La construcción de una sociedad que respete la vida, la dignidad humana y la igualdad


Orientación para la SGEs


Este 28 de abril celebramos un nuevo aniversario de la proclamación de la enseñanza de Nichiren Daishonin[1] y del punto de partida de la contienda verbal para demostrar su validez que esta representó.

En una disertación sobre uno de los escritos del Daishonin, La voz pura y potente,[2] Daisaku Ikeda afirma lo siguiente:

El kosen-rufu es una contienda de palabras. Fue así en los tiempos del Daishonin, es así hoy, y seguirá siendo así en el eterno futuro. Por eso son tan importantes nuestras voces: son nuestras armas y nuestras municiones. Si somos consecuentes en la enunciación de la verdad, esas palabras conmoverán el corazón de nuestros interlocutores. Si seguimos hablando en defensa de la justicia, podremos vencer la iniquidad y el mal. Las voces sinceras y apasionadas generan una respuesta en el corazón de las demás personas.[3]

El establecimiento del budismo Nichiren fue la expresión de una filosofía de vida de humanismo activo, que abre a todos los seres el camino para manifestar la budeidad.

En el texto citado, Ikeda Sensei reflexiona sobre la actitud del Daishonin en el período que vivió y que, en el marco de lo que el budismo denomina «Último Día de la Ley», perdura hoy: una era caracterizada por conflictos y confrontaciones permanentes. En ese escenario, el Daishonin redactó una advertencia a las autoridades de la época titulada Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, que hizo llegar a la figura más poderosa, Hojo Tokiyori.[4] En dicho tratado aludió a la forma de permitir que todas las personas lograran la iluminación. Al hacerlo, libraba una lucha a través de la palabra escrita, con una postura inamovible y sin escatimar su vida –poniéndola, de hecho, en riesgo–. Lo hacía basado en la poderosa convicción de que la única vía hacia la salvación de la gente, que tanto sufría a causa de hambrunas, epidemias, terremotos y otras catástrofes, era el establecimiento de la enseñanza budista correcta en los corazones de las personas; es decir, lograr que cada individuo aspirara a concretar la felicidad en su propia vida y en las de los demás.

El Daishonin nunca dejó de exponer con rigor el pensamiento budista ni de advertir a los gobernantes sobre las consecuencias de sus decisiones erradas. Al hacerlo, ponía en evidencia los principios distorsionados que hundían a la población en el sufrimiento, con una postura invariable de refutar lo erróneo y revelar lo verdadero.[5]

En la época actual, cuando la soberanía reside en el pueblo, la cuestión crucial es qué clase de sociedad está construyendo la ciudadanía, cada persona, con sus propias manos, con sus propias acciones. ¿Se trata de una sociedad que no valora la vida humana y que fomenta la discriminación? ¿O construiremos una sociedad cuyos integrantes se unan y trabajen juntos para elevar su estado de vida y sus valores?

Las creencias que prevalecen en la ciudadanía son el factor decisivo para determinar cómo se configurará una sociedad. Lo sostuvo el historiador Arnold Toynbee, quien en su diálogo con Daisaku Ikeda subrayó que «las civilizaciones dependen de las religiones en las que se basan»,[6] y expresó su convencimiento de que «la futura religión que geste y sostenga a una civilización tendrá que permitir al hombre confrontar y vencer los males que hoy amenazan gravemente su propia supervivencia».[7] Y, porque en el marco de su teoría de la civilización comprendió la importancia de la religión, el profesor Toynbee abrigó grandes expectativas en el movimiento Soka de paz, cultura y educación basado en el humanismo budista.

Para crear una sociedad humanística, que exista en bien de todas las personas, debemos combatir resueltamente las ideas y tendencias que devalúan la vida y la humanidad, y exponer de forma decidida lo correcto y lo justo. El humanismo budista no responde a algún marco teórico rígido, sino que se rige por la convicción en el potencial que tiene cada persona de lograr su revolución humana, cultivando su naturaleza de buda inherente. Este es el principio fundamental que subyace al esfuerzo constante que realizan los miembros de la Soka Gakkai por promover el diálogo, a través de la palabra oral y escrita. El Daishonin señala: «La voz cumple la función del Buda»,[8] y «El Buda salva del sufrimiento a las personas mediante la palabra escrita».[9] Esta es la esencia de nuestra noble lucha por el kosen-rufu, directamente alineada con el espíritu del Daishonin.

No es exagerado decir que fue el profundo compromiso de Josei Toda, cuyo fallecimiento recordamos también este mes,[10] y de su joven discípulo Daisaku Ikeda lo que hizo posible, por primera vez, que la gente leyera y practicara correctamente los diversos principios expuestos por Nichiren Daishonin en sus escritos, al publicar la primera edición de las Obras completas de Nichiren Daishonin (en japonés, Nichiren Daishonin Gosho Zenshu), el 28 de abril de 1952. En su prefacio al Gosho,[11] Josei Toda escribió: «Mi oración y mi deseo perpetuo es que estos preciados escritos se difundan entre los pueblos de Asia y el mundo entero».

