Crear valor en el propio contexto (aun de crisis)


Entrevistamos a Ana Belén García Varela, profesora titular en la Universidad de Alcalá, en la que imparte, además de otras asignaturas, Educación para la Felicidad y es subdirectora del Instituto Ikeda.

En esta época de cambios vertiginosos, en la que se tiende a incentivar la consecución de resultados inmediatos, la existencia de la asignatura Educación para la Felicidad, que coimpartes en la Universidad de Alcalá, resulta sorprendente. ¿De dónde surgió la idea de crearla?

La idea surgió después de un viaje a Japón en el que tuve la oportunidad de conocer la Universidad Soka y las Escuelas Soka de Kansai. A partir de aquella experiencia quise aplicar las ideas de la educación para la creación de valor (en japonés, soka) en mi propio contexto de la Universidad de Alcalá (UAH).

Comencé a reflexionar sobre cómo podía desarrollarse de forma real todo lo que había estado leyendo acerca de la pedagogía para la creación de valor fundada por Tsunesaburo Makiguchi, pues quedé muy impresionada de aquel viaje. Escuchar las experiencias de estudiantes, docentes, etc. allí fue muy inspirador, y me surgieron muchas ideas que poco a poco van materializándose. Siento que en aquel viaje pude conectar con mi misión.

Llevo desde el año 2006 impartiendo clases en la UAH, fundamentalmente a futuros profesionales de la educación, con lo cual conozco bien las inquietudes de los estudiantes. Cuando realicé aquel viaje, además formaba parte del decanato de la Facultad de Educación y vivía muy habitualmente la experiencia de estudiantes que se sentían perdidos ante su futuro, a pesar de su gran vocación por la enseñanza.

Quise aplicar las ideas de la educación para la creación de valor (en japonés, soka) en mi propio contexto de la Universidad de Alcalá. […] Formaba parte del decanato de la Facultad de Educación y vivía muy habitualmente la experiencia de estudiantes que se sentían perdidos ante su futuro.

Apoyada por mi compañero Alejandro Iborra, ideamos la asignatura Educación para la Felicidad, con el objetivo de crear un espacio donde los estudiantes pudieran explorar su propia vida e ir encontrando la manera de crear valor en su contexto.

A través de la asignatura, en estos años hemos vivido experiencias muy emocionantes con los estudiantes. Para nosotros es muy inspirador saber que les ha ayudado a pensar y tomar decisiones sobre su futuro. Es fundamental para ello el apoyo de los colaboradores que comparten con nosotros sus propias experiencias de creación de valor a lo largo de la asignatura.

El viaje y la asignatura fueron el inicio de un cambio más profundo que nos llevó a la constitución del Instituto de Investigación en Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda, y de nuevos proyectos que poco a poco se irán materializando.

En tus palabras, se percibe el valor que otorgas a los vínculos humanos… Nos consta que, como psicóloga de la educación, reivindicas el poder del diálogo. ¿De qué modo conecta esto con la pedagogía soka?

Estoy convencida del poder del diálogo para crear valor en la propia vida. Daisaku Ikeda, en sus diversas obras, nos habla siempre del poder del diálogo para construir la paz. Y lo hace no solo de forma teórica, sino también a través de los innumerables diálogos que ha mantenido con grandes personalidades y con personas anónimas a lo largo del mundo.

El diálogo puede transformar nuestra forma de pensar si se genera desde la escucha y la comprensión profunda del otro. Por este motivo, desde el instituto estamos realizando colaboraciones actualmente con instituciones como el Taos Institute para investigar sobre los usos terapéuticos y educativos del diálogo. Este mes de junio participo en un congreso internacional copatrocinado por este instituto, presentando una sesión titulada «Prácticas dialógicas para la creación de valor».

Este mes de junio participo en un congreso internacional […] presentando una sesión titulada «Prácticas dialógicas para la creación de valor».

En línea con el tema que plantea ese título, el budismo Nichiren, la filosofía humanística que adoptó Tsunesaburo Makiguchi, reconoce una relación de indivisibilidad entre sujeto y entorno, y anima a asumir responsabilidad en la mejora de lo que nos rodea. ¿Cómo se aborda esto desde la psicopedagogía?

Desde el punto de vista de la psicología, no podemos vivir nuestras circunstancias como algo externo a nosotros. La realidad no es algo objetivo de lo que somos espectadores, sino una construcción subjetiva de nuestra propia vivencia. Por ejemplo, desde las prácticas colaborativas y dialógicas (corriente en psicología que aborda los procesos de aprendizaje e incluso los procesos terapéuticos desde el diálogo) se estudia cómo nuestro pensamiento condiciona las decisiones que tomamos. Eso no significa conformarnos con lo que nos ocurre, sino que la interpretación que estamos haciendo de nuestra realidad está influyendo en la manera en que nos posicionamos ante ella. Por ello, se utiliza el diálogo terapéutico para ayudarnos a transformar nuestro pensamiento y a tomar decisiones que nos permitan superar la dificultad que estemos viviendo. Nuestra posición personal y las decisiones (internas) que tomamos ante la realidad provocan cambios en las circunstancias (externas).

Qué interesante. Desde el Instituto Ikeda, en ocasiones os habéis referido al potencial de los momentos de crisis como el actual, un tema presente en la obra de Daisaku Ikeda. Para concluir, ¿podrías elaborar este esperanzador argumento?

La filosofía y la psicología positiva exploran cómo podemos construir nuestra propia felicidad. Ya Aristóteles nos hablaba de la felicidad hedónica y eudaimónica para diferenciar lo que supone una felicidad efímera de otra centrada en dar sentido a nuestra vida y crear valor. Los momentos de crisis, en este sentido, pueden convertirse en verdaderas oportunidades para crear valor y desarrollar nuestra capacidad de resiliencia. En este sentido, son en sí mismos, momentos en los que podemos darnos cuenta de nuestro gran potencial para cumplir nuestros propósitos, realizando así un crecimiento personal. Esto no significa que no se pueda aprender sin dificultades, pero realmente desde la emoción que supone enfrentar y superar un reto es desde donde podemos crear un gran valor en nuestra vida.

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