Heredando la postura correcta en la fe


Orientación para la SGEs


Este mes de junio, en el que damos la bienvenida al luminoso verano, brilla también en el calendario Soka por la profusión de fechas señaladas que lo caracterizan, empezando, el domingo 6, por la tan esperada Asamblea Europea del Juramento en conmemoración del 40.º aniversario del establecimiento del Día de Maestro y Discípulo de Europa,[1] que este año marca además el 150.º aniversario del nacimiento del primer presidente fundador de la Soka Gakkai y padre de la educación para la creación de valor, Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944).

También celebramos, con el 10 de junio de 1951 como referencia, el 70.º aniversario de la fundación del Departamento de Mujeres de la Soka Gakkai y, el 16 de junio, el Día del Departamento de Mujeres de la SGEs.[2] Esta última fecha se escogió para revitalizar año a año el recuerdo de un encuentro que tuvo lugar en Trets (Francia) en 1991; el transcurso, ya, de tres décadas desde entonces ha motivado que las reuniones de diálogo de este mes en la SGEs se festejen como «asambleas conmemorativas del 30.º aniversario del 16 de junio».[3]

Daisaku Ikeda se dirige a la audiencia durante su estancia en el Centro Cultural Europeo de la Soka Gakkai en Trets (Francia) en junio de 1991 | Foto: Seikyo

Por último, el hecho de que la fundación del Departamento de Estudiantes de la Soka Gakkai fuera un 30 de junio (de 1957), ha venido animando a sus integrantes a dar un nuevo impulso a la agrupación a través de una actividad extraordinaria este mes.[4]

Este mes de junio, en el que damos la bienvenida al luminoso verano, brilla también en el calendario Soka por la profusión de fechas señaladas.

En la serie de disertaciones cuya publicación iniciamos en esta edición de Civilización Global –y que, estando dedicada al Departamento Futuro, es de interés para todas y todos–, Daisaku Ikeda comienza observando que, para hacer frente a estos tiempos convulsos, la gente busca una nueva filosofía de esperanza. Y sostiene que, para hacer frente a la plaga de dificultades que afrontamos, nuestro mundo «reclama de manera imperiosa el surgimiento de más personas capaces dedicadas a la creación de valor».[5]

Como en respuesta a esta llamada, en nuestra organización, una nueva generación de personas de valor –que en su mayoría han comenzado su práctica budista en plena pandemia, y que durante este difícil período han consolidado su deseo de ingresar como nuevos miembros– participaron el domingo 9 de mayo en una reunión convocada en respuesta a sus esfuerzos. En ella, se dedicó espacio a profundizar en el contenido de un importante escrito de Nichiren Daishonin, La herencia de la Ley suprema de la vida, que dilucida un tema que es central no solo en el budismo Nichiren, sino en el budismo en su conjunto: la «herencia».

En dicha carta, el Daishonin expone tres puntos clave de la práctica budista para mantener «la herencia de la Ley suprema de la vida y la muerte»,[6] puesto que –como recalca la frase con la cual concluye– «Aun el hecho de abrazar el Sutra del loto resultaría inútil sin la herencia de la fe».[7]

El primer punto clave es tener la convicción de que nuestra vida es inseparable de la Ley Mística. La fe correcta se asienta en la comprensión de que «no hay ninguna diferencia o separación entre el buda Shakyamuni –quien obtuvo la iluminación hace incontables kalpas–,[8] el Sutra del loto –que conduce a todas las personas a la Budeidad–[9] y nosotros, las personas comunes».[10] El mensaje esencial de esta declaración es que debemos tener el convencimiento de que nuestra identidad presente es una entidad de Myoho-renge-kyo, y que podemos manifestar la Budeidad con la forma que poseemos en esta existencia.

El segundo punto clave o requisito es el de mantener una fe firme y rotunda, que no se aparte de la Ley Mística en ninguna existencia, a lo largo de la eternidad. Se refiere a esforzarnos plenamente en la fe, de tal manera que no tengamos arrepentimientos. Practicar de todo corazón, día tras día y mes tras mes hasta el final de la vida, nos asegura lograr la Budeidad en esta existencia. Aquí, el Daishonin está explicando la herencia de la fe desde la perspectiva de la profundidad y la continuidad de nuestra práctica budista.[11]

El tercer requisito es la unión en la fe de «distintas personas con un mismo propósito».[12] Aquí radica también la importancia del compromiso de propagar ampliamente la Ley. La herencia de Myoho-renge-kyo no existe solo para nosotros mismos: todas las personas son entidades de Myoho-renge-kyo y, como tales, pueden ser parte de la herencia para el logro de la Budeidad. El kosen-rufu es, precisamente, el hacer esto posible; es decir, cumplir el gran deseo o juramento del Buda. Y esto solo puede ser logrado por la comunidad armoniosa de practicantes, unida en la fe en pos de ese objetivo compartido. Al exponer esto, el Daishonin esclarece la herencia de la fe desde el punto de vista del kosen-rufu y de la comunidad armoniosa de creyentes.

En síntesis, la clave para heredar la Ley suprema de la vida y la muerte se encuentra en la fe, imbuida del […] mismo espíritu que el maestro. De ahí que en las conmemoraciones de este mes de junio, en cada encuentro personal y en cada actividad, fluya esta herencia de la fe que nos capacita para desplegar el humanismo Soka.

