Sobre el capítulo «Campanadas del amanecer» · Parte II


Del volumen 30 de La nueva revolución humana


Desde Europa, atravesando el Atlántico, Daisaku Ikeda llegó a Nueva York el 16 de junio de 1981, después de 6 años. Hasta entonces, el movimiento del kosen-rufu de los Estados Unidos se había centrado principalmente en Los Ángeles y en otras ciudades de la Costa Oeste. Ikeda Sensei regresaba con la intención de fortalecer la organización en la Costa Este.

Durante los encuentros informales que mantuvo con responsables del Territorio Nordeste, el maestro Ikeda los alentó a fortalecer la unión:

El responsable nunca debe imponer sus ideas. Antes de emprender alguna acción, es menester dialogar exhaustivamente con sus compañeros e intercambiar con franqueza sus puntos de vista.

Y aunque las opiniones difieran, no pierdan la calma ni permitan que se genere hostilidad a raíz de ello. Siempre debemos volver al punto de partida primordial que es el Gohonzon y el kosen-rufu, y entonar Nam-myoho-renge-kyo con unión de propósito. (Entrega 53)[1]

Muchos de esos responsables eran descendientes de japoneses, por lo que Ikeda Sensei quería enfatizar la necesidad de unirse con un mismo propósito para promover el kosen-rufu mundial, especialmente en ese momento en el que la Soka Gakkai debía dar un salto dinámico como movimiento religioso de alcance global:

Los miembros de Estados Unidos y de todos los países deben realizar sus actividades en forma armoniosa respetando las costumbres y las leyes del lugar, y procurando ser buenos ciudadanos. El Daishonin enseña: «Cuando en el pueblo predomina la unión de distintas personas con un mismo propósito, estas podrán lograr todas sus metas». (Entrega 54)

Al día siguiente, en representación del Seikyo Shimbun, Ikeda Sensei se encontró con el presidente de la agencia de noticias Associated Press, Keith Fuller, y dialogaron sobre diferentes temas, entre los cuales la preocupación por la repercusión que podría tener la incertidumbre económica y social en la sociedad, y el papel que jugarían los valores religiosos.

Después, Sensei visitó el Centro Comunitario de la SGI de Nueva York en Manhattan, donde oró junto a los miembros, y donde conversaron sobre aspectos básicos de la fe. Por la tarde, visitó en Long Island la casa natal del célebre poeta Walt Whitman, al que admiraba desde su juventud. Recordó que, en una reunión con jóvenes de Japón, había citado unas palabras de su obra predilecta, Hoja de hierba, para alentarlos a abrir nuevos horizontes del kosen-rufu: «Allons! ¡A través de luchas y de guerras! La meta señalada no podrá invalidarse»; y reflexionó: «Las personas que han resistido las duras batallas de la vida poseen el fulgor de un diamante en su interior» (entrega 59).

Tras dejar Nueva York, Sensei viajó a Canadá. Aterrizó en el aeropuerto de Toronto, donde lo esperaban numerosos miembros, entre los cuales la presidenta y el director general de la organización allí. Habían pasado veintiún años desde su último viaje al país, y recordó las historias de estos dos miembros, recalcando que el gran avance del kosen-rufu en Canadá había resultado de sus esfuerzos a lo largo de esos años.

A pesar de que ambos habían mostrado un cierto rechazo hacia la práctica al inicio, al cabo de dos años ella, que siempre había sido enfermiza, había decidido practicar con la esperanza de mejorar su salud. Por su parte, él, al enfrentar las muertes sucesivas de sus dos hermanas mayores y rememorar la amarga infancia vivida en un campo de reclusión durante la Segunda Guerra Mundial, había tomado la misma decisión.

Las semillas de la Ley Mística, una vez sembradas en el interior de una persona, germinan sin falta llegado el momento propicio. Por lo tanto, lo importante es acercar al budismo Nichiren a las personas con quienes nos relacionamos. (Entrega 63)

El 23 de junio tuvo lugar un intercambio amistoso con la delegación de Japón en Caledon, a las afueras de Toronto. Antes y después, el maestro Ikeda se encontró con muchos miembros para alentarlos. Feliz de comprobar cómo habían avanzado en su vida, Sensei dedicó estas palabras a una miembro:

Por favor, siga perseverando en la práctica con una fe constante como la corriente del agua. La constancia en la fe es esencial para alcanzar la budeidad en esta existencia. Por eso Nichiren Daishonin escribe: «Aceptar es fácil; continuar es difícil. Pero la Budeidad yace en mantener la fe». (Entrega 72)

En las cataratas del Niágara, en la frontera entre Canadá y EE. UU. | Ilustración: Cortesía de Seikyo

Al día siguiente, en el Centro Comunitario de Toronto se reencontró con los miembros y oró por la salud y la felicidad de todos. Después, visitó la casa de Laura Secord, heroína de la lucha por la independencia de Canadá.

Durante la guerra entre Estados Unidos y Gran Bretaña en 1813, el mando estadounidense se apoderó de la residencia de los Secord para alojar a sus oficiales. Ella fue clave para detener un plan de ataque contra el ejército británico, arriesgando su vida en el camino. A pesar de su valerosa contribución, este hecho fue desconocido durante muchos años.

Ikeda Sensei quedó impresionado por la historia de Secord, y comparó su postura con la de las miembros del Departamento de Mujeres de la Soka Gakkai. Kaneko Ikeda, que lo acompañaba, asintió y añadió: «Detrás de los grandes acontecimientos históricos está el esfuerzo de incontables mujeres, aunque ellas casi nunca son reconocidas» (entrega 74).

Días después, Ikeda Sensei llegó a Chicago para asistir a la celebración del Primer Festival Cultural de la Paz Mundial, uno de los eventos más importantes de su itinerario. Supuso el inicio de un nuevo capítulo del kosen-rufu mundial y un nuevo punto de partida para la Soka Gakkai como organización religiosa global. Era tal el reconocimiento del pueblo americano hacia la contribución social de la organización, que el alcalde de la ciudad declaró la semana del festival como «Semana del presidente Daisaku Ikeda».

El festival fue cubierto por más de treinta medios de comunicación, entre ellos ABC News, que en su informe apuntó que «la finalidad de esta actividad era promover la paz mundial y el respeto a la vida».

El 1 de julio, Daisaku Ikeda se dirigió a Los Ángeles, el destino con que concluyó un extenso viaje de 61 días, durante el que recorrió ocho países, desde la Unión Soviética hasta Norteamérica, pasando por Europa.

Esta labor incansable llevó finalmente a repicar la campana del amanecer de una nueva era de victorias. El sol de un nuevo capítulo del kosen-rufu comenzaba su majestuoso ascenso. (Entrega 80)


[1]El tomo en el que se incluye esta segunda parte del capítulo está en proceso de publicación por Ediciones Civilización Global. Se puede acceder a las entregas en el sitio web global de la Soka Gakkai.

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