Descartando lo transitorio


Orientación para la SGEs


La motivación esencial del comportamiento de Nichiren Daishonin durante su vida fue su compromiso y juramento de abrir el camino para que todas las personas manifestaran el estado de budeidad y pudieran ser realmente felices. Para esto, luchó constantemente contra la naturaleza demoníaca de las funciones que buscaban distorsionar el budismo, hacer sufrir a la gente y conducir a la sociedad en una dirección equivocada. El espíritu del Buda es combatir intrépidamente cualquier función demoníaca.

Con actitud intrépida, la de un «rey león», Nichiren Daishonin enfrentó y superó en 1271 el episodio de dura represión que pasaría a ser conocido como la «persecución de Tatsunokuchi», una de las cuatro grandes persecuciones que enfrentó durante su vida.[1]

En referencia a la tentativa fallida de ejecución que vivió en la playa de Tatsunokuchi, y al lugar de su posterior destierro, el Daishonin afirmó en su escrito La apertura de los ojos:

El duodécimo día del noveno mes del año pasado [12 de septiembre de 1271], entre las horas de la rata y del buey [las once de la noche y las tres de la mañana], esta persona llamada Nichiren fue decapitada. Es su alma la que ha llegado hasta la isla de Sado».[2]

A lo que alude este pasaje es a que el Daishonin «abandonó lo transitorio y reveló lo verdadero». En otras palabras, el Daishonin descartó un estado de vida provisional, como persona común sujeta al karma y a los sufrimientos, para, sin dejar de ser un mortal común, revelar a la vez una identidad esencial como «Buda del tiempo sin comienzo»;[3] es decir, como una persona que corporifica la libertad absoluta y el beneficio de la conciencia de ser una entidad indistinta de la Ley Mística.

Al acometer este proceso de descartar lo transitorio y revelar lo verdadero, el Daishonin abrió el camino para que todas las personas pudiésemos lograr la budeidad en nuestra existencia presente. Demostró que es posible manifestar la naturaleza de Buda siendo seres de los nueve estados.[4]

Sin dejar de ser, entonces, gente común cuya vida está sometida a las tensiones de los deseos mundanos, el karma y el sufrimiento, podemos restablecer un estado vital de suprema nobleza que nos es intrínseco.

Sin dejar de ser, entonces, gente común cuya vida está sometida a las tensiones de los deseos mundanos, el karma y el sufrimiento, podemos restablecer un estado vital de suprema nobleza que nos es intrínseco; liberarnos de dicho yugo del karma y manifestar la budeidad, lo cual significa vivir con sabiduría, fortaleza y amor compasivo, con el deseo de ayudar a todos los semejantes a iluminarse. Esta es la condición más elevada que podemos experimentar los seres humanos.

Al señalar un camino para que todas las personas establezcan esa iluminación original, fue como si la presencia del Daishonin, brillante como un sol, inundara una caverna envuelta durante siglos en la más negra oscuridad…

Por otro lado, a raíz de lo vivido aquel 12 de septiembre, el Daishonin elogiaría a su discípulo Shijo Kingo por haberlo acompañado hasta Tatsunokuchi. Le escribió: «Usted acompañó a Nichiren y juró dar su vida como devoto […]; Shijo Kingo, al igual que yo, decidió dar la vida por el Sutra del loto».[5]

Probablemente, aquella noche Shijo Kingo –predecesor y referente del actual Departamento de Hombres de la Soka Gakkai– simplemente pensó en mantenerse al lado de su maestro hasta el final, sin ser consciente de la profunda trascendencia del episodio. Pero el maestro siempre está deseoso de abrir el camino para que el discípulo avance más allá; podemos entender la afirmación del Daishonin recién citada a la luz de esto.

La intención del Buda es que tanto maestro como discípulo adquieran el mismo estado de vida. El maestro ora para que su sucesor adquiera una iluminación idéntica a la suya, tiene fe en que el discípulo lo conseguirá y está a la expectativa de presenciarlo.

Para que esto ocurra, es importante la postura de la «verdadera causa»: avanzar tomando el instante actual como punto de partida. Cuando practicamos y vivimos así, podemos confrontar sin miedo la compleja realidad de la vida, sostenidos por el juramento compartido de maestro y discípulo, el de trabajar por la iluminación universal.

Daisaku Ikeda escribió al respecto de este tema unas palabras que nos permiten conectarlo claramente con nuestra actualidad:

Transformar la negrura que envuelve a la humanidad significa literalmente transformar el destino del género humano. Puede decirse que el siglo XXI representa una encrucijada, en la que se nos presenta a todos la oportunidad de descartar el aspecto transitorio y revelar lo verdadero. Si no podemos cambiar nuestro destino, este siglo será aún más sombrío y oscuro que el anterior, pero, en un escenario así, no habrá futuro para los seres humanos. Esta época sembrada de dificultades y problemas encierra una oportunidad de oro para que todas las personas despertemos en nuestra vida una nueva conciencia global.

El budismo Nichiren enseña la necesidad y la posibilidad de descartar lo transitorio y revelar lo verdadero para toda la humanidad. Por lo tanto, creo que la enseñanza del Daishonin, es […] indispensable para la sociedad del siglo XXI. También creo firmemente que la misión de los jóvenes en este siglo es demostrarlo.[6]

Sin duda, este es un momento crucial […]. Es el tiempo propicio para «establecer la enseñanza correcta».

Sin duda, este es un momento crucial y sin precedentes para enfrentar la oscuridad de esta época, revelando el coraje y la compasión de la budeidad en bien de la paz y la seguridad humanas. Es el tiempo propicio para «establecer la enseñanza correcta».[7]

A todas las actividades que estamos realizando en esta dirección, este mes de septiembre se suma la Asamblea Mundial de Jóvenes en línea a realizarse el domingo 27 de septiembre, en conmemoración del 60.º aniversario de la partida de Daisaku Ikeda al mundo el 2 de octubre de 1960. Este extraordinario evento se convertirá, sin duda, en una de las demostraciones a las que aludía Ikeda Sensei, para cuyo éxito podemos trabajar todos los departamentos con los jóvenes a la vanguardia, así como en un nuevo paso de los Protagonistas de la Alegría de España y Portugal hacia el 90.0 aniversario de la fundación.


[1] ↑ Para profundizar en este tema, véase IKEDA, Daisaku: Diálogo sobre la religión humanística: El mundo de los escritos de Nichiren Daishonin, vol. 1, Rivas Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2008, págs. 247 y ss.

[2] ↑ La apertura de los ojos, en END, pág. 285.

[3] ↑ También expresado a veces como «tiempo incalculable», «tiempo sin comienzo» no alude a un origen remoto en el pasado, sino a la eternidad.

[4] ↑ Esta expresión alude, de los diez estados vitales que reconoce el budismo, a los nueve que se acostumbran a enumerar precediendo a la budeidad.

[5] ↑ La persecución de Tatsunokuchi, en END, pág. 205.

[6] ↑ IKEDA, op. cit., págs. 344-345. Algunas expresiones se han actualizado.

[7] ↑ Véase, en Civilización Global, n.º 183, julio 2020, esta misma sección.

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