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