Ikeda Sensei hizo realidad este deseo de su maestro, como se refleja en su prefacio a la nueva edición en japonés del Gosho, datado a 3 de mayo de 2021 (véase el recuadro).

En un diálogo con Sensei, el vice responsable general del Departamento de Estudio de la SGI, Masaaki Morinaka, observó: «Despreciar la palabra escrita y pensar que la iluminación del Buda se comunica a través de otra manera es desdeñar tanto a la persona como a la Ley. El Daishonin señala: “Si uno abandonara la palabra escrita, ¿por qué otro medio podría llevar a cabo la tarea del Buda”?[12]».[13] Este espíritu subyació al nacimiento, también en un mes de abril, del Seikyo Shimbun, periódico de la Soka Gakkai que ha alentado durante décadas a lectoras y lectores del mundo entero, y que ha inspirado la aparición en los cinco continentes de publicaciones hermanas, incluyendo nuestra revista Civilización Global.[14]

En esta época tan crucial, animados por la nueva campaña «Desafíate a L.E.E.R.», empleemos nuestras voces y difundamos como nunca antes nuestras publicaciones, para construir una sociedad que respete la vida, la dignidad humana y la igualdad: una sociedad pacífica en la que todas las personas puedan ser felices.

DEL PREFACIO DE DAISAKU IKEDA A LA NUEVA EDICIÓN EN JAPONÉS DE LOS ESCRITOS DE NICHIREN DAISHONIN
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«Porque nos basamos en los escritos del Daishonin, podemos mantener una postura imperturbable ante los tres obstáculos y los cuatro demonios y ante los tres enemigos poderosos. Nuestro avance jamás se detendrá mientras palpite en nuestro corazón el espíritu de que «los sabios se regocijan, mientras que los necios se echan atrás».[15]
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Porque nos basamos en los escritos del Daishonin, podemos valorar la diversidad, de acuerdo con el principio de los «cerezos, ciruelos, melocotoneros y albaricoqueros».[16] Respetándonos unos a otros como budas, con la unión de «distintas personas con un mismo propósito»,[17] podemos lograr todas nuestras metas.
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Porque nos basamos en los escritos del Daishonin, hacemos que la gran luz de la creación de valor se proyecte sin límites, para construir una sociedad que respete la vida, la dignidad humana y la igualdad, en un mundo donde la felicidad, la seguridad, y la armonía y la paz globales prevalezcan».[18]
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(Volver a la mención en el texto principal del artículo).


[1] ↑ Nichiren Daishonin entonó públicamente Nam-myoho-renge-kyo por primera vez el 28 de abril de 1253.

[2] ↑ En END, págs. 347-354.

[3] ↑ IKEDA, Daisaku: «“La voz pura y potente”: ¡Hablemos con voces resonantes de verdad y de justicia!», Daibyakurenge, mayo de 2013.

[4] ↑ Hojo Tokiyori (1227-1263): Regente del Gobierno militar de Kamakura, que, en 1260, momento en que Nichiren Daishonin presentó Sobre el establecimiento de la enseñanza correcta para asegurar la paz en la tierra, seguía manejando las riendas del poder desde el retiro.

[5] ↑ Tras la llegada del budismo a Japón en el siglo VI, esta religión se extendió y, de hecho, gobernantes a los que se dirigía el Daishonin eran seguidores de escuelas supuestamente budistas, pero cuyas interpretaciones y maneras de practicar él denunció como distorsionadas.

[6] ↑ TOYNBEE, Arnold y Daisaku IKEDA: Elige la vida, Guadalajara y Rivas-Vaciamadrid: Instituto Ikeda y Ediciones Civilización Global, 2022, pág. 378.

[7] ↑ Ib., pág. 386.

[8] ↑ OTT, pág. 4.

[9] ↑ GZ, pág. 153.

[10] ↑ Josei Toda falleció el 2 de abril de 1958.

[11] ↑ Gosho: Nombre con que se designan los escritos compilados de Nichiren Daishonin. En japonés, go es un prefijo honorífico, mientras que sho significa «escritos», por lo que gosho viene a significar «escritos honorables».

[12] ↑ GZ, pág. 153.

[13] ↑ IKEDA, Daisaku et. al.: Diálogo sobre la religión humanística: El mundo de los escritos de Nichiren Daishonin. Volumen 1, Rivas-Vaciamadrid: Ediciones Civilización Global, 2008, pág. 84.

[14] ↑ El 20 de abril de 1951: véase tb. la sección «Nueva revolución humana».

[15] ↑ Los tres obstáculos y los cuatro demonios, en END, pág. 668.

[16] ↑ OTT, pág. 200.

[17] ↑ Distintas personas con un mismo propósito, en END, pág. 648.

[18] ↑ Véase Civilización Global, n.º 208, agosto 2022, sección «Punto de partida».

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