Resumiendo, el Daishonin explica la herencia de la fe en tres distintos niveles: 1) la sustancia de la fe; 2) la profundidad de la fe y la continuidad de la práctica; 3) el kosen-rufu y la comunidad armoniosa de practicantes. Al hacerlo, nos brinda un cuadro completo de la clase de fe necesaria para compartir la herencia de la Ley suprema de la vida y la muerte.

Cuando los discípulos luchan en inseparabilidad con su maestro, y comparten la misma dedicación rotunda al kosen-rufu, pueden extraer una fortaleza infinita. El maestro, basado en su profundo entendimiento de la cuestión primordial de la vida y la muerte, piensa y actúa para ayudar a todos a manifestar su potencial innato y a llevar una existencia feliz y victoriosa.

De este modo, los discípulos se unen espiritualmente a su maestro, pueden superar los sufrimientos del nacimiento y la muerte y, en esta existencia, adquieren un estado de vida que les permite saborear la ilimitada alegría de la Ley, que abarca en realidad la eternidad a través del pasado, el presente y el futuro. Este es el propósito del budismo.

En síntesis, la clave para heredar la Ley suprema de la vida y la muerte se encuentra en la fe, imbuida del espíritu de no escatimar la vida en la lucha por el kosen-rufu y por la felicidad de los demás, con el mismo espíritu que el maestro.

De ahí que en las conmemoraciones de este mes de junio, en cada encuentro personal y en cada actividad, fluya esta herencia de la fe que nos capacita para desplegar el humanismo Soka.

Iniciando ya la segunda parte de este «Año de la esperanza y la victoria», decisivo en el inicio del decenio que nos conducirá al centenario de la fundación, decidámonos nuevamente a heredar correctamente la fe, avanzando junto con nuestro maestro y nuestras compañeras y compañeros.

EL KOSEN-RUFU Y LA UNIÓN DE ITAI-DOSHIN

El término japonés «kosen-rufu» suele interpretarse como «la paz mundial a través de la felicidad individual», y constituye una visión de la paz construida mediante la aceptación social de valores esenciales, como el respeto inquebrantable a la dignidad de la vida. En el nivel personal, denota el cultivo de un estado de vida de felicidad indestructible, a través del proceso de la «revolución humana», un cambio interior basado en la motivación interna. En el más amplio plano social, representa el establecimiento de una sociedad pacífica y justa, en la que las personas puedan transformar activamente su vida y contribuir positivamente a sus familias y comunidades locales.

Como leemos en el texto principal de esta sección, el Daishonin se refiere a la unión como un aspecto decisivo para el logro del kosen-rufu. Lo hace en uno de los más célebres pasajes del Gosho: «Todos los discípulos y seguidores laicos de Nichiren deben entonar Nam-myoho-renge-kyo con el espíritu de ser distintas personas pero centradas en un mismo propósito, trascendiendo todas las diferencias que pueda haber entre ellas, hasta llegar a ser inseparables como los peces y el agua en que nadan. Este lazo espiritual es la base para la transmisión universal de la Ley suprema de la vida y la muerte. Aquí yace el verdadero objetivo de la propagación de Nichiren. Cuando estén unidos así, hasta el gran deseo de la propagación universal podrá concretarse». (END, pág. 228)

Las palabras «todos los discípulos y seguidores laicos de Nichiren» pueden interpretarse como una referencia a la comunidad de verdaderos maestros y discípulos, y a la organización dedicada al logro del kosen-rufu. Esto se debe a que, sin la lucha conjunta del mentor y los sucesores, no es posible transmitir correctamente la herencia de la Ley suprema de la vida y la muerte. Por otro lado, solo una organización de «distintas personas» unidas en torno a «un mismo propósito» (en japonés, esta unión se denomina itai-doshin), imbuidas del espíritu de maestro y discípulo, puede asegurar la victoria en la contienda entre la budeidad y las funciones destructivas, y abrir rutas hacia el kosen-rufu.

(Ir al lugar donde se menciona en el texto principal).


[1]Como se ha señalado ya en ediciones anteriores de la revista, en 1981 la fecha se designó, a propuesta de Daisaku Ikeda, «Día de Europa», nombre que posteriormente se amplió a raíz de una propuesta con la que Ikeda Sensei estuvo de acuerdo.

[2]En relación con estas fechas relativas al Departamento de Mujeres, véase también, en este número, las secciones «Punto de partida» y «Mi historia».

[3]Véase la sección «Para dialogar».

[4]Véase el espacio «Jóvenes águilas».

[5]Véase la sección «Estudio mensual».

[6]END, pág. 227.

[7]Ib., pág. 228.

[8]Referencia al Buda que eternamente sobrelleva el ciclo de nacimiento y muerte en estado de Budeidad, para enseñar y convertir a los seres vivos en el mundo saha. En el capítulo «Duración de la vida» (16.º) del Sutra del loto, Shakyamuni revela que, desde que logró la iluminación en el remoto pasado –hace kalpas numerosos como las partículas de polvo de un gran sistema planetario–, su vida ha venido existiendo y seguirá haciéndolo en el eterno futuro, pues en última instancia no tiene comienzo ni fin.

[9]El Sutra del loto, como enseñanza que revela que todas las personas poseen en forma inherente la naturaleza de Buda, y que expone el medio para que ingresen en el camino del Buda y logren la iluminación.

[10]END, pág. 226.

[11]En relación con este punto, véase END, págs. 226-227.

[12]En relación con este punto, véase también el recuadro.

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